Diario de historia/Janthir Wilds
Las entradas del Diario de historia de Guild Wars 2: Janthir Wilds sirven como un resumen de la historia eficaz desde el punto de vista del Comandante del Pacto y se transcriben aquí.
Janthir Wilds: Acto 1
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Prólogo: La Alianza Tyriana
La primera cumbre de la Alianza se celebró en la sede de la Iniciativa. Malice y la condesa Anise estaban en la puerta, semiasfixiadas por la abrumadora atmósfera burocrática. Bueno, Malice estaba tan inquieta como un cachorro charr antes de una lucha de entrenamiento. A la condesa, en cambio, se la veía totalmente en su salsa. Rodeada de grandes nombres y, probablemente, hasta emocionada por la perspectiva de poder dejarlo todo y defender a la reina Jennah, en caso de que se lanzara alguna daga (una de las de verdad, no un vituperio político). Creo, que en esta ocasión, estoy con Malice.
Antes de que la cosa comenzase, Anise me animó a mezclarme con el resto de invitados. Hice la ronda, yendo de un lado a otro. Aparte de durante los preparativos de guerra, no había visto a nadie apostar así por la diplomacia desde la cumbre mundial, y eso acabó con un ataque de dragones. Aunque debo mantener un cierto grado de cautela, admito que el esfuerzo desplegado es impresionante. Aunque la actual delegación solo representa una mera huella en el mundo, tenemos ante nosotros representación de Cantha, Elona, Maguuma, Kryta y Ascalon. Hasta el Dominio de los Vientos mandó a alguien para tomar notas. Sin duda, esta congregación despertará todo tipo de oposiciones, pero viéndonos intentar encontrar la solución..., parece el momento adecuado de lanzarse a probar suerte.
Cuando las cosas se pusieron finalmente en marcha, el ambiente reinante se tornó un tanto tenso y tácito. Los kryptis son quienes nos han unido, después de todo y, dada la incertidumbre que rodea esas circunstancias, no puedo echar en cara a nadie que muestre una actitud rígida. Skarti y Dagonet hablaron de sanación en Hoelbrak y la Arboleda —los efectos que perduraban de Mordremoth, Jormag y Primordus en los sylvari y los norn. Ludo habló de obligar a Rata Sum a participar en la conversación global. Crecia nos puso al día del juicio de Bangar y del creciente clamor por coronar a un nuevo Khan-Ur. La emperatriz Ihn, de la integración de Cantha. El mundo no solo se resistía a detenerse, sino que habían acometido progresos nada desdeñables.
La reina Jennah fue la última en intervenir. Habló de nuestro mutuo sufrimiento bajo el yugo de las garras de los dragones ancianos y de cómo ese sufrimiento nos había acercado a la paz con la formación de la Alianza. Luego tornó su atención a los ataques demoníacos en sí, por haber sido el elemento catalizador que finalmente había puesto las cosas en marcha. Skarti, Dagonet y Ludo, por su parte, metieron baza con detalles sobre los ataques que sus ciudades habían soportado. Jennah expresó sus remordimientos, afirmando que no debía darse por buena ninguna muerte. Y entonces... Bueno, no me equivocaba conteniendo la respiración: Jennah reveló el nombre de los kryptis y, mientras la estancia se agitaba presa del miedo y la confusión, Isgarren apareció con el gesto más grandioso que un anciano podría tener. La existencia del Resguardo Astral, para bien o para mal, quedó desvelada al resto de Tyria.
Frode entró un poco después, algo irritado con la pomposa escenografía del brujo. Viendo que la cosa no se calmaba, me ofrecí a hablar con los otros delegados e intentar templar los ánimos. Crecia, exhausta de toda la puesta en escena, se mostró de acuerdo. Según recorría la estancia, las reacciones de los aliados ante Isgarren iban de cautas a airadas. Tienen muchas preguntas. ¿Por qué ahora? ¿Por qué no habían ayudado antes? No me importaría escuchar a Isgarren contestar unas cuantas...
Una vez enfriados los ánimos, la cumbre se recompuso. Isgarren y Frode —pero sobre todo Frode— intentaron responder las preguntas del grupo y ofrecer empatía ante la comprensible consternación reinante. Explicaron que ya habían lidiado con los kryptis, a excepción de unos cuantos huevos podridos que podrían colarse de cuando en cuando. Pusieron cuidado en omitir algunos de los detalles más crudos. Y probablemente fuera para bien; no tengo muy claro el grado de aceptación que tendría Peitha para el resto del consejo. O que hubiésemos ayudado a un ente demoníaco a reclamar su corona.
Isgarren advirtió de que los kryptis son un presagio y que tenemos ante nuestros ojos un mundo muy diferente tras la muerte de Soo-Won. El velo entre Tyria y la Niebla nunca ha sido tan fino, y es necesario prepararse para lo que pueda estar por venir. Somos, como ya he oído en múltiples ocasiones, sangre en el agua. La reina Jennah sugirió que todos nos tomásemos un instante para reflexionar y tal vez reunirnos en corrillos más reducidos con el objetivo de hablar de lo acontecido en el día y centrarnos en la senda que se abría ante nosotros. Isgarren se ofreció a hablar también de forma individual con cada uno para poder tratar de contestar cualquier interrogante que pudieran albergar. Las tensiones, aunque aún palpables, se disiparon un poco.
Cuando el grupo se disolvió, Crecia me invitó a acercarme a la chimenea donde tanto ella como la reina Jennah, Dagonet, Isgarren y sus escoltas habían quedado. Dagonet lanzó inmediatamente la pelota al tejado de la reina: ¿cómo se había enterado ella de todo esto? Anise, cómo no, tuvo su papel en eso. Ya lo comentaré más adelante, a ver si me acuerdo. Isgarren reiteró la discusión con un grupo de mayor tamaño, avisando de que todas las naciones debían estar preparadas para cualquier amenaza adicional surgida de la Niebla. Los kryptis no eran más que una de muchas y, cualquier cosa que se hubiese alejado de Tyria cuando los dragones ancianos tenían el monopolio, ahora no temería tanto echar un ojo a la situación. A pesar de mi fe en ella, Aurene por sí misma no impone tanto como el panteón al completo de los dragones ancianos en su día.
Sugerían que nos preparásemos. Que hiciésemos acopio de aliados y amistades. Eso era algo en lo que todos podíamos estar de acuerdo. A modo de rama de olivo, Frode extendió cierta información sobre los kodan de las tierras bajas —una apartada colonia que vivía cerca de la frontera entre Kryta y Janthir. La reina Jennah apenas había oído hablar de ellos, aunque destacó que su padre podría haber mantenido algún contacto en el pasado. Pero, en un tiempo ene l que los aliados son oro, un liderazgo estratégico sigue siendo un liderazgo, y Jennah estuvo de acuerdo en que recurrir a ellos podría ser productivo para la alianza, dado el estado de las cosas. Frode sugirió que me uniese yo también como representante del Resguardo Astral y de la propia Tyria. Malice, como emisaria encargada de recopilar información, se ofreció a venir conmigo. Y así fue como mi misión cobró forma.
Janthir. Un lugar peligroso. Me acuerdo de Caudecus, el Manto Blanco... Los mursaat. Varias leyendas que podrían agriar un vaso de leche de dolyak. Y acepté la oferta para liderar la marcha.
