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Diario de historia/Secrets of the Obscure

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Las entradas del Diario de historia de Guild Wars 2: Secrets of the Obscure sirven como un resumen de la historia eficaz desde el punto de vista del Comandante del Pacto y se transcriben aquí.

Secrets of the Obscure- Acto 1.png Secrets of the Obscure: Acto 1


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Prólogo: Tiempos inciertos

Asura tango icon 20px.png Asura

Alto mantenimiento.jpg

Taimi, en una de sus cartas más... formales, me pidió que fuera al Laboratorio de Desarrollos Aplicados para ayudar a estudiar una situación difícil. Como no tengo demasiado que hacer, allá que voy.

Me han tendido una emboscada. En mi propio laboratorio.

"Taimi" —o alguien haciéndose pasar por ella— me envió un correo urgente emplazándome a ir al Laboratorio de Desarrollos Aplicados. Mi oasis personal de pensamiento y reflexión. Debí sospechar que pasaba algo raro cuando aseguró, sin más contexto, que había una "novedad muy importante" (Taimi, como todos los asura, presume de hasta el más pequeño logro. Que no se jactase explícitamente me puso en alerta). Sin embargo, no podía ignorar su tono urgente, así que me dirigí a mi refugio.

Al llegar no encontré por ninguna parte a esa misteriosa "Taimi". Una reportera de Nueva Kaineng llamada Mi-Rae —ya revelada como la impostora— surgió de entre las sombras y me tendió la emboscada allí mismo. Empezó a entrevistarme de inmediato, pero todo era confuso. Me hizo preguntas muy... agudas sobre lo ocurrido en Cantha, y yo —quizás en un error de juicio— respondí tan directamente como pude. Sentí que ella no estaba tan interesada en la verdad como en sacar de aquello algo jugoso. Afortunadamente, Taimi (la de verdad) envió un mensaje cuando todo empezaba a torcerse, dándome la oportunidad de irme antes de que la cosa se pusiera fea. Mi-Rae dijo que tenía lo que necesitaba. Veremos en qué queda todo.

Charr tango icon 20px.png Charr

Cantón del Héroe pantalla de carga.jpg

Rytlock, tan directo como siempre, me ha escrito para pedirme que me reúna con él en el Cantón del Héroe para examinar una situación urgente. Como no tengo demasiado que hacer, allá que voy.

He sido víctima de una emboscada. Que me quemen. Una emboscada en mi propio hogar.

"Rytlock" —o alguien haciéndose pasar por él— me envió un correo urgente citándome en el Cantón del Héroe. Debí sospechar del subterfugio, algo olía a chamusquina. Pero cuando un tribuno llama, hay que responder.

Me presenté, pero ni rastro del misterioso "Rytlock". En su lugar, una reportera de Nueva Kaineng llamada Mi-Rae saltó a la palestra. Empezó a entrevistarme, pero todo era una caótica pira de despropósitos. Me estuvo... abrasando con preguntas de lo ocurrido en Cantha, y yo —equivocadamente— contesté. Me dio la impresión de que andaba buscando trapos sucios. Antes de que la situación se pusiera fea del todo, Taimi me brindó la oportunidad de largarme mandándome un mensaje en el momento preciso. Mi-Rae dijo que tenía todo lo que necesitaba y yo me escaqueé. No me gusta nada la pinta de este asunto.

Humano tango icon 20px.png Humano

Distrito de Salma pantalla de carga.jpg

Faren, escribiendo en nombre de la reina Jennah (muchas preguntas por contestar), me pidió volver a Salma. Como no tengo demasiado que hacer, allá que voy.

Me han tendido una emboscada en mi ciudad.

"Faren" —o alguien haciéndose pasar por "el conquistador de Kryta"— envió un correo urgente citándome en el distrito de Salma. Por el estilo debí sospechar que pasaba algo raro: ¿desde cuándo Faren informa a Jennah? (Por no mencionar que la misiva no estaba empapada de colonia, como acostumbra). Pero no podía ignorar el tono urgente, así que acudí a la llamada.

Al llegar no había ni rastro de ese misterioso "Faren". En su lugar, una reportera de Nueva Kaineng llamada Mi-Rae —ya revelada como la impostora— me tendió una emboscada allí mismo. Empezó a entrevistarme, pero todo era confuso. Me hizo preguntas muy... agudas sobre lo ocurrido en Cantha, y yo —en un error de juicio— respondí. Lo peor es que me dio la impresión de que ella no estaba tan interesada en la verdad como en sacar de aquello una buena dosis de espectáculo y sensacionalismo. Afortunadamente, Taimi envió un mensaje cuando las cosas empezaron a torcerse, dándome la oportunidad de despedirme rápida pero educadamente. Mi-Rae dijo que tenía todo lo que necesitaba. Ya veremos en qué queda, pero no soy optimista.

Norn tango icon 20px.png Norn

Tecnología draga.jpg

Braham, al parecer obsesionado con la superpoblación de Hoelbrak, me ha pedido que acuda en su ayuda a Hogar del Cazador. Como no tengo demasiado que hacer, allá que voy, aunque no sé si voy a poder hacer gran cosa para gestionar un asunto así.

Me han tendido una emboscada en mi hogar.

