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Diario desgastado de un refugio tengu

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Diario desgastado de un refugio tengu

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El Diario desgastado de un refugio tengu es un libro que se puede encontrar dentro de la biblioteca de Piedra Arbórea después de actualizar el dominio Servicios de entretenimiento.

Localizaciones[editar]

Cantha

Texto[editar]

Diario desgastado de un refugio tengu

Los Huang se están poniendo nerviosos. Hace siete meses que estamos escondidos en su granero, y los funcionarios del ministerio han estado a punto de descubrirnos por lo menos una docena de veces. La última, apenas pude conseguir que Jiki se metiera entre la paja. No entiende por qué tenemos que hacer esto. Tuve que sujetarle fuertemente el pico para que guardara silencio.


Los Huang han oído el rumor de que hay un grupo de "cernícalos" que llevan a los tengu a lugar seguro aquí en Cantha. Pasan por aquí cerca a recoger refugiados una vez al mes. No sé como podré convencer a mamá cómo haré para que los polluelos no hagan ruido, pero debo intentarlo.


Ya llevamos tres días en marcha. Nunca somos lo bastante silenciosos para el cernícalo, Xiri. Es severo y no tiene ningún sentido del humor. Jiki no para de meterse en líos y tengo que estar recordándole que haga caso al cernícalo, que se mueva sin precipitación, que busque sitios en los que no piensen los demás. No podemos dejar que nos atrapen.


Tuvimos que dejar atrás a mamá, que no podía hacer las cosas que pide Xiri porque su cuerpo es viejo y frágil y su mentalidad es demasiado inflexible. Me dijo que tenía que irme, que mantuviera a los polluelos a salvo. Le echaré de menos. Ya he perdido a mucha gente —mi padre, mi Hiori—, pero debo a mis polluelos.


Hemos llegado a nuestro destino, unas ruinas kurzick en Echovald. Al principio no creía que hubiera nadie aquí, y luego miré de la forma como nos enseñó el cernícalo, para ver aquello en lo que normalmente no pensaríamos, y me di cuenta de que había docenas de tengu, más de un centenar, desperdigados por ahí, viviendo en los sitios más tranquilos. Xiri me dijo que este era ahora nuestro hogar, todo el tiempo que quisiéramos; perdió el gesto adusto y nos dijo que estaba orgulloso de nosotros, y en especial de Jiki, que ya es prácticamente una sombra.