No puedo decir que no albergue cierto escepticismo ante esta misión. ¿Viajar a uno de los territorios menos cartografiados de la Tyria accesible para forjar lazos con una colonia kodan aislada? Aún ando equilibrando mis expectativas, pero le reconozco una cosa a Isgarren: no pensaba que fuera a desvelar la existencia del Resguardo Astral tan pronto, aunque las circunstancias exijan ahora un poco de aprensión. Es mejor que la gente esté al corriente, y me alegro de haber aligerado ese peso de mis hombros.
También es cierto que a lo mejor una excursión por parajes naturales es justo lo que necesito. Ejercer una dosis de diplomacia más allá de las necesidades de la guerra me hace sentir de nuevo comandante.
Territorio desconocido
Me dirigí a Linde de la Divinidad para reunirme con la condesa Anise. El Resguardo Astral había establecido un portal entre la ciudad y el Campamento Luna, uno de sus puestos avanzados apostados en los confines del extremo sur de Janthir. Esa será nuestra base de operaciones para esta misión. Anise me advirtió de que los alojamientos eran un tanto pomposos, pero ya siempre espero cierto grado de exageración en todo lo referente al Resguardo Astral
***
Cuando crucé el portal rumbo al Campamento Luna, Malice me estaba esperando. Ya estaba asimilando su nuevo entorno, empapándose de todo cuanto podía. Para mi sorpresa, Caithe estaba a su lado. Explicó que se unía a nosotros por orden de Dagonet; un gesto diplomático, seguro. Parte de m[sic] sospecha que Caithe necesitaba una aventura, sobre todo después de que Aurene se echara a dormir. No conozco a nadie de Filo del Destino que se encuentre a gusto en un trabajo de oficina.
Las dos estaban charlando con Vanak, representante del Resguardo Astral y junto a quien luché brevemente en Amnytas. Antes de aclimatarme, me dijeron que Frode quería hablar conmigo a solas. Di con él en su despacho temporal, cansado y encorvado sobre el escritorio, ocupándose de los esfuerzos de aclimatación tyrianos.
Como todo había acabado dando fruto —la Alianza Tyriana y su súbita misión de entrar en Janthir disfrazándolo de diplomacia—, estaba esperando que ocurriera algo gordo. Todo estaba demasiado bien alineado. Frode preguntó si había oído hablar de Tristeza Latente mientras ayudaba al Resguardo Astral a combatir a los kryptis. El nombre me sonaba, desde luego, y me recordó que ella era quien había fabricado el Corazón de lo Oscuro. Era la antigua líder del Bastión de lo Celestial, si no recuerdo mal. Llevaba dos siglos desaparecida, supuestamente escondida entre los kodan en Janthir.
Isgarren la consideraba una "villana", pero Frode me advirtió de que Dagda hacía[sic] desbaratado todo lo que Isgarren daba por cierto sobre esta figura. También subrayó que, pese a este motivo ulterior ahora revelado, los habitantes de las tierras bajas serían valiosos aliados para la Alianza. Sería una misión productiva, diéramos o no con nuestro objetivo.
Antes de pedirme que me fuera, me proporcionó toda la información posible; estos kodan son nómadas que construyen durante cien años o así y luego se mudan a otra región cuando les es propicio. Y desconfían de la magia. Bueno es saberlo.
Tras mi iluminadora charla con Frode, regresé con los demás. Antes de partir rumbo a la espesura para experimentar Janthir de verdad por primera vez, Vanak nos enseñó el Campamento Luna y compartió con nosotros todos los detalles posibles sobre la región. Rumores de una ciudad mursaat abandonada en algún lugar de las islas y vestigios del Manto Blanco; bestias de los frondosos parajes naturales... Tenía el presentimiento de que Janthir sería peligrosa, y la información del Resguardo lo confirma.
Cuando acabamos con el tour, Malice, Caithe y yo partimos del Campamento Luna y nos dirigimos a la espesura del bosque. Ancestral. Un poco intimidante. Pacífico.
Fue entonces cuando caímos en la emboscada de una manada de lobos y valravn, que son una auténtica plaga en la zona. Una cálida bienvenida.
***
Tras sofocar las amenazas, nos adentramos más en el bosque. Captamos una señal del Resguardo Astral, una llamada de socorro. Un par de exploradores del Resguardo estaban recibiendo el ataque de algo, y ese algo sonaba grande. Seguimos su rastro, defendiéndonos de las criaturas atacantes mientras nos abríamos paso entre los árboles.
Cuando al fin llegamos donde se encontraban los dos miembros del Resguardo Astral, estaban luchando por su vida contra una extraña bestia. ¿Una garrabélica, quizá? No creía que hubieran podido abandonar la Niebla.
Antes de que pudiéramos causar mella alguna en la bestia, una partida de caza kodan se lanzó al combate. Los aliados que habíamos estado buscando vinieron así a nosotros. Su líder nos hizo una señal para que nos detuviéramos, indicándonos cómo calmar a la bestia de otro modo. Nos hizo entrega de un ungüento con ese fin y, para nuestra sorpresa, funcionó.
Cuando todo en el claro se hubo apaciguado y la bestia estaba en calma, la habitante de las tierras bajas inspeccionó a los dos miembros del Resguardo Astral. Con cautela, se presentó con el nombre de Valle Espinado y se ofreció a guiarnos hasta su aldea antes de que anocheciera; el bosque se tornaba en un lugar aún más peligroso, una vez se ocultaba el sol.
Sus subordinados silenciosa y cuidadosamente velaban por nosotros mientras partíamos rumbo a la aldea.
***
Seguimos a Valle Espinado de vuelta a la aldea, que no estaba a demasiada distancia andando. La garrabélica, o "criatura errante" como los habitantes de las tierras bajas la llamaban, se agitó un poco cuando emprendimos el camino. Logramos calmarla justo a tiempo, cuando alcanzábamos las puertas de la Guarida de la Cosecha, la aldea de los habitantes de las tierras bajas.
Valle Espinado me condujo hasta un redil para la criatura errante y me hizo entrega de un mejunje para alimentarla. La actitud de la criatura finalmente se apaciguó lo suficiente como para permitirme estar cerca. Supongo que a todos nos amansa la comida cuando nos agrian el carácter.
Según se acomodaba en su redil la criatura errante, otra voz nos interrumpió. Aliso Estoico, garra de los kodan de las tierras bajas, miró a Valle Espinado y luego a nosotros y nos preguntó nuestro propósito. Su presentación fue breve, tras la cual nos guio directamente hasta la mayor cabaña en el centro de la población. Probablemente, las prisas fueran para mantener a su gente en calma, o tal vez para mantener a raya a su inesperados visitantes.
Nos hizo entrar en su sala de asambleas, donde justo se estaba celebrando una reunión de su propio consejo. Como arrancando un apósito de una herida reciente, nos presentó como la Alianza Tyriana. El resto del consejo se mostró escéptico; fuera cual fuese la conversación que estuvieran teniendo cuando entramos, en ese momento se hizo el silencio. Uno de los kodan más jóvenes mencionó algo del tipo "forasteros entre tierras". Cuando nos ofrecimos a brindarles información sobre los kryptis, Aliso Estoico sacudió la cabeza en señal de negación. Si hubiera tenido que adivinar, diría que están lidiando con una amenaza distinta que no están en disposición de compartir.
