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La aguja del mundo (historia)

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La aguja del mundo

Año
1336 d.É
Argumento
Secrets of the Obscure
Capítulo
La aguja del mundo
Localización
Amnytas
(Cuerno de Maguuma)
Nivel
80
Precedido por
En las entrañas de lo oscuro
Seguido por
Traición
API
700

La aguja del mundo es el noveno capítulo de la historia de Secrets of the Obscure.

Objetivos[editar]

Recompensas[editar]

Guía[editar]

PNJs[editar]

Objetos[editar]

Diálogos[editar]

Mi historia[editar]

Amnytas pantalla de carga.jpg

Mientras procesaba la inoportuna revelación de Peitha, volví como pude a Amnytas huyendo de la sofocante inquietud del bastión. Pero, justo al poco, Zojja me llamó.

Han avistado a Isgarren en el Bastión de lo Celestial, la puerta de acceso a la aguja del mundo. Y no hay tiempo que perder.

***

No tengo muy claro qué vamos a encontrarnos dentro. Dagda estuvo a punto de sucumbir a su posesión. Mabon sí que cayó en la suya, una pérdida que sigue pesando sobre el Resguardo Astral. Los kryptis se están haciendo más poderosos por momentos y se nos acaba el tiempo para lidiar con esta amenaza. Si no rescatamos pronto a Isgarren, es posible que sufra un destino peor que nuestro querido Mabon. Eso sería catastrófico no solo para el Resguardo Astral o el Tribunal de los Brujos, sino para toda Tyria. Sin Isgarren, ¿quién sabe qué será lo siguiente que nos venga de la Niebla? Y lo que es peor: ¿qué clase de amenaza supondría Isgarren corrompido?

Nos reagrupamos en uno de los anillos flotantes del bastión. Dagda y Zojja se quedaron con Zizel, que intentaba escuchar algo que indicase movimiento. Los kryptis estaban aguardando para atacar, así que avanzamos para conseguir ventaja.

Al entrar en la aguja, Peitha adoptó un tono defensivo: "El velo se está rasgando", me dijo. Zojja nos escuchó a pesar de que tratamos de preservar la discreción. Me preguntó si estaba bien, asumiendo que estaba hablando yo solo. Así, logré ocultar la existencia de Peitha un poco más. Con las tensiones ya en un punto crítico, no me puedo arriesgar a ponerme en peligro por que podrían prescindir de mí para la acción... o algo peor. Lo malo es que no sé cuánto tiempo podré seguir manteniendo este engaño.

Zojja estaba a punto de dar un sermón cuando se vio interrumpida por una emboscada krypits. Es probable que esta lucha no se enfríe hasta que algo haya concluido. Lo que pasa es que no sé si eso va a ir en nuestro favor.

Tras enfrentarnos a oleada tras oleada de kryptis, Peitha me aconsejó pensar en un recuerdo particularmente querido, algo a lo que aferrarse en los momento venideros. Pensé en mi hogar. Mis amigos. Aurene... Pero Zojja, que llevaba pendiente de mí desde hacía unos instantes, saltó. ¿Había "algunos de ellos" en este lugar? Y, antes de que pudiera encauzar la situación, Peitha irrumpió.

A Zojja se le erizó la piel, pero, antes de que nadie más pudiera procesar aquella revelación, hizo acto de presencia una figura aún más importante: Isgarren.

***

Isgarren, el comisario. Un ser de leyenda, reducido a hostilidad e impaciencia. Lo que invadía su consciencia, fuera lo que fuese, era maligno, pues ni Lyhr ni Dagda fueron capaces de romper el glaciar de hielo que cubría su mente. Incluso Dagda, normalmente tan estoica, se quedó impactada al verlo.

Isgarren gruñó al grupo antes de retirarse al corazón del bastión. Nos aguardaba una batalla brutal. Lo perseguimos y acorralamos en una pequeña abertura. Irradiaba un poder titilante, como si solo estuviera expuesta parte de su consciencia. Una manifestación destilada de su amargura, mientras íbamos tumbando un pensamiento irascible tras otro.

Dagda trataba de calmar su espíritu, pero las meras palabras no liberaban a Isgarren de las garras demoníacas. Me lanzó a los pies la muerte de Mabon a modo de desafío. "Hallacaminos", dijo, pronunciándolo como veneno goteando de su boca, al igual que ya había hecho Dagda en nuestro primer encuentro.

