Los acechacarnes
Más acechacarnes han franqueado el paso de montaña; el hedor alcanzó nuestras pituitarias en el mismo momento que sonó su primer grito. Algo en la brisa me dijo que el resto del mundo también se estaba tambaleando. Seguramente no seamos los únicos que estemos sufriendo a estas bestias.
Cuando el viento sopló con olor a sangre en el delta, mi mente se retrotrajo a los años anteriores. Ese aire gélido que barría las montañas. Las columnas de humo, alzándose de hogueras en el horizonte. Y también la desaparición de esas columnas a medida que cada puesto avanzado sucumbía a la prole del hielo... Los cadáveres de osunos yacen acumulados en un montón más grande que la turba recolectada.
Costas Bajas: La vida en las tierras bajas — Lee todos los libros dispersos por las Costas Bajas. (5 
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