Independientemente de cuál fuera esa amenaza, hice lo que había ido a hacer: les ofrecí un lugar en la Alianza Tyriana. Aliados en un mundo en el que los amigos son vitales. La garra no mostraba demasiado entusiasmo; tal vez su actitud no fuera hostil, pero tampoco especialmente interesada hasta entonces. No era el momento ni el lugar.
Una vez finalizada la conversación, nos invitó a conocer al resto del consejo local y a descubrir su aldea de primera mano. Estos habitantes de las tierras bajas parecen funcionar a las órdenes de un líder, su garra, a quien a su vez aconsejan varias figuras de determinadas disciplinas establecidas, también llamados "maestros". Hasta ahora, he conocido a Gracia Ardiente, maestra de las garrasbélicas[sic] o criaturas errantes; Aurora Apagada, maestra sanadora; Liquen Burlón, maestro de las leyendas; y Valle Espinado, maestra de lanzas. También me presentaron al hijo de la garra: Flecha Serena, o "Pincho", cuya seguridad en sí mismo casi me hace sentir nostalgia de la ingenua confianza de la juventud. Su padre le encomendó enseñarnos la aldea, una experiencia que, a buen seguro, será tan memorable como interesante.
Diplomacia y descubrimiento
Como el hijo de la garra decidió eludir su deber como guía turístico, Malice, Caithe y yo resolvimos familiarizarnos con la Guarida de la Cosecha por nuestra cuenta. Es un lugar pintoresco. Cualquiera podría olvidar con facilidad que se halla en las traicioneras tierras de Janthir. Pese a nuestra abrupta llegada, los lugareños nos han recibido con mucha amabilidad, aunque bajo su calidez se adivine una comprensible cautela.
Estando por aquí he practicado con la lanza y entrenado con las garrabélicas locales, o "criaturas errantes", como las llaman aquí. Ambas son pilares de la cultura de las tierras bajas, y espero que mi participación se vea como un gesto de buena voluntad. Desde que son críos, la gente de las tierras bajas entrena estas dos disciplinas y terminan por forjar un fuerte vínculo con ambas. Sabia estrategia para sobrevivir en esta dura tundra.
Una estrategia que los de las tierras bajas parecen más reacios a utilizar es la magia. Dejando a un lado su uso de algunas hierbas y otras prácticas basadas en la naturaleza, no se sienten muy cómodos con la magia. Todo lo contrario que el enfoque del Resguardo Astral. Eso sí, algunos locales se muestran receptivos a los esfuerzos del Resguardo e intentan incorporar la magia en sus labores diarias. O, al menos, los kodan son los suficientemente pacientes como para satisfacer los caprichos del Resguardo.
Caithe y Malice también han estado ocupadas. Para ser una antigua rebelde, a Caithe se le da muy bien conectar con la gente. Los lugareños parecen encantados con ella, y es recíproco. Este viaje parece estar dándole cierta vitalidad. Malice, siempre diligente, se puso de inmediato a recopilar información; es decir, a espiar a nuestros anfitriones. Hemos oído rumores de "forasteros" que dan problemas a los lugareños. Ofrecer nuestra ayuda a la gente de las tierras bajas podría ser lo que nos hiciera ganar su confianza y afianzar las relaciones diplomáticas, pero, para ello, necesitaremos más información sobre estos "forasteros" y su paradero. Por suerte, contamos con la gente adecuada para conseguirlo.
***
De camino a reagruparme con Aliso Estoico, Frode solicitó que me detuviera para discutir brevemente los hallazgos. En el Resguardo Astral se han enterado de la existencia de los misteriosos "forasteros", aunque apenas conocen detalles. Igualmente, la búsqueda de Tristeza Latente continúa en sus etapas preliminares. Aparte de las afirmaciones de Isgarren y algunas palabras de Dagda respecto a su desaparición, tenemos poco con lo que arrancar. Hasta ahora, quien más se ajusta al (ciertamente incompleto) perfil de Tristeza Latente es la maestra lancera Valle Espinado. Es fuerte y parece bastante perspicaz. Sin embargo, eso no constituye prueba alguna, por lo que estaré al tanto de posibles pistas mientras Frode sigue con su cometido.
Antes de irme, hablé con Vanak, que me informó de algunos avistamientos de fisuras. Afronté el asunto con el Corazón de lo Oscuro. Sin embargo, los enemigos que manaban de las fisuras eran algo que jamás había visto, y desde luego no eran kryptis. Informé a Vanak, y mi hallazgo pareció desconcertarle. Una cosa es segura: la fama de Janthir respecto a sus oscuros peligros está más que justificada.
Hogar, dulce hogar
Tras pasar un tiempo en la Guarida de la Cosecha, Aliso Estoico me invitó al norte para visitar su antigua heredad. Al principio, me sorprendió el desastroso estado de su propiedad. Sin embargo, el motivo pronto se hizo dolorosamente claro. Había sido antaño el hogar familiar de la garra, dejado en manos del abandono tras la muerte de Dique Sedoso, compañera de vida de Aliso y madre de Pincho. Dique se unió a la iniciativa en el norte para contener el alzamiento de Jormag, lance que acabó trágicamente con la vida de esta.
Aunque no hace tanto que conozco a la garra y a su hijo, es difícil no dejarse conmover por su pérdida. No es que tenga mucha experiencia en asuntos del corazón, pero sé que una ausencia de ese calibre nunca puede olvidarse. Y con respecto a Flecha Serena, fue una desgracia a una edad muy delicada. Admito que, a pesar de sus excentricidades, a menudo cargantes, y su apática actitud respecto a la responsabilidad, Flecha Serena es increíblemente fuerte. La vida ya le ha robado mucho. Con todo, ha mantenido la cabeza bien alta y arrojado luz sobre todos a su alrededor.
Me ocupé de poner un poco al día la descuidada heredad para ayudar a aliviar la carga familiar. Aunque no esperaba nada a cambio, Aliso Estoico me recompensó con una generosidad que no había anticipado ni remotamente. ¡Me regaló la propia heredad! Reconozco que ese lugar fuera probablemente más una carga emocional que un bien inmobiliario para él, pero eso no resta ni un ápice de importancia a la grandeza del regalo. No puedo evitar plantearme si el gesto ha sido en parte diplomático. En cualquier caso..., ¡tengo mi propio hogar! Algo que nunca creí posible. De hecho, la idea de arraigar en un lugar apenas se me había pasado por la cabeza. Pero, tras años de aventuras, tener un lugar donde sentarme a relajarme suena bastante bien. Bueno, si tuviera donde sentarme, claro...
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Siguiendo el consejo de Aliso Estoico, visité a Lahar Hábil, maestro de heredades local. La visita tuvo un comienzo... difícil. A Lahar no le hacía ninguna gracia que fuera yo, y no él, quien se encargará de arreglar la heredad de Aliso, dado que se trataba de un viejo amigo y que yo no era más que alguien de fuera. Aunque sospecho que Aliso lo prefería así precisamente por eso, por lo pesado de la tarea. Por suerte para mí, Lahar no tardó en bajar la guardia cuando demostré mi capacidad para trabajar duro. Gracias a esa confianza, me enseñó a construir mi primera pieza de mobiliario: una cama. ¡Algo de lo más útil, sin duda!
