Me dirigí a Linde de la Divinidad para reunirme con la condesa Anise. El Resguardo Astral había establecido un portal entre la ciudad y el Campamento Luna, uno de sus puestos avanzados apostados en los confines del extremo sur de Janthir. Esa será nuestra base de operaciones para esta misión. Anise me advirtió de que los alojamientos eran un tanto pomposos, pero ya siempre espero cierto grado de exageración en todo lo referente al Resguardo Astral
***
Cuando crucé el portal rumbo al Campamento Luna, Malice me estaba esperando. Ya estaba asimilando su nuevo entorno, empapándose de todo cuanto podía. Para mi sorpresa, Caithe estaba a su lado. Explicó que se unía a nosotros por orden de Dagonet; un gesto diplomático, seguro. Parte de m[sic] sospecha que Caithe necesitaba una aventura, sobre todo después de que Aurene se echara a dormir. No conozco a nadie de Filo del Destino que se encuentre a gusto en un trabajo de oficina.
Las dos estaban charlando con Vanak, representante del Resguardo Astral y junto a quien luché brevemente en Amnytas. Antes de aclimatarme, me dijeron que Frode quería hablar conmigo a solas. Di con él en su despacho temporal, cansado y encorvado sobre el escritorio, ocupándose de los esfuerzos de aclimatación tyrianos.
Como todo había acabado dando fruto —la Alianza Tyriana y su súbita misión de entrar en Janthir disfrazándolo de diplomacia—, estaba esperando que ocurriera algo gordo. Todo estaba demasiado bien alineado. Frode preguntó si había oído hablar de Tristeza Latente mientras ayudaba al Resguardo Astral a combatir a los kryptis. El nombre me sonaba, desde luego, y me recordó que ella era quien había fabricado el Corazón de lo Oscuro. Era la antigua líder del Bastión de lo Celestial, si no recuerdo mal. Llevaba dos siglos desaparecida, supuestamente escondida entre los kodan en Janthir.
Isgarren la consideraba una "villana", pero Frode me advirtió de que Dagda hacía[sic] desbaratado todo lo que Isgarren daba por cierto sobre esta figura. También subrayó que, pese a este motivo ulterior ahora revelado, los habitantes de las tierras bajas serían valiosos aliados para la Alianza. Sería una misión productiva, diéramos o no con nuestro objetivo.
Antes de pedirme que me fuera, me proporcionó toda la información posible; estos kodan son nómadas que construyen durante cien años o así y luego se mudan a otra región cuando les es propicio. Y desconfían de la magia. Bueno es saberlo.
Tras mi iluminadora charla con Frode, regresé con los demás. Antes de partir rumbo a la espesura para experimentar Janthir de verdad por primera vez, Vanak nos enseñó el Campamento Luna y compartió con nosotros todos los detalles posibles sobre la región. Rumores de una ciudad mursaat abandonada en algún lugar de las islas y vestigios del Manto Blanco; bestias de los frondosos parajes naturales... Tenía el presentimiento de que Janthir sería peligrosa, y la información del Resguardo lo confirma.
Cuando acabamos con el tour, Malice, Caithe y yo partimos del Campamento Luna y nos dirigimos a la espesura del bosque. Ancestral. Un poco intimidante. Pacífico.
Fue entonces cuando caímos en la emboscada de una manada de lobos y valravn, que son una auténtica plaga en la zona. Una cálida bienvenida.
***
Tras sofocar las amenazas, nos adentramos más en el bosque. Captamos una señal del Resguardo Astral, una llamada de socorro. Un par de exploradores del Resguardo estaban recibiendo el ataque de algo, y ese algo sonaba grande. Seguimos su rastro, defendiéndonos de las criaturas atacantes mientras nos abríamos paso entre los árboles.
Cuando al fin llegamos donde se encontraban los dos miembros del Resguardo Astral, estaban luchando por su vida contra una extraña bestia. ¿Una garrabélica, quizá? No creía que hubieran podido abandonar la Niebla.
