Conseguimos llevar a Soo-Won hasta el Templo de la Cosecha y empleamos los extractores para sacarle el Vacío del cuerpo; pero, por desgracia, al eliminar la magia corrupta, esta se condensó para formar un ser de Vacío que nos atacó junto a su ejército. La aparición inicial del Vacío generó una onda de choque que desconectó los extractores, pero Taimi propuso que los empleásemos para obtener parte del poder del Vacío... si es que conseguíamos volver a conectarlos.
Mientras nuestros aliados de dispersaban para recuperar los extractores de la periferia que nos había arrebatado el ejército del Vacío, Kuunavang y yo nos quedamos para defender a Taimi y Joon mientras volvían a poner en marcha el extractor principal. Las fuerzas del Vacío nos arrollaron y Kunnavang y yo nos vimos copados por un momento; pero, por suerte, Aurene me arrebató de las garras de la muerte, me infundió parte de su propio poder y me indicó cómo usarlo para enfrentarme cara a cara con el Vacío. Y no exageraba respecto a su efectividad: cuando volví a entrar en combate, de alguna forma empleé una oleada del poder de ella para despejar toda la plataforma principal.
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Me dispuse a ayudar a mis aliados a recuperar los extractores de la periferia y nos enfrentamos a distintas manifestaciones del Vacío en cada plataforma de los dragones ancianos. Gorrik, Rama y yo acabamos primero con la manifestación de Jormag; luego, acudí en ayuda de Canach y Sayida para derrotar a Primordus; y, después, Ayumi, Iván y yo vencimos a Kralkatorrik. Otra vez.
La amenaza del Vacío no tardó en afectar al mundo entero y recibimos llamadas de nuestros aliados en las que quedaba patente lo trastornados que estaban Hoelbrak, la Ciudadela Negra, las Islas Arenosas y muchos otros lugares. Aunque esperábamos evitar ese desenlace, escuchar las voces de tantos viejos amigos luchando junto a nosotros en sus respectivas partes del mundo me levantó el ánimo.
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Después de lo de Kralkatorrik, me encontré a Marjory intentando alejar a la sombra de Mordremoth del cuerpo inerte de Kasmeer. Afortunadamente, Kas estaba viva, aunque inconsciente por el esfuerzo invertido en sacarnos de allí. Cuando derrotamos a la sombra, ellas dos tuvieron un momento de ternura en el que celebraron que seguía vivas.
Caithe y Logan se encontraban a las puertas de la muerte frente al último de los ecos de los dragones caídos: el de Zhaitan. Juntos, derrotamos una vez más al portador de muerte, pero Logan salió herido del lance y nos instó a que siguiésemos sin él, pues había llegado el momento de enfrentarse al mismísimo Vacío Dracónico.
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El Vacío Dracónico estaba seguro de su inevitabilidad pero, como Aurene me recordó, nada es inevitable... ni siquiera el ciclo de los dragones. Y, al final, lo derrotamos, erradicando los tentáculos que había extendido por toda Tyria y devolviendo la armonía al mundo.
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Una vez derrotado el Vacío Dracónico, solo quedaba una cosa por hacer: despedirse de Soo-Won y poner fin al ciclo de los dragones. Conforme Aurene absorbía la magia que le quedaba, Soo-Won fue disipándose de una forma muy hermosa. En ese momento, parecía que el ciclo de los dragones había terminado por fin y comenzaba una nueva era: la Era de Aurene.
Ver a Aurene asumir su nuevo papel resultó agridulce, porque sabía que aquel capítulo de nuestra relación había llegado a su fin. Ya no iba a necesitarme como antes y lo más probable sería que me resultase inaccesible en algunos aspectos. Tendré que acostumbrarme a eso y, aunque sé que es para bien, también echaré de menos lo que hubo entre nosotros.