También me presentó a su pareja, Sauce Paciente, una tejedora habilidosísima. Ambos hacen una pareja de lo más interesante y sus conocimientos se complementan mutuamente. Sauce me enseñó a tejer un patrón tradicional para una colcha, y así poder adornar mi nueva cama. Por lo visto, el diseño de la colcha representa "nuevos comienzos". Un simbolismo de lo más adecuado, desde luego.
***
Regresé a la heredad de Alis... A mi heredad tras mi vista con Lahar Hábil y Sauce Paciente. Una vez conseguidas cama y manta, Aliso Estoico y Flecha Serena parecían impresionados con mi destreza manual. Aliso se sintió especialmente intrigado por el estampado elegido por Sauce, que parecía despertarle recuerdos. Sin embargo, no hubo tiempo de abandonarse a divagaciones mentales: Aurora Apagada se pasó. Andaba buscándome a petición de Valle Espinado. Según parece, me necesitaban en el puesto de caza. El porqué no me ha quedado muy claro, pero pronto partiré para allá con el fin de averiguarlo. Por ahora, les he dejado claro a Aliso y Pincho que siempre tendrán abiertas las puertas de mi nueva heredad. Con todo, creo que agradecerán un momento a solas para despedirse como es debido, aunque sea simbólicamente. Yo tengo mucho que hacer entretanto.
Desaparición en plena acción
Me aventuré al puesto avanzado de caza para reunirme con la maestra lancera Valle Espinado. Me habló de la misión del puesto avanzado como centro para proteger la flora y la fauna y para preparar las bestias cazadas para alimentar a la aldea. También me habló de la filosofía de los habitantes de las tierras bajas de tomar solo cuanto puede compensarse y de la importancia de forjar lazos para la supervivencia. Por ello, me animó a pasar tiempo con la criatura errante que vaga libremente por los alrededores. No dijo nada, en cambio, de a qué se debía que me hubieran invitado a ese lugar. Tanta cautela al respecto no ha ayudado a acallar mis sospechas, precisamente, aunque, por el momento, supondré que no es más que precaución por su parte. En todo caso, aproveché la oportunidad para familiarizarme con el puesto avanzado y los alrededores. Me topé con otro miembro clave del consejo, el maestro de caza Cráter Inmenso, cuidando del redil de garrabélicas. Tras echar una mano aquí y allá por el puesto avanzado y pasar tiempo con la criatura errante, regresé adonde estaba Valle Espinado, esta vez con la intención de obtener respuestas claras.
Y recibí respuestas, desde luego. Para empezar, las indagaciones de Malice resultaron de lo más acertadas. Los retazos de información que recopiló sobre los forasteros y las preocupaciones de los kodan son totalmente válidos y apremiantes. Según Valle, una partida de caza liderada por la maestra de garrabélicas Gracia Ardiente partió en busca de información sobre uno de los forasteros y su paradero. Echando la vista atrás, es verdad que parecía con los nervios a flor de piel durante la reunión del consejo de los habitantes de las tierras bajas. Su aprensión parece perfectamente justificada, sabiendo ahora lo que ocurrió después. Valle dijo que, desde que el grupo partió, el consejo no había podido contactar con Gracia Ardiente ni ninguno de los exploradores que la acompañaba. Y, hasta el momento, todas las búsquedas por los parajes cercanos han resultado fútiles.
Tras relatarme la difícil situación, Valle Espinado me pidió ayuda para dar con los exploradores desaparecidos. Yo, por supuesto, me he prestado a ello, al igual que Caithe y Malice. Mi plan es aventurarme a zonas salvajes cercanas en su compañía para proseguir con la búsqueda. Aunque no conocemos el entorno tan bien como los habitantes de las tierras bajas, hemos demostrado una gran habilidad siguiendo pistas. Si somos capaces de encontrar algo, lo que sea, que nos guie en la buena senda, tal vez podamos rescatar a los exploradores de los peligros que acechan. Por si la situación no fuese ya complicada de por sí, Valle me alertó de una espesa niebla que se extiende desde las aguas. Escasa visibilidad es lo último que necesitamos, aunque contemos con la ayuda de una criatura errante. Pero no hay tiempo para dejarnos desalentar por las dudas. Hay que salir, empezar a buscar e ir adaptándonos sobre la marcha. Los exploradores no pueden permitirse ningún titubeo por nuestra parte.
***
Devastador. Es la única palabra adecuada para describir cómo se ha desarrollado todo. Pero empezaré por el principio.
Me reuní con Caithe y Malice en el delta para iniciar nuestra búsqueda. Tal y como temíamos, la niebla era cegadora, como si nos hubieran puesto una lámina gris sobre los ojos. Recorrimos el bosque, cada sendero sumiéndonos más y más en la desorientación. Es fácil ver cómo este lugar puede hacerte ir dando tumbos, por mucha experiencia que tengas. Avanzábamos a duras penas, la niebla más densa y pútrida cada vez que respirábamos. Cuanto más andábamos, más parecía reinar una sensación de inquietud, como si unos ojos invisibles nos acecharan entre los árboles. Observando... Esperando... Y entonces, una emboscada. La primera de muchas. Nuestros combatientes eran manadas de criaturas perturbadoras, cuya espantosa apariencia se antojaba tierra purulenta. Pensándolo detenidamente, se parecían a las criaturas que vi cuando estuve cerrando fisuras para Vanak, solo que el entorno les confería un aura aún más siniestra.
Entonces, encontramos el cadáver. El primero. A juzgar por su estado, llevaba un tiempo descomponiéndose. Nos pareció demasiado putrefacto para los días que llevaban desaparecidos los exploradores... hasta que dimos con el resto. Cadáveres tirados por el frío suelo como mudas descartadas. En mis años de experiencia, he visto lo que la muerte puede hacerle a un cuerpo. Pero esto... Era como si su mismísima alma se hubiese infectado y hubiera podrido el cuerpo desde dentro. Y el hedor... La forma en que perforó mis pituitarias, provocándome una sensación casi inmediata de quemazón en la parte posterior de los ojos... Me temo que ha quedado para siempre sellado en mi memoria.
De pronto, una voz se hizo presente entre aquel horror. Débil pero inconfundible. Buscando vida entre aquella carnicería, descubrimos a Gracia Ardiente, la única superviviente del grupo. Yacía derrumbada sobre un montón de heridos. Corrimos en su ayuda con la determinación de llevarla a casa con su último hálito de vida intacto. Y fue entonces cuando decidió mostrarse. El "forastero".
No es un forastero históricamente hablando, si lo que Malice nos asegura es cierto. En su opinión, la criatura es un titán. Es verdad que ninguno de nosotros había visto uno en persona, pero yo he escuchado historias, leído sobre su legado. Todo lo que puedo decir es que, según se fue acercando, parecía sin duda una criatura digna de las tumbas ancestrales. Antes de que pudiéramos procesar su llegada, huyó, dejando a un esbirro para luchar en su lugar. Una maniobra de cobardía de primera.
Tras un acalorado enfrentamiento, sometimos a la bestia y, a continuación, priorizamos nuestros siguientes pasos. Lo más urgente era que Gracia Ardiente recibiera asistencia médica. Dado el carácter histórico de sus ganas de venganza, Malice fue quien mostró más reticencia a abandonar la lucha. Sin embargo, si queremos tener opciones contra esos monstruos casi legendarios, debemos dejarnos guiar por la intención, no por impulsos. Cuando Gracia Ardiente esté a salvo, está claro lo que hay que hacer. Es hora de organizar un consejo de la Alianza.