Antes de que pudiéramos causar mella alguna en la bestia, una partida de caza kodan se lanzó al combate. Los aliados que habíamos estado buscando vinieron así a nosotros. Su líder nos hizo una señal para que nos detuviéramos, indicándonos cómo calmar a la bestia de otro modo. Nos hizo entrega de un ungüento con ese fin y, para nuestra sorpresa, funcionó.
Cuando todo en el claro se hubo apaciguado y la bestia estaba en calma, la habitante de las tierras bajas inspeccionó a los dos miembros del Resguardo Astral. Con cautela, se presentó con el nombre de Valle Espinado y se ofreció a guiarnos hasta su aldea antes de que anocheciera; el bosque se tornaba en un lugar aún más peligroso, una vez se ocultaba el sol.
Sus subordinados silenciosa y cuidadosamente velaban por nosotros mientras partíamos rumbo a la aldea.
***
Seguimos a Valle Espinado de vuelta a la aldea, que no estaba a demasiada distancia andando. La garrabélica, o "criatura errante" como los habitantes de las tierras bajas la llamaban, se agitó un poco cuando emprendimos el camino. Logramos calmarla justo a tiempo, cuando alcanzábamos las puertas de la Guarida de la Cosecha, la aldea de los habitantes de las tierras bajas.
Valle Espinado me condujo hasta un redil para la criatura errante y me hizo entrega de un mejunje para alimentarla. La actitud de la criatura finalmente se apaciguó lo suficiente como para permitirme estar cerca. Supongo que a todos nos amansa la comida cuando nos agrian el carácter.
Según se acomodaba en su redil la criatura errante, otra voz nos interrumpió. Aliso Estoico, garra de los kodan de las tierras bajas, miró a Valle Espinado y luego a nosotros y nos preguntó nuestro propósito. Su presentación fue breve, tras la cual nos guio directamente hasta la mayor cabaña en el centro de la población. Probablemente, las prisas fueran para mantener a su gente en calma, o tal vez para mantener a raya a su inesperados visitantes.
Nos hizo entrar en su sala de asambleas, donde justo se estaba celebrando una reunión de su propio consejo. Como arrancando un apósito de una herida reciente, nos presentó como la Alianza Tyriana. El resto del consejo se mostró escéptico; fuera cual fuese la conversación que estuvieran teniendo cuando entramos, en ese momento se hizo el silencio. Uno de los kodan más jóvenes mencionó algo del tipo "forasteros entre tierras". Cuando nos ofrecimos a brindarles información sobre los kryptis, Aliso Estoico sacudió la cabeza en señal de negación. Si hubiera tenido que adivinar, diría que están lidiando con una amenaza distinta que no están en disposición de compartir.
Independientemente de cuál fuera esa amenaza, hice lo que había ido a hacer: les ofrecí un lugar en la Alianza Tyriana. Aliados en un mundo en el que los amigos son vitales. La garra no mostraba demasiado entusiasmo; tal vez su actitud no fuera hostil, pero tampoco especialmente interesada hasta entonces. No era el momento ni el lugar.
Una vez finalizada la conversación, nos invitó a conocer al resto del consejo local y a descubrir su aldea de primera mano. Estos habitantes de las tierras bajas parecen funcionar a las órdenes de un líder, su garra, a quien a su vez aconsejan varias figuras de determinadas disciplinas establecidas, también llamados "maestros". Hasta ahora, he conocido a Gracia Ardiente, maestra de las garrasbélicas[sic] o criaturas errantes; Aurora Apagada, maestra sanadora; Liquen Burlón, maestro de las leyendas; y Valle Espinado, maestra de lanzas. También me presentaron al hijo de la garra: Flecha Serena, o "Pincho", cuya seguridad en sí mismo casi me hace sentir nostalgia de la ingenua confianza de la juventud. Su padre le encomendó enseñarnos la aldea, una experiencia que, a buen seguro, será tan memorable como interesante.