El Rey de Medianoche se refugia en Zakiros, consolidando sus fuerzas y reforzando sus fortificaciones. Dado el sacrificio de Labris y la ira de Eparch, no esperaba paciencia por su parte. Hasta el general Nephus parecía perplejo por la retirada de Eparch. Perplejo... y receloso. Es difícil saber lo que nos aguarda en Zakiros cuando ataquemos. Si es que atacamos.
Se mascaba tensión en la vivac avanzado y Ramses me pidió que interviniese. Cuando llegué, Nephus y Frode estaban a punto de lanzarse el uno a la yugular del otro; intervine antes de que llegasen a las manos. Frode aseguraba que, sin refuerzos, era demasiado arriesgado invadir Zakiros y que sería una necedad por nuestra parte hacerlo sin ellos. Nephus argumentaba que las tropas estaban muy dispersas, que el frente estaba a punto de venirse abajo y que sería absurdo esperar a tropas que tal vez nunca se materializasen. Desgraciadamente, Galrath había vuelto a la torre del brujo sin dejar indicación alguna de si recomendaría al Resguardo Astral unirse plenamente al asalto o no.
Los ánimos volvieron a caldearse, pero, por fortuna, llegó Peitha y exigió que ambos líderes se respetaran. Se mostró de acuerdo con Nephus en que debíamos atacar, y teorizó con que, quizá, la posición de Eparch pudiera ser más débil de lo que parecía. Después de todo, no había pasado a la ofensiva pese a las numerosas oportunidades que había tenido de hacerlo.
Nephus se mostró complacido de que Peitha estuviera de su lado, pero advirtió del peligro de subestimar a Eparch, sobre todo porque percibía que un ejército se estaba congregando en Zakiros. En todo caso, se había tomado una decisión.
El ataque a la ciudadela de Eparch daría comienzo en cuanto resolviéramos algunos de los conflictos menores de la zona interior de Nayos. Así, acudí a la zona para ayudar a las tropas mientras Nephus y Frode elaboraban el plan de combate.
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Me puse manos a la obra por la zona interior de Nayos, ayudando a los kryptis aliados y a los voluntarios del Resguardo Astral allá donde me topaba con ellos. Con cada escaramuza ganada, liberaba las fuerzas que Nephus y Frode necesitaban para poner en marcha su plan de combate.
Cuando Ramses me alertó de que nuestras fuerzas estaban listas, volví al vivac avanzado a negociar la estrategia. Nephus, Frode, Arina y Peitha aguardaban mi llegada.
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En la vivac, la planificación estratégica estaba en pleno desarrollo. Según cruzábamos el campamento hablando del plan para dividir nuestras fuerzas entre las torres de Zakiros, una kryptis herida de la enfermería se le echó encima a Peitha. Su proclama, "¡Muerte al falso rey!, ponía de manifiesto sus malévolas intenciones contra la vida de Peitha.
Contuvimos el intento de asesinato inicial, pero se desató el caos. Sobre el pasadizo de paredes de roca llovió un torrente de guijarros, y los guerrilleros leales atacaron desde todos los ángulos. Nosotros contratacamos desesperadamente, manteniendo el tipo contra oleadas de asesino. Cuando cayeron los últimos leales, encontré a Frode y Nephus con Peitha. Al evaluar la situación, Peitha se echó a reír estrepitosamente. Ramses le preguntó por qué, y ella le contestó que qué olía en los despojos de los asesinos. "Miedo", contestó Ramses, casi con incredulidad.
¿Es posible? ¿Se trataba de una maniobra a la desesperada de Eparch? ¿Temía de verdad un ataque a su ciudadela, a pesar del número de efectivos a sus espaldas?
Supongo que pronto lo sabremos; al fin ha llegado el momento de lanzarnos contra la ciudadela del Rey de Medianoche.