Me reagrupé con Gorrik, Rama y Yao cerca del fondo de la mina en Terminal de los Luxon. Todos los integrantes del grupo parecían estar poniéndose cada vez más a prueba entre sí. No sé si sería el estrés o algún tipo de efecto secundario de exponerse a la bruma o qué...
Acabamos en un lugar sin salida, pero a Yao se le ocurrió una solución muy ingeniosa usando su mech, Finn. Reprogramó el dron de Finn para escanear el muro de la caverna en busca de puntos débiles y plantar cargas. Previa advertencia de Gorrik de que era muy probable que los niveles de bruma aumentaran a medida que descendiéramos, reventamos el muro y seguimos adentrándonos en la mina. Inmediatamente, nos vimos asaltados por atrocidades subterráneas.
Mientras luchábamos por abrirnos paso entre una serie de ataques de demonios, Gorrik me preguntó por las otras voces que yo había oído por el comunicador. No tenía muy claro que fueran reales, ni cómo responder a ellas, de haberlo sido. Por eso no lo hice.
Vi un resplandor al final del túnel, pero, al acercarme para distinguirlo mejor, sentí como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago y me hubieran robado el aliento de los pulmones. ¡Cuando recobré la compostura, nos dimos cuenta de que el fulgor procedía de una línea ley!
El jade cercano resplandecía, imbuido de energía, aunque Gorrik afirmó que parecía desprender un "subproducto hediondo". Yao y él tenían la teoría de que, quizá, aquella era la causa de las luchas internas de la Hermandad que habían dinamitado su trabajo en la mina. Avanzamos por la caverna, inspeccionando más de aquel jade cercano.
Usamos la tirolina para superar una sima y llegar a una gran formación rocosa... y ahí es cuando mis recuerdos se desdibujan. Una criatura (una especie de demonio cambiaformas) nos atacó. Físicamente, sí, pero también me asaltó mentalmente, de algún modo. Gorrik, Rama, Yao... Todos desaparecieron de mi vista y en su lugar veía... a camaradas difuntos. Almorra y otros... sufriendo un ataque. Sus retorcidas palabras se me clavaban como puñales mientras oleadas de bestias tenebrosas se les echaban encima, con las heridas tan frescas como si acabaran de morir. Muertos por mi culpa. Con el poder de aquel demonio aplastándome mentalmente, no podía pensar, solo sentir...
Hubiera jurado que lo habíamos vencido, pero perdí el conocimiento. Escuché a mis camaradas gritando que nos retirábamos, mientras el demonio se sanaba como si no le hubiésemos asestado ni un solo golpe. Me arrastraron para ponerme a salvo.
Me desperté fuera de la mina con Gorrik, Rama y Yao inclinados sobre mí y preocupados, mientras mi cabeza al fin se iba despejando y la sensación de vulnerabilidad mental se disipaba. Por lo que he podido recomponer de mi experiencia y de las teorías de Gorrik, el demonio había invadido mis pensamientos, aferrándose a las emociones más descarnadas que pudo hallar. Se sirvió de alucinaciones combinadas con una vulnerabilidad inducida por la bruma para anularme. Y, mientras se alimentara de la línea ley, era imposible detener a aquella cosa.
Si pudiéramos de algún modo derrotar al demonio, la línea ley y los recursos de jade de la Hondonada de Gyala podrían ser la solución a la merma de suministro energético de Cantha. La clave es dilucidar cómo conseguirlo con una entidad demoníaca inimaginable defendiendo su potestad sobre la línea ley.
Estoy deseando saber lo que andan planeando Gorrik y Taimi. Seguro que implica reabrir viejas heridas, pero hay cicatrices que más valdría dejar curar.