Diario de historia/Path of Fire
Las entradas del Diario de historia para Guild Wars 2: Path of Fire sirven como un resumen efectivo de la historia desde el punto de vista del Comandante del Pacto, y se transcriben aquí.
Path of Fire: Acto 1
- 85 Vástago 1330
La capitana Kiel ha solicitado una reunión en Arco del León y ha mencionado que tenemos "intereses comunes", lo que me confirma la veracidad de los informes que me han llegado sobre los refugiados provenientes del Desierto de Cristal. Parece que el Consejo del Capitán y la Guardia del León están haciendo horas extra para gestionar la llegada de tanta gente. Los refugiados comentan que un ejército merodea por la zona, y eso, junto con la visión que recibí del Ojo de Janthir, me confirma que Balthazar está detrás. No hace mucho, mi clan y yo frustramos sus planes para matar a dos dragones ancianos, pero está claro que va a seguir intentándolo, y ahora va a por Kralkatorrik. Tengo que ir a Arco del León para hablar de la situación con Kiel.
Tras hablar con Kiel me quedó claro que Balthazar está en el desierto eloniano librando una guerra contra Kralkatorrik y los marcados. Mi elección está clara: he de asegurarme de que su campaña no tenga éxito o toda Tyria sufrirá las consecuencias.
Kiel me permitió usar su aeronave para llegar cuanto antes al puerto de Amnoon en el desierto. La travesía fue rápida, pero el viaje tuvo un final más accidentado de lo esperado. Tan pronto llegamos al desierto nos recibió el heraldo de Balthazar, una asesina sanguinaria que masacró a incontables aldeanos para alistar a sus espíritus en el ejército forjado de Balthazar. La hicimos huir, pero sufrimos bajas. Una vez resuelto el problema, los aldeanos agradecidos nos dieron monturas de raptor para ayudarnos en nuestros viajes a través del extenso desierto. Fui cabalgando hasta las puertas de la ciudad portuaria de Amnoon, donde dos miembros de mi clan, Kasmeer Meade y Rytlock Brimstone, estaban listos y a la espera. Kasmeer ha descubierto la verdad sobre la campaña de Balthazar y ha hecho frente a la crisis de fe que le han provocado las acciones de su dios. Rytlock, como siempre, no se explayó demasiado respecto a los motivos que lo trajeron aquí, pero confío en que, si dices que ha venido para ponerse a mis órdenes y acabar con Balthazar, lo dice en serio. Por el momento, me vale; pero Rytlock va a tener que revelar pronto ese secreto que guarda.
Pregunté por Amnoon y obtuve información valiosa de varias fuentes: refugiados desplazados por el ejército de forjados de Balthazar, el líder de un cártel de contrabandistas local que se llama Zalambur y la concejala jefa de Amnoon, Imann. Defendí a Zalambur del Arconte Iberu, un oficial de alto rango del ejército de los Despertados del tirano Palawa Joko, y juntos ayudamos al ayuntamiento de Amnoon a decidir los planes para su propia defensa. También he averiguado que la primera cría de Glint, Vlast, ha estado protegiendo a los inocentes contra los marcados. Por último, encontré a Canach en el casino de Zalambur. El mercenario sylvari dice que apostó una fuerte suma a que yo sobreviviría a esta empresa, y ha accedido a unirse temporalmente a nuestro equipo para proteger su inversión.
Zalambur me hizo volver a su despacho del casino para hacerme saber que Balthazar y su ejército de Forjados están ahora mismo pendientes de Vlast, no de Kralkatorrik. No sabía muy bien por qué, pero me dirigió hacia los campamentos forjados que hay cerca del Templo de Kormir, al noreste. Las respuestas que necesitamos están ahí fuera en el desierto, así que ordené a mi equipo que se separaran e investigaran. Kasmeer se dirigió al templo a por información, mientras que Rytlock y Canach fueron a reconocer el campamento principal de los Forjados. Lo cual me deja dos campamentos forjados más pequeños.
