Con la aeronave de Canach y Sayida al descubierto, los Filoetéreos no tardaron en localizarnos. Tras acorralarnos con sus propias naves, enviaron una oleada tras otra de piratas para quedársela. Por suerte, Ayumi se había adelantado a algo así: francotiradores cernícalos, ocultos entre los árboles, atacaron a los Filos y se los cargaron a casi todos.
Aislamos a uno de los tenientes de los Filoetéreos y se mostró "dispuesto" a cantar todo lo que necesitábamos saber sobre el paradero de Ankka pero, antes de que pudiera hacerlo, Ankka convirtió a todos los piratas caídos en serviles muertos vivientes. Se abalanzaron sobre nosotros, mataron al teniente y arrollaron a los Cernícalos.
Lo bueno es que, en cuanto acabamos con todos los muertos en nuestra aeronave, Gorrik pudo localizar con exactitud el sitio donde se encontraba el extractor: en medio de la Chatarrería de Xunlai Jade. Allí es adonde nos dirigimos ahora.
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La ruta hacia la chatarrería era un reflejo retorcido de Orr: llena de cadáveres de cernícalos caídos y patrullada por los Filoetéreos, reducidos ahora a resurgidos descerebrados; un destino que no desearía ni a mis peores enemigos. Y allí, esperando en medio de toda esa putrefacción, estaba Ankka.
Ankka empleó contra nosotros todo su horripilante repertorio, llegando incluso a liberar energía del Vacío del jade corrupto cercano. Durante nuestra batalla, nos dejó claro que nos considera responsables de todo este caos, del Vacío en sí. Según ella, es el final lógico a nuestra intromisión y nuestro orgullo desmedido. Y... no puedo decir que se equivoque. Pero ¿esa idea suya de que tenemos que aceptar sin más lo inevitable y dejar que el mundo vuelva a empezar? Eso no lo consentiré jamás.
Ankka se mostró desafiante hasta el final, pero su último aliento acabó llegando. El extractor es nuestro.
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O tal vez no. Pero... me estoy adelantando.
Gorrik necesitó unos momento para digerir la muerte de Ankka: nunca había experimentado así el dolor de la traición, y su muerte no le había proporcionado el consuelo que esperaba. Le dije que solo él podría hacer que la herida sanara. Se tomó muy en serio mi consejo (estoy orgulloso de él, la verdad) y se metió en faena con el análisis del extractor.
Pero Ankka lo había saboteado. Cómo no. El extractor se sobrecargó en cuanto lo activamos: no mandó por los aires y solo quedaron los restos. Suerte tuvimos de que no muriera nadie, pero nuestro plan de usar la máquina para purgar la corrupción de Soo-Won se ha ido al traste, y se nos acaba el tiempo.
Nos queda una última esperanza. Logramos recuperar una sola pieza del extractor; por sí sola no servirá de nada, pero es una prueba evidente de que Ankka estaba detrás de todo esto. Con algo de suerte, podremos utilizar esa prueba para recuperar la confianza del Ministerio de Seguridad... y de Joon, reconstruir el dispositivo y detener el Vacío antes de que sea demasiado tarde.
Es una posibilidad remota, pero es la única que tenemos.