Me reuní con Sayida y los suyos frente a la entrada del Gran Salón del Creciente Acerado. Me puso grilletes y me escoltó al interior.
Sayida me entregó a la guarda Amala y, bajo la mirada de una multitud de despertados, engatusó a la guarda para que hiciera un brindis por Joko, ofreciéndole astutamente el grog "aderezado". Todo iba bien hasta que Taimi me llamó por el comunicador, provocando las sospechas de la guarda. Amala me sacudió en la cabeza y perdí el conocimiento.
Recobré el sentido en la celda de una mazmorra junto a Zaeim, el Héroe de Istan. Cuando el carcelero se desplomó, a causa del grog "aderezado", Zaeim y yo escapamos y llegamos al hueco de las escaleras que llevan afuera de las mazmorras.
Aún tengo que dejar atrás a la guarda Amala, y el tiempo es oro: Joko ha regresado del Dominio de los Perdidos. Y tiene a Taimi.
Amala ofreció mucha resistencia: esta derviche, que antaño dedicó su vida a enfrentarse a Joko, fue ejecutada y despertada por el liche. Aun estando bajo el control de éste, podía canalizar todavía el poder de los dioses, pero Zaeim y yo la abatimos al fin con la ayuda de Sayida y sus corsarios.
La escaramuza frente a la prisión sigue siendo un poco confusa: los Lanceros del Sol irrumpieron por la puerta principal del Gran Salón con Rytlock y Canach para reunirse con su mariscal lancero, mientras Aurene bombardeaba al abrumado Creciente Acerado desde arriba.
Pero cuesta disfrutar de nuestro triunfo cuando Joko tiene a Taimi. Zaeim se ha ofrecido a guiarnos a Fahranur y nos ha ordenado que nos reunamos con él en una cueva de la bahía de Issnur. No hay tiempo que perder.