He investigado los dos campamentos secundarios forjados cerca de Amnoon y no he descubierto casi nada sobre los planes de Balthazar, pero sí que he destruido varias baterías de artillería forjada y diezmado las filas forjadas. Al menos Amnoon se librará durante un tiempo de los ataques de los Forjados, y al menos he privado al campamento principal forjado de refuerzos... los cuales van a necesitar, porque iré para allí tan pronto me reúna con Canach y Rytlock.
Canach, Rytlock y yo invadimos el campamento principal forjado en las proximidades de Amnoon. Balthazar no estaba allí, así que causamos todo el daño posible y acabamos con varios oficiales forjados y con una arma viviente blindada. Si no conseguimos encontrar a Balthazar, seguiremos aniquilando a su ejército y destrozando su cadena de mando hasta que venga a por nosotros.
Mi equipo y yo nos reagrupamos con Kasmeer en el templo de Kormir, donde una figura misteriosa se nos presentó como agente de las Sombras Kito, agente de la Orden de las Sombras. La conversación quedó a medias porque el heraldo de Balthazar asaltó el templo y empezó a atacar a adoradores y sacerdotes. Conseguimos expulsarla, pero ya había hecho mucho daño: las llamas devoraban el templo y había muchos heridos. Reanimamos a cuantos pudimos. Kito afirmó que compartíamos el objetivo común de derrotar a Balthazar, se ofreció a ayudarnos a seguirle el rastro y acordamos reunirnos en el Puesto Avanzado de Makali.
Fuimos al puesto avanzado de Makali, donde el ejército forjado de Balthazar libraba una feroz batalla con Vlast, el vástago de la dragona de cristal. El agente Kito estaba evacuando a los aldeanos de la zona de guerra, pero se detuvo un momento para contarnos que el mismísimo Balthazar estaba cerca e iba a por Vlast. Canach y yo seguimos el rastro de Vlast hasta una meseta, pero antes de que pudiésemos hablar con él nos interceptó el heraldo de Balthazar. Luchó con encono, pero hicimos que pagase con su vida las de tantos inocentes a los que masacró en nombre de Balthazar. Al final, hasta pareció agradecer que su cometido como esclava homicida de Balthazar llegase a su fin. Pero subestimamos al propio Balthazar, que nos derrotó con una devastadora exhibición de su nuevo poder... aunque perdonó a Rytlock, e incluso llegó a llamarlo "amigo". Yo estaba atontada en la arena y Balthazar procedió a darme el golpe de gracia, pero Vlast lo recibió por mí. No sé por qué lo haría... ¿Estaría cansado de luchar? ¿Tendría ganas de morir? ¿Era tal su heroísmo que dio su propia vida a cambio de la de un completo desconocido? ¿O acaso percibió el vínculo que me une a Aurene y se sacrificó para salvar al campeón que eligió su hermana? Fuese cual fuese el motivo, Vlast murió en mi lugar y la explosión que provocó su agonía lanzó a Balthazar lejos en un destello de luz y calor. Cuando volví en mí, Balthazar había desaparecido, el desierto estaba salpicado de esquirlas de cristal que provenían del cuerpo de Vlast y en algunas de ellas había mensajes de Vlast para Aurene. Pregunté a Rytlock por qué Balthazar le había llamado "amigo" y Rytlock acabó confesando la verdad: en su búsqueda de la espada Sohotin en la Niebla encontró y rescató a una figura encadenada. El prisionero resultó ser Balthazar y, al liberarlo, Rytlock hizo posible la devastadora campaña de Balthazar contra los dragones ancianos. Rytlock juró que enmendaría su error, pero antes tenemos que averiguar más sobre a qué nos enfrentamos. Para conseguir las respuestas que necesitamos, me dispuse a recoger más cristales con mensajes de Vlast.