Forasteros entre tierras
La Alianza Tyriana ha sido oficialmente convocada a una segunda cumbre para hablar de lo ocurrido a Caithe, Malice y a mí en Janthir. Hora de ver lo que piensa el resto del mundo.
***
Aliso Estoico quedó conmigo fuera del enclave; esta será su primera gran presentación al resto de la Tyria moderna. Estaba nervioso, pero tan preparado como cabía esperar. Su gente está en peligro, y anteponer los intereses de su pueblo a los suyos propios es lo que debe hacer la garra.
Ya se mascaba la tensión en la sala cuando entramos. Ocupé mi lugar en el podio y todo se puso en marcha. El Resguardo Astral confirmó lo que Malice parecía saber nada más producirse el primer encuentro: que los titanes habían regresado a Tyria, en efecto. Criaturas demoníacas de la Niebla. Hasta el momento, se pensaba que eran seres erradicados de Tyria.
Escuché con atención las crecientes preocupaciones, la confusión, las ansiedades y los miedos de los presentes. Justo mientras abordábamos otro momento de tensión, Livia apareció en la puerta para echar un poco más de leña al fuego. Solicitó que recurriéramos al cetro de Orr —o Legavo—, un arma de vidente ancestral diseñada para controlar o manipular a criaturas procedentes de la Niebla. Nadie tenía una respuesta clara sobre si el objeto funciona realmente o no, pero al menos unos cuantos de los presentes en el consejo estaban dispuestos a arriesgarse para acallar la amenaza lo antes posible. Como no había forma de acordar unánimemente lo que se debía hacer, pedí realizar una votación. La reina Jennah y Ludo andaban a la gresca, lanzándose mutuamente a la yugular, pero incluso ellas estuvieron de acuerdo en que no iban a dar su brazo a torcer. Todo el mundo se tomó un instante para recapacitar acerca de su postura antes de retomar la sesión.
Una vez todos decididos, el consejo votó. No recurriremos al cetro; la mayoría de los asistentes no podíamos justificar el riesgo. Como resultado, la condesa Anise nos ha ordenado a Malice, Caithe y a mí regresar a Janthir con Aliso Estoico para seguir investigando y determinar el alcance de la amenaza. Ya me he despedido de Aliso y me dispongo a ultimar mis propios preparativos antes de emprender el camino de vuelta a la Guarida de la Cosecha.
Veremos si somos capaces de cargarnos a un titán.
***
Cuando volví a la aldea, Flecha Serena estaba en pleno ataque de pánico. Aurora Apagada había abandonado la Guarida de la Cosecha en solitario, posiblemente yendo tras el titán y los supervivientes que pudiera haberse llevado consigo. Iba directa a las islas. Sola. Me imaginé que el chaval se lanzaría al combate tanto si decidía unirme a él como si no, así que aquí estamos, navegando en dirección al ojo de la tormenta.
***
Pincho nos guio a lo largo de la bahía y hasta la primera isla. Húmeda y escalofriante, estaba inquietantemente en calma cuando bajamos del esquife y pisamos tierra firme. Nos dirigimos hacia el oeste, donde hallamos los cadáveres de esas criaturas tipo esquirlas, que ahora empiezo a entender que guardan relación con el titán. ¿Sería obra de Aurora Apagada? No pudimos entretenernos mucho, pues más de estos seres nos aguardaban en el camino para tendernos emboscadas.
Al avanzar hacia el oeste, Pincho divisó un claro en el pantano... y a Aurora Apagada. Por fin la habíamos alcanzado.
***
Excesivamente envalentonada para ser una curandera de las Picosescalofriantes, Aurora Apagada plantó cara al titán. Se hacía llamar Greer, y no había nada en nosotros que le resultara amenazador.
Aurora le dijo a Pincho que huyera, pero el chaval se negó. Nos lanzamos a la lucha en un intento desesperado por preservar la vida del muchacho. Aurora mantenía la cabeza sorprendentemente fría, dadas las circunstancias. Inmediatamente buscó una solución para imponerse a la podredumbre de Greer, que se extendía a toda velocidad: semillas imbuidas de magia. Aurora nos ordenó matar a los siervos de Greer para poder limpiar la arena de su retorcida y purulenta magia.
Cuando pensábamos que las tornas giraban en nuestro favor, Greer volvió su atención a Pincho. Antes de que el titán pudiera atacar, Aurora se interpuso entre ellos. Y, justo en ese momento, su fachada al fin se vino abajo. Tras conjurar un hechizo que excedía con mucho las capacidades de una humilde curandera de las Picosescalofriantes, quedó claro como el agua: teníamos ante nosotros a Tristeza Latente. Supo detener el ataque de Greer con facilidad.
Desvelada la magnitud de sus poderes, superar a Greer fue tarea sencilla. Pero todas las miradas se volvieron a la bruja desaparecida. Pincho estaba muy afectado; su mentora le había mentido, y otra faceta de su antigua y cómoda realidad se veía sacudida. Me dijo que tenía que darse un paseo para reflexionar, así que se ha ido a un campamento de investigación con esa intención.
Ya sin miedo a que Pincho nos escuchara, le pedí explicaciones a Tristeza Latente. Más allá de establecer vínculos diplomáticos con los habitantes de las tierras bajas, dar con ella era mi siguiente prioridad. Era poderosa, sin duda, pero no la intimidante fugitiva que me habían pintado. ¿Otra fantasía melodramática de Isgarren, quizás? Su principal preocupación era Pincho y luego los titanes. Caithe y Malice, que se mantenían tan incondicionales como cabría esperar, la atosigaron con más preguntas: ¿hay más? ¿Estamos a salvo? Tristeza Latente era vaga en sus respuestas, asegurando que un repunte en las pavesas de Niebla —energías que radiaban de la Niebla— estaba produciendo perturbaciones antinaturales en la isla. Me preguntó si tenía intención de detenerla, pero si verdaderamente hay un titán rondando por la isla, ella puede ser justo la aliada que necesitamos para deshacernos de semejante enemigo, visto que ya nos ha ayudado con uno. Ocultar su identidad a los kodan podría resultar un desafío más complejo, dada la reticencia de esta gente a la magia, pero al menos la mayoría del Resguardo Astral no sería capaz de reconocerla. Después de todo, había mantenido su identidad en secreto todo este tiempo.
Pese a la tensión reinante, Caithe y Malice han afrontado la revelación de Tristeza Latente con curiosidad; lo de no inmutarse ante los secretos es cosa de superespías. Mientras digieren las nuevas, voy a ver si puedo localizar a Pincho, por saber qué tal anda. Al chaval le ha pasado de todo y no deberíamos dejarle solo en un lugar así.
Janthir Wilds: Acto 2
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Nubes de tormenta sobre Janthir
Fui a reunirme con Pincho a uno de los campamentos de investigación temporales; el Resguardo Astral y los habitantes de las tierras bajas están acudiendo a la isla para ayudar a lidiar con la amenaza de los titanes. Pero, cuando llegué, me encontré en su lugar con Aliso Estoico. Dijo que Pincho estaba muy afectado y que se había ido hacia el norte para tomarse un respiro, aunque sin dar demasiadas explicaciones. Asumo que el chaval no le contó gran cosa, lo que probablemente sea sensato. Aliso está preocupado y con razón, pero debo ir tras Pincho y no interferir en su relación.
