Me dirigí al Paso de Lornar, donde Gorrik y yo nos reunimos con su "amiga" Ankka. Gorrik dijo que su antigua colega tenía datos importantes sobre los dragones. Al principio Ankka se mostró afable, hasta diría que... ¿encantadora? A Gorrik le cuesta a veces expresar sus emociones, pero estaba realmente contento de ver a su vieja amiga. No obstante, la actitud de Ankka se agrió cuando Gorrik sacó el tema de los dragones.
De repente se destapó como filoetérea y se llevó a Gorrik delante de mis narices. ¡Debería haberlo visto venir! Aurene y yo iremos juntas tras la flota filoetérea. Tengo mis dudas sobre la implicación directa de Aurene, dada la singularidad de lo que hablamos, pero recuperar a Gorrik sano y salvo es ahora la máxima prioridad.
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Los Filoetéreos han vuelto. Subí a una de sus naves tras separarme de Aurene para buscar a Gorrik cada uno por su cuenta. La flota se adentró por un portal en la Niebla; adónde se dirige, no lo sé. Por lo visto, los Filos tienen alguna cuenta pendiente conmigo tras nuestro enfrentamiento en los fractales. Estuve unos instantes con la mismísima capitana Mai Trin, pero se largó al aparecer Aurene. Una filoetérea me tendió una emboscada, pero conseguí escapar. Sea cual sea el sitio donde tienen a Gorrik, lo encontraré.
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La flota salió de la Niebla a algún lugar desconocido, algún punto más allá del alcance de las comunicaciones de Taimi. Encontré por fin a Gorrik, atado y en pleno interrogatorio. Ankka atacó nuestra nave a cañonazos, así que huimos a cubierta. Estábamos a punto de escapar con Aurene, pero la alcanzaron con una nueva arma filoetérea. La nave se precipitó mientras Aurene se desplomaba del cielo y... mis recuerdos son confusos. Estoy muy mal, tirado en alguna playa de vete a saber dónde. Grabo esto por si lo encontrara alguien de la Guardia de la Eternidad. Me pesan los ojos... Necesito descansar...
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Desperté en una celda junto a Gorrik, conectada a una especie de máquina que parecía tan avanzada como la tecnología asura, tal vez incluso más. Gorrik estaba exultante por verme, pero tenía cierto ataque de ansiedad; me siento mal por no haber podido hacerle compañía debido a mi... falta de consciencia. Antes de que pudiera aclararme dónde estábamos, un detective llamado Rama nos sacó de allí; nos hizo rellenar algo de papeleo y me devolvió mi equipamiento antes de soltar una bomba: habíamos ido a parar a Cantha, el imperio humano que se aisló del mundo mucho antes de que yo hubiera siquiera nacido.
Apenas podía hacerme a la idea mientras seguía a Rama hasta un patio. Allí nos esperaban Marjory y Kasmeer, que ahora es embajadora de Kryta, explicó que Cantha reabrió sus fronteras después de que cayera nuestra nave. Me aseguró que Aurene se encontraba bien y que pronto la vería.
Antes de que me pudieran soltar oficialmente, hablé con el ministro canthiano de seguridad, Li. Fue muy educado, pero se le notaba la desconfianza en la voz. No puedo culpar a los canthianos por su cautela. Hará falta tiempo para ponerse al día, y me muero por explorar Shing Jea, un lugar que hasta ahora bien podría haber sido solo una leyenda.