He reunido más fragmentos del cuerpo destrozado de Vlast en los que se almacenan ideas y recuerdos que quería transmitirle a Aurene. En su conjunto, estos recuerdos describen un arma de inmenso poder que está en la guarida de Glint y que Balthazar deseaba tanto como al propio Vlast. Tenemos que encontrar esa arma y mantenerla lejos del alcance de Balthazar, así que voy a ir a la guarida de Glint para reagruparme con el resto del clan.
Path of Fire: Acto 2
Me reuní con mi equipo en el cráter marcado que hay cerca de la guarida de Glint, pero la zona estaba copada por los Forjados. Acabamos con ellos y descubrimos indicios claros de que Balthazar ha creado una máquina de guerra que emplea la magia de los cristales dracónicos. También encontramos restos del poder de Glint, recuerdos y esencias de cristal dispersos que nos permitieron abrir un portal a la guarida de la dragona.
En la guarida de Glint encontramos uno de sus recuerdos sobre el verdadero propósito del legado de Glint, pero no mencionaba el arma que describía Vlast, una lanza de sangre de dragón capaz de matar a Kralkatorrik. Era el arma que Glint creó y entregó al Filo del Destino hace años, antes de su primer combate contra el dragón anciano de cristal en cuyo trágico desenlace fallecieron Snaff y la propia Glint. Tras un acalorado debate, decidí destruir la lanza. Aunque acabe arrepintiéndome de ello, no puedo arriesgarme a que Balthazar consiga algo que puede desbaratar nuestra misión... o el destino de Tyria. Seguimos sin tener ni idea respecto a las motivaciones de Balthazar, y Kasmeer hizo mucho hincapié en que sometamos la cuestión directamente a los dioses, basándose en que ellos y solo ellos gozan del poder y el saber que necesitamos para defendernos. Como primer paso, hemos acordado viajar a la Tumba de los Reyes Primigenios y usar el portal que hay allí para acceder a la Niebla. Tenemos la esperanza de encontrar a los dioses, pedirles que nos cuenten la verdad sobre el regreso de Balthazar y los motivos tras su campaña contra los dragones ancianos, y luego solicitar la ayuda de los propios dioses.
Entramos en la Tumba de los Reyes Primigenios, pero sus defensores fantasmales presentaron una porfiada resistencia. Airados por una profanación reciente, los espíritus de los monarcas elonianos de antaño nos trataron como a vulgares ladrones y tuvimos que abrirnos paso a sangre y fuego a través de las tumbas, hasta que conseguimos convencer a los gobernantes fallecidos hace tiempo de que nos permitiesen cruzar a la Niebla. Ahora que tenemos paso franco hasta los dioses, es hora de encontrarlos y obtener las respuestas que tanto deseamos.
Cruzamos el portal de la Tumba de los Reyes Primigenios, pero nos separamos y fuimos a dar a un lugar extraño y desolado. Tras buscar un poco por la zona, conseguí reunirme con los demás y descubrimos una misteriosa prueba que había quedado enterrada por una tormenta de arena.
Kasmeer dijo que la prueba era un desafío de los dioses, y tenía razón, porque al superarla se abrió ante nosotros un portal que llevaba... ¿tal vez a los dioses?