Luchamos. Grotescos cúmulos de energía kryptis surgieron de Isgarren mientras nos enfrentábamos. Tratamos de reprimir esa corrupción antes de que pudiera reinfectarlo, provocando que sus pensamientos volvieran al lodo y la impaciencia. Según se desarrollaba el conflicto, Isgarren iba avanzando cada vez más hacia el interior del bastión. Lyhr y Dagda estaban mortificados viendo en lo que se había convertido. Lo que quiera o quien quiera que hubiera estrechado sus zarpas sobre el alma de Isgarren, las había clavado bien profundas. Y las palabras que profería se calvaban como flechas. Para tratar de hacerle entrar en razón, teníamos que exponer sus vulnerabilidades, desmantelar todos sus hastiados pensamientos e ideales hasta que no quedara refugio en el que pudiera esconderse. Tiene errores que asumir, consecuencias que afrontar y un demonio que matar.

Isgarren acabó por apartarse, retirándose más al interior del anillo. El grupo siguió avanzando, luchando contra sus propios corazones rotos. Isgarren dirigía con tino sus palabras. A mí, a Mabon... Dagda señaló que, en tiempos normales, era de naturaleza crítica, pero que esto excedía con mucho sus peores días. Lyhr mantuvo la compostura, vigilando la situación y subrayando que Isgarren se dirigía al corazón de Amnytas: la aguja del mundo. Lo único que mantenía a raya una invasión a gran escala de los kryptis.

Perseguimos a Isgarren hasta la siguiente abertura. Su atención se volvió enteramente hacia mí, acusándome de causar únicamente dolor aquí, como había hecho en toda Tyria. Toda una vida de perjuicios que empezó con Zhaitan y que había llegado hasta aquel momento. Isgarren solo veía en mí una amenaza. Cuando yo "reaccioné" y "salí en desbandada" rumbo abajo, aseguraba que él había protegido este mundo del de arriba. Pero yo sé perfectamente que su ego inflado no es más que eso. Puede que él nos protegiese de los kryptis, pero yo fui quien impedí que los dragones ancianos arrasaran con el mundo entero. Manifestaciones tóxicas y vulgares se desgajaron de su esencia y se revolvieron contra nosotros, en un intento del subconsciente de Isgarren por defender sus elecciones. Llevaban demasiado tiempo enconadas, y era necesario recordar debidamente a Isgarren lo que está en juego. Nuestro mutuo hogar, el que cada uno de nosotros había jurado proteger a su modo. El suyo, más antiguo.

Desgastado y agotado de plantar cara a nuestra benevolencia combativa, Isgarren volvió a huir de nosotros. Sin embargo, no le dimos respiro y lo acorralamos al poco. Con pocas opciones ya para huir, Isgarren se quedó inmóvil. Su furioso espíritu aún bullía, pero algo... extraño ocurrió (más extraño aún que lo acontecido anteriormente). Cuando derrotamos a los krytpis que parecían alimentarse de Isgarren, estos liberaron esencia de unidad, desvelando que, en el interior de nuestro rival, quedaba al menos un atisbo de verdad. Nos había oído.

Isgarren entendió que el único modo de avanzar era hacerlo juntos, con el Resguardo Astral. Conmigo, incluso. Cuando le arrojé esta esencia a él, a su manifestación, se vio propulsado hacia delante. Su gélido exterior comenzó a resquebrajarse, dejando asomar un atisbo del verdadero Isgarren. Avanzó a duras penas, acercándose un paso más a la aguja.

En cuanto el escudo cayó, la voz de Cerus resonó procedente de Isgarren y el brujo se apartó, esta vez para protegernos. Un portal a la aguja del mundo se abrió en su lugar.

***

Lo seguimos hasta lo más alto de Amnytas, la cima de la aguja del mundo. Todos se mantenían firmes, dispuestos a defender su hogar. Con ganas de mantener Tyria a salvo. El grupo se desplegó para combatir a los kryptis, mientras Zojja y yo, a petición de Dagda, manteníamos a Isgarren ocupado para que ella, junto a Lhyr, pudiera intentar expulsar a Cerus de su mente.

Iban asomando atisbos del verdadero Isgarren según luchábamos, pero esos momentos de moralidad quedaban sofocados cuando Cerus apretó su yugo. Una oleada de energía sobrecogió al grupo, dejando inconscientes a la mayoría de nuestros aliados. Solo quedamos en pie Dagda, Lhyr y yo.

Nos aproximamos lentamente a él, pero, antes de que pudiéramos asestar el golpe final, Cerus cambió su plan de ataque y abrió una fisura justo delante de nosotros. Isgarren y yo no pudimos evitar caer a su interior.

Mi historia