Diario de Aliso Estoico
El océano huele diferente aquí, en Arco del León. Las costas de Janthir son inclementes, gélidas y poco acogedoras para gente menos dura, pero tiene su encanto melancólico contemplar las tormentas formándose sobre las islas del norte. El aire en Kryta es cálido; las playas de arena, suaves bajo las patas. Por lo que he leído, la ciudad se ha reconstruido una y otra vez, rescatando lo posible de lo que había anteriormente.
El hallacaminos y yo nos reunimos con la Alianza Tyriana, una asamblea tan colorida como cabría esperar. Sus discusiones se me antojaron esclarecedoras, si bien un poco dramáticas para mi gusto. Por suerte, se observó y eligió la senda de la prudencia en lo que respecta a cierto artefacto mágico, aunque me estoy esforzando en entender las diversas perspectivas. Con las conversaciones enfriándose hasta alcanzar un punto de cocción a fuego lento, el hallacaminos se apresuró a volver a la Guarida de la Cosecha. No había tiempo para descansos.
Después, unos cuantos delegados me llevaron a visitar la ciudad. En cierto momento, el capitán humano habló con un charr de pelaje blanco y negro. Diría que un mercader acomodado, si tuviera que aventurarme. Mi presencia parecía picarle la curiosidad. No me cabe duda de que su único interés no era mostrarme la zona. Cada nuevo amigo es un nuevo cliente, ¿no? Cierto es que recibí un bonito regalo al final. ¡Y lo elegí yo!
Por la tarde, un hijo del viento amargo, el almalupina Braham, me convenció de que disfrutara de la oferta local. Entre bandejas de mariscos ahumados y varias jarras de vino de miel (decente, según estándares humanos), el muchacho me agasajó con varias de sus historias con "el comandante". Tal vez fuera efecto del vino, pero me sentí un poco más conforme con la idea de que Pincho siguiese de un lado a otro a esa especie de héroe.
Intercambiamos anécdotas hasta bien entrada la noche; el muchacho estaba extrañamente fascinado. Mientras lo ayudaba a volver a su alojamiento, vi asomar en sus ojos una o dos lágrimas. Tal vez fuera la emoción propia de llevar seis pintas encima, pero le pregunté. Mencionó a su pa un par de veces, que había fallecido siendo él aún joven. Según me dijo, escucharme relatar historias de mi hogar, de Dique Sedoso y su lucha contra Jormag, era como si mi voz, mis palabras, se transformaran en las de su pa.
Ya he vuelto a la Guarida de la Cosecha. Isgarren tuvo la "generosidad" de ofrecerme pasaje. Si no tengo que volver a atravesar un portal mágico en un tiempecito, me consideraré afortunado. No. dudé en extenderle a Braham una invitación abierta para visitar nuestra aldea. Creo que haría buenas migas con Pincho.
Janthir Wilds: Acto 2: Lectura reflexiva — Lee toda la literatura en casa de Aliso Estoico y en la torre del brujo. (1 
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