Atravesamos el portal y fuimos a dar a una biblioteca distinta a cualquier otra que haya visto jamás. Llegamos con la esperanza de ver a los dioses, pero Kormir, patrona de la verdad, fue la única deidad que encontramos. Nos dio audiencia en su sagrario y respondió a algunas de nuestras preguntas, pero resultó ser una verdad difícil de aceptar. Kormir nos contó que los dioses habían abandonado Tyria por completo para evitar una batalla apocalíptica contra los dragones ancianos que habría destruido el mundo que intentaban proteger. Según Kormir, Balthazar se negó a aceptar esta decisión y llegó a amenazar a los demás dioses para que no siguiesen adelante con su plan. Como respuesta, los otros cinco dioses privaron a Balthazar de su poder y lo dejaron encadenado en la Niebla, donde permaneció hasta que Rytlock lo liberó sin saberlo. Una vez excarcelado, Balthazar se dispuso a recuperar el poder que había perdido, a derrotar a los dragones ancianos y apoderarse de su magia, para luego vengarse de los otros dioses por apresarlo. Kormir terminó diciendo que los demás dioses se habían ido hacía tiempo y que ella estaba a punto de seguirlos, por lo que ni podrían ni querrían ayudarnos contra Balthazar. Saber que los dioses habían abandonado Tyria fue doloroso, sobre todo para Kasmeer; pero acabó aceptando que, como subrayó Kormir, el tiempo de rezar había terminado. Ahora el mundo nos pertenece a los mortales y es nuestra responsabilidad defenderlo. Antes de marcharse en pos de los demás dioses, Kormir nos dió una única orientación en nuestra lucha contra Balthazar: que buscásemos respuestas en el desierto. No es una gran pista, pero le he dicho al equipo que se divida para buscar: Kasmeer irá al norte, Canach y Rytlock hablarán con los contactos que Canach tiene en la Orden de las Sombras y yo me dirigiré al sur para peinar la Ribera. Nosotros tenemos que resolver el problema de Balthazar y, aunque saber que hay una solución no es tan bueno como conocer la propia solución, al menos es un comienzo.
Tras mucho ir y venir encontré una pista prometedora que llevaría a las respuestas que Kormir nos dijo que existían: Kesho, una ciudad construida por los Olvidados, que a su vez estaban vinculados tanto a Glint como a los dioses. En Kesho bien podría hallarse el saber que necesitamos para plantar cara a Balthazar. La cubrieron las arenas del desierto hace mucho tiempo, por lo que los lugareños la consideran una ciudad perdida, apenas una leyenda; pero he conseguido localizar su ubicación en la Ribera del Elon. Tendré que ir montado en mantarraya para llegar de una pieza a Kesho, pero al menos dispongo de un destino concreto al que ir a explorar.
Fui a la ciudad perdida de Kesho y, con la ayuda a distancia de Taimi, averigüé cuanto pude. Encontramos a un exaltado traumatizado que se llamaba Sadizi y también unos cuantos híbridos de forjado y exaltado. Sadizi nos contó que los híbridos fueron creados por Balthazar y Palawa Joko, el tirano desaparecido de la región desértica. Juntos, ambos villanos robaron el ritual de los Olvidados para crear exaltados y lo emplearon para atrapar espíritus en armaduras y así crear los forjados de Balthazar. También descubrimos más detalles sobre el verdadero propósito del legado de Glint: se trata de mantener el equilibrio mágico de Tyria cambiando a los dragones ancianos por entes igual de poderosos pero menos peligrosos. Y averiguamos por qué Balthazar estaba dando caza a Vlast: la sangre de Kralkatorrik, tanto de forma literal como metafórica, es lo único a lo que es vulnerable, por lo que Vlast, Glint y la lanza de sangre de dragón eran posibles armas contra Kralkatorrik... igual que Aurene. Solo es cuestión de tiempo que Balthazar vuelva a Tarir para capturarla, así que he avisado a mis compañeros de clan y les he dicho que se reúnan conmigo en Maguuma para proteger a la última de los vástagos del dragón de cristal.
Path of Fire: Acto 3
Balthazar me mató. Atacó cuando iba de camino a reunirme con mi equipo, me dominó y me mantuvo al borde de la muerte hasta que Aurene respondió. Cuando fue consciente del peligro en que me hallaba a través de nuestro vínculo, vino a protegerme... y el dios renegado la capturó de inmediato. Una vez logrado su objetivo, yo ya no le servía de nada a Balthazar , así que puso fin a mi vida. Desperté en el Dominio de los Perdidos, una especie de apeadero para los espíritus perdidos que todavía no han encontrado el camino al Inframundo o su recompensa final. No recordaba quién era y luché para recuperar mi nombre y propósito, y al final me gané la oportunidad de regresar al mundo de los vivos. Por el camino me encontré con el mismísimo Palawa Joko, a quien Balthazar traicionó y apresó en aquel lugar una vez hubo cumplido con su cometido. El rey Joko intentó convencerme y amenazarme para que le liberase, pero lo dejé donde estaba... aunque acepté su consejo de utilizar su ejército de Despertados contra Balthazar. Cuando volví a la vida y me reuní con mi equipo, que estaba estupefacto, como era de esperar, nos dispusimos a conseguir el apoyo de las hordas momificadas de Joko. Porque Balthazar tiene a Aurene y quiere usarla para matar a Kralkatorrik, pero yo he vuelto del abismo para evitarlo.