Mientras Pincho descansa un poco, Aliso me ha sugerido que ayude con parte de la investigación local sobre los titanes. Gracia Ardiente, que me recuerda a mí con su incapacidad para permanecer de brazos cruzados tras un mal enfrentamiento, ya se ha metido de lleno en nuestra investigación. Como todo su grupo de exploración acabó exterminado, siente que les debe seguir adelante. Entiendo perfectamente todas esas sensaciones. Con Greer muerto y las manos temporalmente atadas, le he ofrecido mi ayuda. Cuanto más sepamos del titán (o los titanes), mejor que mejor.
Me ha mandado cartografiar la zona oeste. Aunque los habitantes de las tierras bajas hayan pasado cierto tiempo explorando las islas, es un territorio con el que estamos poco familiarizados. Densos núcleos de bosque, territorio salvaje, ruinas del Manto Blanco, los duraderos efectos de la hematites... Lo que pasara aquí tuvo que ser brutal, y la presencia residual de titanes no ha hecho sino agravarlo.
Tras reconocer el terreno, regresé junto a Gracia Ardiente. Como tarea final, me hizo recoger muestras de la fauna y flora local para poder evaluar mejor qué está transformando todo y por qué. Como la criatura errante a la que redujimos cerca de la aldea, aquí los animales tienen un comportamiento violento y errático. Tristeza Latente mencionó las pavesas de Niebla dispersas por la zona gracias a Greer, así que creo que podemos asumir que esa es la causa. Tal vez haya una cura, aunque si no la hay lo acabaremos sabiendo.
***
Justo cuando estaba terminando de recoger muestras, escuché a Flecha Serena rugiendo por el comunicador; desde luego, el chaval le está sacando partido al regalo de Malice. Mientras reflexionaba sobre la aparición de Tristeza Latente, se había topado con pruebas de la existencia de un segundo titán hacia el norte. Describía grietas en la tierra y huellas demasiado grandes para pertenecer a un animal, y hasta había captado un olor peculiar. Le dije que aguantase mientras yo me dirigía al norte.
Cuando me reuní con él cerca de la costa, el equipo de investigación del norte ya estaba tratando de localizar cualquier rastro de este segundo titán. Las pruebas reunidas hasta el momento hacían pensar en una bestia muy distinta a Greer; mientras este disfrutaba de entornos pantanosos, este nuevo ejemplar parecía más vinculado a la borrascosa costa. Recogí unos cuantos pararrayos de los kodan en el campamento y ayudé a colocarlos a lo largo de la costa con la esperanza de poder rastrear los movimientos de la criatura durante la tormenta. Volví junto a Pincho y confirmé su informe: andamos tras la pista de un segundo titán. Ya veremos si podemos acorralarlo.
Dado el resultado de nuestro enfrentamiento con el primero, pronto zanjaremos este asunto.
Azote doble
Tras ayudar a Flecha Serena en su investigación de campo, seguimos una pista hasta lo que creíamos que era el segundo enclave de los titanes. Desde la revelación de Tristeza Latente, Pincho no parecía tan gregario como de costumbre. Es comprensible, dada la magnitud de la situación —titanes y las nuevas verdades que ahora conocemos. A lo largo de nuestra ruta, nos abrimos paso luchando contra oleadas de siervos protectores, esta vez de naturaleza conductora. No tuvimos que llegar muy lejos para confirmar nuestras sospechas: Decima, una arrogante titana[sic] conductora, ahora nos planta cara. Hora de acabar con este caos de una vez por todas.
***
Nuestros aliados lucharon con determinación, utilizando técnicas aprendidas en la investigación realizada sobre los titanes; aprovechando con astucia el recurso de los pararrayos, inclinamos la balanza a nuestro favor. Al menos momentáneamente. Pero las tornas se volvieron rápidamente en nuestra contra. A pesar del refuerzo adicional de Flecha Serena, las defensas de Decima aguantaron férreamente. Las cosas fueron de mal en peor cuando quedó claro a mitad del enfrentamiento que Decima tenía las de ganar. Y Greer... resultó no estar muerto. Por si no bastara con que nuestro principal contrincante estuviera vivito y coleando y probablemente curado, pese a haberlo dado por derrotado, ambos titanes se están ayudando.
En ese momento en el que pasamos de la ofensiva a la defensiva, en cambio, sí que descubrimos cierta información crítica que explica por qué no derrotamos a Greer la primera vez: la armadura de los titanes parece proteger una especie de núcleo interior vulnerable. Con la ayuda de mi criatura errante, demostré que mi teoría era cierta y pude eliminar la armadura de la titana[sic], exponiendo su núcleo a ataques. Y merece la pena explorar cualquier vulnerabilidad.
Trágicamente, nuestra batalla terminó de manera abrupta cuando Flecha Serena cayó herido. Con un aliado menos y la amenaza acechando de que Greer hiciese acto de presencia, decidí que tocaba retirarnos. Flecha Serena no se tomó demasiado bien la decisión, culpándose de nuestra derrota. A decir verdad, aún en el caso de que nuestros aliados hubieran aguantado el tipo toda la batalla, no sé si nuestros esfuerzos habrían bastado. Aunque semejante perspectiva me preocupa bastante, ahora mismo no tengo tiempo de darle vueltas. Lo primero y principal es poner a Pincho al cuidado de Tristeza Latente. Una vez más, los titanes deben esperar. Aunque, a estas alturas, no son los únicos cuya paciencia se ha visto puesta a prueba.
***
Flecha Serena se está ahora recuperando al cuidado de Tristeza Latente. A pesar de la reticencia inicial, Pincho le permitió a Tristeza Latente usar magia de recuperación con él. Aunque necesita descansar, ya parece estar en la buena senda, al igual que la fracturada relación entre ambos. Con Flecha Serena recuperándose, el resto debemos dedicarnos a idear un plan para eliminar a los titanes. Creo que estamos a punto de hacer un gran avance con toda la información que estamos recabando últimamente en relación a los titanes, pero no tengo claro si será suficiente para derrotarlos por completo. Tal vez haya algo crítico que aún estemos pasando por alto para garantizarnos la victoria. Una cosa está clara: los titanes no se quedarán esperando mansamente a que se nos ocurra algo.
Buscando el equilibrio
Con Flecha Serena recuperándose, aproveché la ocasión para ir a hablar de nuevo con Frode. Le puse al día de nuestro último cara a cara con Decima, con cuidado de no levantar sospechas respecto a Tristeza Latente. Creo que me desenvolví con suficiente soltura como para guardarme en la manga el as de la verdadera identidad de la bruja. Por ahora, al menos. Sin embargo, antes de volver sobre el terreno, Frode bajó la voz y me sugirió que echase un ojo a un libro que me había dejado en el piso de arriba. Su comportamiento me pareció... curioso. ¿Estará intentando guiarme en la buena dirección?
Para mi sorpresa, el diario revelaba que Isgarren había incumplido las reglas de los videntes para ascender a Tristeza Latente al Tribunal de los Brujos. Pero la mayor sorpresa vino en forma de otra confesión: la legendaria Voz desaparecida, la misma de cuya tribu descienden los habitantes de las tierras bajas de hoy en día, es precisamente... Tristeza Latente. Infinitas preguntas se agolpan en mi mente: ¿por qué volver con los habitantes de las tierras bajas ahora, después de todo este tiempo? ¿Cómo reaccionarán Aliso Estoico y Flecha Serena? ¿Cuántos AÑOS tiene esta mujer?
