Repasé el plan de ataque e hice lo que pude para asegurar a las fuerzas allí reunidas que la profecía de Kralkatorrik, su visión de un mundo sin él, apoyaba nuestra causa. Mientras tanto, la maestra de la forja me informó de que las modificaciones a los cristales de resonancia estaban terminadas. Con todo preparado y todos listos, me reuní con Aurene cerca del primer cristal de resonancia.
Le dije a Aurene que había llegado el momento de poner en marcha nuestro plan. Alzó el vuelo y entró en la Niebla. Al cabo de unos instantes, volvió a toda velocidad con Kralkatorrik tras ella. Tan pronto asomó su enorme cabeza y cuello por la forja, la flota de Sayida lo acribilló con fuego de cañones y Canach le echó una avalancha devastadora. Kralkatorrik quedó aturdido por estos ataques y, entonces, Aurene y yo lanzamos el siguiente activando el primer cristal de resonancia. El impacto dejó al descubierto un punto débil en el que concentramos el ataque. Las lecturas del rastreador de Taimi confirmaron que nuestro plan estaba funcionando, que le estábamos haciendo daño.
Nos abrimos paso a sangre y fuego entre los siervos de Kralkatorrik hasta el segundo crista de resonancia. Zafirah apareció justo a tiempo con un feroz grupo de zaishen que había reclutado en apoyo a nuestra misión. Con su ayuda conseguimos llegar al segundo cristal de resonancia y asestar otro potente golpe a Kralkatorrik.
Encontramos problemas de camino al tercer cristal de resonancia, pero entonces aparecieron unos aliados inesperados para echarnos una mano: Varya y sus draga llegaron en un tanque que habían arrebatado a los marcados. Con su ayuda conseguimos llegar al tercer cristal de resonancia y activarlo.
El impacto del último cristal de resonancia derribó a Kralkatorrik, pero todavía no estaba acabado: cuando Aurene y yo nos acercamos, se levantó y me lanzó una descarga mortífera. Aurene se interpuso y, a su vez, lanzó otra descarga que provocó una gigantesca explosión que me dejó inconsciente. Unas visiones de Kralkatorrik herido escabulléndose me aterrorizaron, pero al recuperar el sentido y volver junto a los demás supe del alcance de la tragedia: Aurene había muerto empalada por los cristales de la Marca de Kralkatorrik. Mientras nos debatíamos entre el estupor y el desconsuelo, Braham se preguntó qué íbamos a hacer ahora, y tuve que decirle la verdad: que no lo sabía.