Para liderar a las tropas de Joko he de asumir una posición de autoridad en su ejército. Tengo un plan para conseguirlo, pero me va a hacer falta información de dentro. Voy a hablar con el agente Kito de la Orden de las Sombras.
Me reuní con el agente Kito de la Orden de las Sombras y le planteé mi plan: el arconte Iberu, el oficial del Creciente Acerado al que conocí en Amnoon, tiene rango suficiente para liderar los ejércitos de Joko en lugar del monarca. Kito y yo estamos de acuerdo: si consigo hacer salir a Iberu y matarlo, puedo hacerme pasar por él con seguridad y lanzar a los Despertados de Joko contra los Forjados de Balthazar.
Llevé a cabo el plan para atraer al arconte Iberu a mi trampa fingiendo un levantamiento de los Lanceros del Sol. Tras arrasar unos cuantos campamentos de los Despertados y plantar estandartes de los Lanceros del Sol como desafío a la tiranía de Joko, estoy seguro de que Iberu vendrá enseguida.
La trampa funcionó y el arconte Iberu vino a investigar el presunto "alzamiento de los Lanceros del Sol" que urdí. No se alegró de vernos, ni de que le hubiésemos engañado, y atacó con furia. Lo derrotamos, y luego Kas nos ocultó con una ilusión para que tuviésemos el aspecto de Iberu y su séquito de despertados. Nos infiltramos en el Palacio de Huesos y allí me encontré con el gran visir Utumishi, un asqueroso sicofante que intenta que el reino de Joko siga adelante en ausencia del tirano, y al mariscal de las Sierpes Ekolo, uno de los líderes curtidos en batalla de Joko. Ekolo estaba ansioso por lanzarse contra Balthazar y, haciéndome pasar por Iberu, avasallé y amenacé a Utumishi hasta que me reveló dónde estaban otros dos mariscales de campo despertados. Luego me reuní con mi equipo y les dije que se dividiesen para averiguar más sobre nuestros objetivos antes de reclutarlos.
Encontré al mariscal de las Tropas Ogun en su campamento. Estaba dispuesto a seguirme a la batalla, pero sus nuevas tropas despertadas no estaban preparadas para el combate y no podían abandonar sus posiciones, pues temía que desde la base forjada atacasen y cortasen las líneas de suministros que había ordenado defender. Acepté hacerle el trabajo sucio y asalté la base con un pequeño escuadrón de soldados despertados. Encontramos y destruimos el portal que Balthazar estaba empleando para enviar refuerzos forjados. Una vez terminada la misión, Ogun aceptó poner a sus soldados a mis órdenes en el ataque contra Balthazar. Desplegará sus tropas a las afueras de Kodash y esperará a mi señal.
Me dirigí a la Necrópolis para reunirme con la siguiente recluta despertada: la mariscal de las Bestias Oluwa Eranko, una comandante tozuda pero orgullosa de la unidad de caballería bestial de Joko. No estaba dispuesta a darme el mando de sus soldados si no exhibía mi pericia como jinete, así que me monté y jugué un rato a las persecuciones para demostrarle de lo que soy capaz y que estar bajo mi mando no supondrá una merma para la impecable reputación de su unidad. Ya tengo un ejército. Es hora de acabar con un dios.
