Autor: Capitán Ivan
¿Qué hace a un hombre o a un topo? Ivan ha reflexionado mucho al respecto tras sus desventuras en Cantha. He visto lugares fantásticos, librado batallas con bestias imposibles, contemplado mi propio reflejo en sus rostros y perdido a la persona que más me importaba, pero, a cambio, he ganado una nueva perspectiva, un nuevo propósito y nuevas
amistades para apoyarme en este nuevo capítulo. Tal vez sea el último gesto de bondad, regalo de mi antiguo capitán.
Ivan no siempre había conocido esa bondad. La vida en el topotariado no era el paraíso ideológico en el que me crie creyendo. En vez de una acción colectiva unificada en beneficio de los vulnerables, los oportunistas arañaban apoyo y poder una y otra vez, solo para cambiar su discurso justo después. Eso no quiere decir que no conquistásemos nuestras victorias, pero, con el paso de los años, he acabado viendo nuestro movimiento como algo tan nacido del odio como semilla de liberación y comunión. El odio por nuestros ancestrales maestros de tareas de la Cima de Piedra se fue tornando en odio por todos los enanos y más tarde por todos los forasteros de todo tipo, antes de volverse algo interno contra nuestra propia gente.
Sigo teniendo muy presentes en mi cabeza y mi corazón la mayor parte de los principios fundamentales del movimiento; es lo que me ha conducido a los Filoetéreos. Ivan anhelaba, pero yo ansiaba de nuevo una comunidad. Una familia. Tuve la suerte de que pudieran aprovechar mis habilidades, pese a su escepticismo inicial. Navegante draga, y de los buenos. Se rieron alguna que otra vez, pero cambiaron el tono cuando los libré del arrebato destructivo de Kralkatorrik por la Niebla.
La Niebla nos ha cambiado a muchos, y a algunos a peor. Después de aquello, Cantha se antojaba un posible punto de partida nuevo, pero muchos de nuestros equipos tenían otros planes. De algún modo, acabé bajo la custodia de una de nuestras