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"La picadura del amor", por Snargle Garradorada

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"La picadura del amor", por Snargle Garradorada

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Janthir

Texto[editar]

"La picadura del amor", por Snargle Garradorada

Las frondosas praderas del Valle Mielrromance se extendían allá hasta donde alcanzaba la vista, resplandeciendo con sus flores cubiertas de rocío. En el corazón de lo más profundo del valle, una abeja obrera llamada Aguijón vivía una vida productiva, aunque solitaria.

Aguijón era conocido por producir la miel más dulce que aquella pradera hubiera conocido nunca. Pero, un día, Aguijón se sentía taciturno; los deslumbrantes campos a su alrededor se le antojaban vacíos de color. Y lo que es peor, su miel comenzó a perder dulzura. Pero, entonces, la vio...

Una radiante kodan de pelaje color roble tarareaba suavemente mientras recorría la pradera. Se llamaba Brotes Florecidos.

Atenta jardinera y horticultura, Brotes Florecidos iba a aquel campo todos los días para cuidar de las flores. Mimaba hasta los brotes más enclenques con agua en abundancia y su ternura.

Los pétalos, temblorosos, parecían florecer con solo verla.

"¿Cómo podría conseguir que se fijara en mí?", se lamentaba Aguijón mientras la admiraba desde su escondite en la rama de un árbol cercano. "No soy una flor. No tengo pétalos bonitos ni una agradable fragancia. ¡Y, encima, si me acerco demasiado, podría acabar picándola de puros nervios!".

Justo en ese momento, Aguijón saltó de su escondite y se fue zumbando a trabajar. ¡Se le había ocurrido una idea zumbástica!

Durante varios días y noches, Aguijón estuvo dándolo todo para polinizar todas las flores que se cruzaba. "¡Si no puedo llamar su atención con mi belleza, lo haré con mi dulzura!".

Cuando consideró que se había superado fabricando su mejor miel hasta la fecha, reunió todo el coraje que pudo y se dirigió a Brotes Florecidos por primera vez.

"D-disculpa, bella dama, veo que te gustan las flores de estos campos. Y la verdad es que son preciosas. Pero ¿has probado la famosa miel de esta pradera? Es de fama mundial. Y se me da muy bien fabricarla".

"¡Oh, cielos, oh, claro que sí! ¡Había oído hablar de esta legendaria miel! Sería maravilloso cual brisa de primavera que tuvieras la amabilidad de compartir un poco conmigo, querida abeja".

Y, así, probó aquel dulce néctar, relamiéndose con gozo.

"He probado muchísimas mieles, de tierras cercanas y lejanas, pero nunca había saboreado nada tan pristino como este néctar que me has preparado, querida abejita".

Se quedaron juntos hasta que se hizo la noche, hablando, riendo y bebiendo en la dulzura de su mutua compañía. Y, cuando los pájaros y las abejas de la pradera se retiraron a dormir, una

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