Predispuse para la batalla a mis compañeros de clan y a las tropas despertadas a mi mando a las afueras del Bazar de Kodash. Kasmeer ya había superado por completo su reticencia a enfrentarse a Balthazar, pues las acciones del dios habían aniquilado cualquier resto de devoción que pudiese quedar en ella... justo cuando más falta hacía. Balthazar apareció a lomos de una enorme monstruosidad mecánica a la que llamaba su bestia de guerra, un aterrador híbrido de criatura viviente y máquina de asedio blindada. Era lo que Balthazar y los Forjados estaban construyendo en la guarida de Glint, una pieza de artillería que pudiese contener y transportar a Aurene para usarla como arma para matar a Kralkatorrik, Con Aurene indefensa dentro de la bestia de guerra, Balthazar lanzó a su creación contra Kralkatorrik. Por suerte, Rytlock consideró que nuestra misión conjunta era lo primero y me prestó su espada, Sohothin, bajo la premisa de que me daría una ventaja decisiva que Balthazar no se esperaría.
Rytlock tenía razón, pero, incluso con Sohothin, me hicieron falta todas mis habilidades de monta y combate para alcanzar y derrotar a la bestia de guerra; por desgracia, ya había empezado a luchar con Kralkatorrik, y consiguió infligir graves daños al dragón anciano antes de que pudiese destruirla. Con todo, Balthazar no se rindió: por mucho que le sorprendiese mi vuelta a la vida, o a Sohothin, o que derrotase a su bestia de guerra, se mantuvo firme y no permitió que nada lo distrajese de su objetivo. Tomó a Aurene y declaró que la utilizaría para terminar lo que había empezado la bestia de guerra: matar al dragón anciano Kralkatorrik.
Con un Kralkatorrik furibundo y herido sobrevolándome y Aurene apoyándome me dispuse a librar el combate final contra Balthazar. Fue brutal pero, con Sohothin en mis manos y Aurene a mi lado, conseguí vencer. El dios del fuego y de la guerra ha muerto. No obstante, incluso muerto, Balthazar ha conseguido alterar el equilibrio del mundo: al perecer, toda la magia que había acumulado surgió de su cadáver y la absorbieron de inmediato Kralkatorrik y Aurene. Cuando amainó la tormenta mágica, tanto el dragón anciano de cristal como su vástago habían desaparecido. Así pues, esta victoria nos deja la terrible semilla de nuestro próximo reto: ¿Cómo nos enfrentaremos a dos dragones impredecibles y peligrosamente poderosos que acaban de atiborrarse con la magia de Balthazar? Todavía no tengo respuestas, pero mi equipo y yo vamos a reagruparnos en Amnoon para decidir cuál será nuestro próximo movimiento.
Al llegar a Amnoon, me sorprendió gratamente la llegada de Marjory y Taimi. Pero no hubo mucho tiempo para ponernos al día, ya que el Consejo de Amnoon me invitó a ayudar a la ciudad a celebrar la derrota de Balthazar y la restauración de la paz en la región del desierto. Era una situación incómoda, ya que la muerte de Balthazar reforzó tanto a Kralkatorrik como a Aurene, y nadie sabe qué hará a continuación cualquiera de los potenciados dragones. Amnoon y toda la zona desértica siguen corriendo un gran peligro, así que cuando la concejala jefa Imann me pidió que diera un discurso para conmemorar la ocasión, tuve que tomar difíciles decisiones sobre qué decir y qué no. Tras mi discurso, hablé con Rytlock, Canach y Kasmeer sobre nuestros planes. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que debemos encontrar a Aurene, y a Kralkatorrik, y echar mano de lo aprendido acerca de los dragones ancianos y el legado de Glint para restaurar la magia en el mundo antes de que una nueva crisis se convierta en una auténtica catástrofe. Aunque quizá sea ya tarde: mientras hablábamos, los cielos se oscurecieron y el suelo tembló, y el mismísimo Kralkatorrik apareció en el horizonte, marcándolo todo a su paso en su tránsito por el desierto.