Les hice una visita al poco tiempo a Aliso y Pincho, con la intención que ya tenía de antes de ver cómo estaba el chaval. Aunque andaba dándole vueltas a todo en la cabeza, intenté mantener la mayor normalidad posible. Su familia ya tiene bastante con lo que lidiar y, como ya he dicho, es Tristeza Latente quien debe resolver la situación. Aunque he de decir que, cuanto más sé de ella, más desconfianza me despierta...
Aliso no parecía precisamente complacido de verme. Tengo asumido desde hace tiempo que mi estilo de vida comporta ciertos... riesgos, pero me parece lo más natural del mundo que un padre se preocupe por el bienestar de su hijo. Debo decir que la determinación de Pincho por asumir responsabilidad me ha impresionado. Además, supo restar tensión a la situación con bastante destreza. Supongo que tiene práctica convenciendo a su padre. Y yo, desde luego, agradecí su ayuda. Mi esperanza por el momento es arreglar las cosas con Aliso, en parte colaborando con las labores de restauración. Lo curioso es que la frustración de Aliso resultó ser una distracción perfecta para no pensar en Tristeza Latente. Siguiendo el ejemplo de Pincho, tal vez un tiempo en la naturaleza me ayude a poner orden en mis ideas. Puede que un poco de espacio para reflexionar sobre todo lo ocurrido sea lo que más me convenga a mí... y a todos nosotros.
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Fiel a mi promesa a Aliso Estoico, rescaté parte de la flora y fauna dañada, que me dedicaré a rehabilitar en mi heredad. Pensando en mi llegada a este lugar, recuerdo que los aldeanos cuchicheaban del tiempo y los cambios medioambientales. En ese momento, me inquietaban demasiado otros asuntos como para mostrar preocupación. Ahora estoy experimentando de primera mano cuánto ha perturbado el ecosistema local la presencia de los titanes. Esperemos que nuestros esfuerzos ayuden a limitar las bajas, pero no puedo pasar por alto la realidad: estamos tratando los síntomas mientras la enfermedad sigue campando a sus anchas.
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He vuelto a mi heredad y, tal y como prometí, he cuidado de la fauna y flora rescatadas. Una vez allí, fui a ver cómo estaban Tristeza Latente y Flecha Serena. La salud de Flecha Serena parece estar en la senda de la recuperación, al igual que sus ánimos. Aliso Estoico no andaba por allí; supongo que tendrá muchos asuntos que atender ahora. Pero supongo que será positivo para Pincho y Tristeza Latente pasar tiempo juntos para arreglar las cosas. La verdad es que su relación parece estar reforzándose. Los he visto charlar como antes de todo lo ocurrido. ¿Cambiarán mucho las cosas cuando descubra que su mentora es la legendaria Voz desaparecida? Habrá que verlo. Por el momento, es mejor no perturbar su proceso de recuperación. Y es reconfortante ver mi heredad convertida en un refugio del descanso y el relax.
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He continuado con mi labor de ayudar a restablecer el equilibrio medioambiental por Janthir Syntri. Mis esfuerzos, aunque pequeños en escala, parecen estar teniendo un impacto, por leve que sea. Personalmente, me alienta hasta el menor signo de mejora. Y lo que es más alentador: he recibido una llamada de Malice y Caithe presumiendo de una posible pista sobre la hematites que podría potenciar nuestras opciones contra los titanes. Aunque no quiero ilusionarme mucho, me dirijo con entusiasmo al campamento del Resguardo Astral para ver lo que supone esta novedad.
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En el campamento de investigación del Resguardo Astral, me encontré con Malice, Caithe y una invitada inesperada: Tristeza Latente. Probablemente nos oyera hablar de nuestro plan de ir a echarle una ojeada a la hematites. Dejando a Pincho al cuidado de Lahar Hábil y Sauce Paciente, vino armada con una idea interesante. Como los titanes habían estado usando la hematites local para abastecerse de energía, Tristeza Latente proponía neutralizarla con el Corazón de lo Oscuro. Muy ocurrente. Pero, como cualquier hipótesis, había que ponerla a prueba.
Nuestro intento de neutralizar la hematites tuvo éxito, pero no sin consecuencias. Las repercusiones mágicas de la explosión de este mineral son muy potentes y hay que lidiar con ellas con cuidado. Tristeza Latente consiguió protegernos de la explosión, pero, si queremos usar esta estrategia en combate, tendremos que combinar nuestros ataques con su defensa.
Resultó que Tristeza Latente no acabaría siendo la única visita inesperada que íbamos a encontrarnos. La explosión de la hematites liberó los fantasmas de varios individuos sacrificados durante la ocupación del Manto Blanco. Hablando con ellos, sacamos en claro una inquietante imagen de Gavril, la aldea que hubo aquí hace tiempo, y la oscura historia que se cebó con ella. En términos generales, nuestra labor resultó agridulce. Nos vamos con la estrategia más sólida hasta la fecha para derrotar a los titanes, pero con un duro recordatorio de la sangre con la que se escriben las páginas de la historia.
Con todo lo ocurrido, había llegado el momento de plantar cara a Tristeza Latente sobre su verdadera identidad, no solo como bruja, sino como bruja legendaria. Como era de esperar, reiteró su petición de que no le dijera nada a Aliso Estoico y de que no le desvelara a Pincho los nuevos detalles de su identidad, asegurándome que ella asumiría los efectos colaterales. Aunque mi paciencia ya pende de un hilo tan fino como con los que teje Sauce, el auténtico dolor que se vislumbraba en la voz de Tristeza es un vivo recordatorio de que, aunque a mí me esté desgastando la situación, la presión a la que ella está sometida es inmensa. En algún momento va a tener que dar un paso al frente, y más pronto que tarde. Supongo que es más fácil decirlo que hacerlo, pero es que no hay alternativa. Lo cierto es que no envidio su posición. Aunque recele de la situación, debo reconocerlo.
Contra el muro
Puse rumbo de vuelta a la heredad para reunirme con el resto del grupo, que estaba esperándome fuera. A Tristeza Latente la noté más tensa al verme entrar, sabiendo que me guardaba un secreto en la recámara que podría complicar su situación aún más. Pero Malice fue inmediatamente al grano: los titanes podrían estar a la defensiva. Atacar ahora, mientras se estaban recuperando de nuestros anteriores encuentros, debía ser nuestra principal prioridad. Antes de que pudiésemos seguir elaborando una estrategia, Pincho alejó nuestra atención del asunto que nos ocupaba. Aliso Estoico se estaba aproximando a la puerta y Tristeza Latente tenía que decidir qué historia contarle. Y rápido.
No nos correspondía inmiscuirnos entre una garra kodan y su hijo, así que Tristeza Latente me hizo un gesto de asentir para que le hiciese entrar. Esta conversación era inevitable. Él miró hacia ella de inmediato, claramente confundido; para él, en ese momento, Aurora Apagada estaba viva. Por suerte, Tristeza Latente se decantó por la verdad y desveló su auténtica identidad. Aliso se quedó comprensiblemente turbado, aún más de lo que lo estaba Pincho. El chaval intervino para defender las elecciones de Tristeza. Trató de asegurarle a su padre que la Aurora que conocían seguía con ellos, y que Tristeza Latente no era un peligro, pero a la garra le estaba costando asimilar la noticia, claramente. Se sentía traicionado. La vida de su hijo se había visto amenazada... y aún teníamos que matar a un par de titanes.
