Para abrir la puerta de las ruinas norn, Braham iba a requerir la ayuda de los espíritus de la naturaleza. Y, como el Lobo, el Cuervo, la Pantera de las Nieves y la Osa no parecían dispuestos a hablarle en ese momento, decidió que tendrían que ocupar su lugar los otros espíritus... entre ellos los espíritus corruptos del Buey, el Águila y el Glotón.
Ya nos los habíamos topado en la Marca de Bjora, y he de reconocer que no me apetecía nada convencerlos para que nos permitiesen llevar sus tótems perdidos de vuelta a las ruinas.
Cada uno de los tres espíritus de la naturaleza corruptos me obligó a superar un desafío antes de dejar que me llevase sus tótems, pero ya estoy listo para volver con Braham.
Los espíritus de la naturaleza hablaron a través de Braham y nos propusieron una última prueba antes de ayudarnos a cruzar la puerta que llevaba a la fortaleza. Contaba con que el Buey, el Águila y el Glotón nos diesen problemas, pero quién se podría esperar lo que iba a ocurrir.
Los espíritus infundieron los tótems con su poder, y sabíamos que uno de ellos no acudiría: la Lechuza, pues los norn insisten en que se sacrificó para salvar a su gente cuando esta se vio amenazada por Jormag. Menuda sorpresa ver el tótem de la Lechuza rebosar de poder... un poder que no debería estar allí.
Braham se preocupó, y luego se dio cuenta de qué en pasaba en realidad: la Lechuza no había muerto, sino que se había aislado de la Niebla y de los norn cuando Jormag la corrompió tiempo atrás; había regresado a aquel templo, a aquel lugar sagrado donde los espíritus y los norn se reunieron por primera vez, y se había ocultado de una forma muy efectiva.
Braham la había hecho volver y, gracias a la corrupción que había en ella, era posible que Jormag tuviese poder más que suficiente para despertar.
Sabiendo que el tiempo corría en nuestra contra, nos apresuramos a cruzar la puerta y entrar en la fortaleza.