No llegamos a tiempo.
Y, aunque lo hubiésemos hecho, no teníamos forma de prever lo que ocurriría.
Llegamos a la cima de la fortaleza de Jormag, eliminamos a los soldados del Dominio y mantuvimos el control de la zona hasta que Malice y Efram se nos unieron. Nos lanzamos a la cámara de Jormag sin saber qué esperar.
El eximperator de Sangre había utilizado a los svanir para que le ayudasen a capturar los tótems del Lobo, la Osa, la Pantera de las Nieves y el Cuervo, y los había colocado ante Jormag en una especie de abyecto ritual. Bangar planeaba corromper a los espíritus de la naturaleza y usarlos para controlar a Jormag, igual que este había empleado los poderes del Buey, el Águila y el Glotón para controlar a Drakkar en la Marca de Bjora.
Conseguimos detener a Bangar, pero solo durante un momento. Ryland no tardó en hacer acto de presencia y amonestó a su imperator por intentar manipular al dragón anciano por medio de los espíritus norn. Ryland rodeó los cuatro tótems con una poderosa magia, atrapándolos para Jormag y condenándolos a una corrupción cierta a menos que interviniésemos.
Con la ayuda de Braham, Rytlock y Crecia, pudimos salvar a los cuatro grandes espíritus, pero no antes de que Jormag despertase.
Lo que ocurrió a continuación no se lo esperaba nadie: Jormag no eligió a Bangar como su campeón. De hecho, Jormag convirtió a Bangar en su Voz y nos lo entregó. Vaya un regalo envenenado.
Ryland se percató de que era su oportunidad y la aprovechó. Era evidente que Jormag veía algo en el joven charr, algo que apreciaba, y transformó a Ryland en una monstruosa criatura de hielo y escarcha. Ahora Ryland era el campeón de Jormag.
Y se marcharon de inmediato, dejándonos con Bangar y con mil preguntas sin respuesta.
Aurene no se anduvo con medias tintas: la situación era mala, pero de lo que podíamos imaginar.
Dijo que, cuando Jormag despertó, una especie de temblor sacudió toda Tyria. Dijo que fue como si el mundo gritase de dolor.
Jormag se ha ido. Y Ryland también. No sabemos dónde estarán ni qué tramarán.
Solo nos queda esperar. Por suerte, aunque no es que sea precisamente una suerte, Jormag nos dejó a Bangar, que está encadenado por el hielo y por una extraña magia, pero es capaz de comunicarse con nosotros a instancias de Jormag.
Decidimos mantener al eximperator preso en el Ojo del Norte bajo la atenta vigilancia de Aurene. Ahora que Jormag campa a sus anchas por el mundo, nadie está a salvo. Tenemos que andarnos con mil ojos y prepararnos para la inevitable guerra que todos esperábamos prevenir.