Por desgracia, no era el momento de darles vueltas infructuosamente al asunto. Aliso, aunque aún tocado, reconoció también la fugaz oportunidad de resolver nuestro mutuo aprieto. Se ofreció a unirse a su hijo en combate, aunque solo fuera por asegurarse de que tanto su vástago como su gente estarían a salvo. Pero su discusión con Tristeza Latente no es asunto zanjado; habrá que afrontarla en algún otro momento, inevitablemente.
Les pregunté a Tristeza y al resto cómo se sentían antes de partir; la culpa parecía pesarle enormemente en la conciencia. Sabe que es el momento de hablar con Aliso... y con Isgarren. Se acabó lo de esconderse. Lo único que la separa de ese momento son los dos titanes con los que hay que acabar.
***
Nos dirigimos al paso de montaña, donde sospechábamos que se escondían Greer y Decima. Malice, Caithe, Tristeza Latente, Aliso Estoico y Pincho se preparaban para el combate.
Los titanes andaban cerca de una hematites, como cabía esperar; necesitaban desesperadamente curarse. Atacamos primero a Decima, que se interpuso entre nosotros y la hematites, mientras Greer se alimentaba desde una distancia segura. Cuando la debilitamos lo suficiente, pudimos neutralizar la hematites usando el Corazón de lo Oscuro, ¡justo como lo habíamos practicado! La explosión, aunque contenida, fue suficiente para interrumpir a Greer.
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Furioso por nuestra interrupción, Greer se lanzó hacia la arena para atacarnos a continuación mientras Decima se escabullía para deleitarse con otra hematites. Agotamos a Greer lo suficiente para conseguir que Decima dejara de engullir y, utilizando tácticas aprendidas a lo largo de nuestros encuentros, fuimos lentamente socavando su armadura hasta que ambos se sintieron débiles y con ganas de escapar.
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Con la hematites neutralizada y los titanes debilitados, era nuestra oportunidad de conquistar la batalla. O eso pensábamos nosotros...
Antes de que pudiéramos asestar los golpes de gracia, una tercera voz resonó bramando en el horizonte, frenándonos en seco y haciendo repuntar a nuestros oponentes. Se hacía llamar Ura y así fue como se nos desveló la presencia del tercer titán, o titana[sic] en este caso. Aunque Decima dudaba si abandonar la lucha, Greer sí que se relajó al oír la voz de Ura. Ordenó a ambos huir y eso fue lo que hicieron, un poco a regañadientes. Me dispuse a perseguirlos, pero Ura levantó un muro de vapor, bloqueando nuestro avance. Pincho nos alentó a lanzarnos al ataque y todos mis instintos se mostraron de acuerdo, pero Tristeza Latente y Aliso Estoico nos urgieron a extremar las precauciones. No sabemos de lo que es capaz Ura; podría ser un ardid. Tuve que tomar la difícil decisión de abandonar la lucha y reagruparnos.
Tristeza entre estas paredes
Tras el combate, me reuní con mis aliados de nuevo en la Guarida de la Cosecha. Con todo lo que hemos investigado, con todo lo que hemos luchado..., nada ha muerto. Aunque se hubiera desplomado una aeronave, el ambiente sería igual de circunspecto, tal es el ánimo reinante. Caithe ya había informado a Dagonet y a la Alianza, y Pincho estaba a puntito de tirar abajo una pared de pura frustración mientras intentaba templar los ánimos. Todos estamos decepcionados, pero vivos.
También me sorprendió ver allí a Tristeza Latente. Aliso Estoico explicó que Aurora Apagada había reaparecido misteriosamente; una pequeña bendición en un amargo día. La identidad de Tristeza no corría peligro, al menos por ahora. Por el bien de la claridad mental de los kodan en tiempos difíciles, reservar semejante revelación hasta un momento más tranquilo se antoja fundamental. Puede que enterarse de que la afable curandera de las Picosescalofriantes es una bruja ancestral no sea justo el descubrimiento existencial que necesitan... y Aliso y Pincho ni siquiera saben aún la parte de la "Voz desaparecida", además.
Mientras todo el mundo reflexionaba sobre la batalla, Tristeza Latente me pidió que la acompañara de vuelta a la torre del brujo. Con tamaña incertidumbre acechando en el horizonte, seguir escondiéndose de Isgarren solo complicaría las cosas. Al mostrarme conforme, abrió un portal para que lo cruzáramos ambos.
***
Cuando llegamos y nos envolvió aquel aire fresco y vigorizante de la torre del brujo, le pregunté cómo había conseguido superar las defensas de Isgarren. La cosa es que, según me contó, eran obra de ella misma. Tristeza Latente no es una amenaza para la torre del brujo.
Antes de entrar en la sala de mando donde Isgarren aguardaba, Tristeza me dio las gracias por no hablarles a Aliso Estoico y a Pincho de su historia más oscura. Simplemente siento que no me corresponde a mí contarla, aunque ella tendrá que hacerlo pronto. Entre Flecha Serena, Aliso Estoico e Isgarren..., no envidio su situación y puedo empatizar.
Cuando entré a la sala de mando, me sorprendió ver a Anise totalmente integrada, analizando información junto con Isgarren y Dagda. A lo largo de cada paso de este viaje, me he sorprendido y me he visto en la tesitura de aceptar la participación de la condesa en el Tribunal de los Brujos. Si alguien sabía de la existencia de esta institución antes que el resto del mundo, era ella. Cuando Isgarren me miró para pedirme nuevas del asunto de Tristeza, me hice el tonto, sabiendo perfectamente que su objetivo estaba a punto de cruzar esa puerta... Y entonces lo hizo.
Dagda se quedó de piedra viendo a Tristeza avanzar por la sala de mando. En lugar de lanzarse a por ella, lo que hubiera sido un combate digno de contemplarse, Isgarren se volvió hacia mí. Tristeza, expuesta y vulnerable, no suponía una amenaza para él, pero Isgarren ya quería buscar culpables. Dejé que montara en cólera. Yo era quien la había traído de vuelta, después de todo, y sin molestarme en usar cadenas ni grilletes. El resto era entre ellos dos.
Por suerte, Dagda acudió en defensa de su amiga, interponiéndose defensivamente. Tristeza había regresado y no iba a permitir que la estancia se convirtiese de pronto en un polvorín.
Cuando Isgarren se calmó lo suficiente como para mantener una conversación madura, Tristeza rebajó su tono. Le preguntó a Isgarren si Mabon había muerto y, aunque nuestro ancestral camarada aún trataba de sobreponerse al sentimiento de culpa acumulado, Tristeza dijo que lo había "sentido". Sus palabras tuvieron peso, aunque confiese que ni tan siquiera yo sabía lo que ese peso significaba. Isgarren recogió ese guante, metafóricamente hablando, y le pidió a Dagda que nos hiciese salir de la sala a la condesa y a mí, sin mediar ni una palabra más.
Titanes... Una bruja desaparecida que reaparece. La memoria de Mabon, de pronto bajo sospecha. ¿Qué está pasando aquí?