"Braham" —o alguien haciéndose pasar por el hijo de Eir— me envió un correo urgente citándome en Hogar del Cazador. Debí sospechar del engaño cuando la persona en cuestión habló de una situación de saturación. ¿Desde cuándo le importan a Braham los asuntos cívicos de Knut Osoblanco? Pero no podía ignorar el tono urgente, así que acudí.

Al llegar, no había ni rastro de ese misterioso "Braham". En su lugar, descubrí que una reportera de Nueva Kaineng llamada Mi-Rae era la impostora. Enseguida saltó a la palestra y empezó a entrevistarme, pero todo era confuso. Me hizo preguntas muy... agudas sobre lo ocurrido en Cantha, y yo —quizá equivocadamente— compartí mi historia. Me dio la impresión de que tenía sus propias intenciones en mente, pero ni idea de cuáles serían. Gracias a los espíritus que Taimi me envió un mensaje cuando las cosas empezaron a torcerse, dándome una excusa para largarme. Mi-Rae dijo que tenía todo lo que necesitaba. Todo este asunto me escama un poco.

Sylvari tango icon 20px.png Sylvari

La Terraza del Soñador pantalla de carga.jpg

Caithe me ha pedido que vuelva a la Arboleda para ayudar a limar las tensiones en mi propio hogar, la Terraza del Soñador. Como no tengo demasiado que hacer, allá que voy.

Me han tendido una emboscada. En mi propio jardín, mi oasis.

"Caithe" —o alguien haciéndose pasar por ella— envió un correo urgente citándome en la Terraza del Soñador. Debí sospechar de las malas intenciones cuando la persona en cuestión habló de las "crecientes tensiones" en la Arboleda. ¿Desde cuándo le importa a Caithe la política doméstica? Pero no podía ignorar el tono urgente, así que acudí.

Al llegar no había ni rastro de esa misteriosa "Caithe". En su lugar, una reportera de Nueva Kaineng llamada Mi-Rae —ya revelada como la impostora— saltó a la palestra. Empezó a entrevistarme, pero todo era confuso. Me hizo preguntas muy... agudas sobre lo ocurrido en Cantha, y yo —quizá equivocadamente- respondí. Lo peor es que me dio la impresión de que ella no estaba tan interesada en la verdad como en sacar de aquello algo jugoso. Menos mal que Taimi me envió un mensaje cuando las cosas empezaron a torcerse, dándome la oportunidad de despedirme con la excusa de ir a ver qué necesitaba. Mi-Rae dijo que tenía todo lo que necesitaba. Ya veremos en qué queda la cosa.

Comandante sin causa

Comandante sin causa - Campos de Gendarran.jpg

Taimi nunca deja de asombrar con su pericia tecnológica, desde los más grandes descubrimientos sobre dragones ancianos a los más pequeños avances en ingeniería gólem (especialmente ahora que Joon y ella pasan casi todos los días juntas, encerradas en los laboratorios Xunlai). Esta vez me ha sorprendido con un "sistema de respuesta de comunicación" que permite a nuestros amigos dejar mensajes verbales si el destinatario no está disponible. Qué tiempos estos...

Me ha animado a probar el dispositivo llamando a algunos de nuestros amigos comunes.

***

Parece que el resto de la Guardia de la Eternidad recibió la nota; todo el mundo parecía tener un mensaje de respuesta listo (menos Braham), pero fui la última persona en ser informada. Estos días no puedo evitar sentirme como un barco sin timonel. Desde el asunto del dragón anciano, Cantha, y luego las minas... Bueno, todo el mundo se está recuperando de una calamidad apocalíptica acomodándose de nuevo a la vida. Todos se están tomando un respiro. Pero yo no he dejado de correr.

Por fin pude dar con Iván, que me contó algunos sucesos extraños ocurridos en la tranquila población de Garenhoff, donde esa rara torre del brujo lleva pendida en el cielo desde... siempre, parece ser. La agencia de detectives Visor y Escarabajo de Rama y Gorrik estaba demasiado ocupada para encargarse del caso -que quedaba bastante lejos de su área de operaciones-, así que me lo ofrecieron a mí. Resulta que ahora estoy en un lapso entre crisis, así que hacer algo útil quizá resulte un poco catártico.

***

Borra cualquier nota sobre catarsis. Una torre flotante inmensa no se alza y desaparece tras generaciones sin un motivo. Los habitantes de Garenhoff o, al menos, los que no me han atacado por hacerles preguntas, temen lo que la torre del brujo pueda significar para su ciudad. No los culpo, pero tampoco tengo respuestas para acallar sus miedos. Siento inquietud en la boca del estómago que se manifiesta cada vez que nos enteramos de otra catástrofe más, pero aunque temo por Garenhoff..., reconozco que este asunto también despierta en mí cierta emoción. No es insano, ¿verdad?

Siguiendo unas cuantas pistas en Garenhoff, me he enterado de que un grupo de "personas sospechosas" andaban husmeando por la ciudad tras la desaparición. Y se dirigieron hacia el noreste, al parecer. No es que sea una pista que desvele gran cosa, pero es todo lo que tengo. Parto para seguir su rastro.

***

Pude seguir a las "personas sospechosas" hasta un campamento en los Campos de la Abundancia. Al principio probé a acercarme de forma más directa, pero me encontré con una arisca cazadora norn. Su feroz mirada me dejó claro que mi presencia no era bienvenida. Toca discreción, entonces. Esperaré a la noche.

***

Esperé hasta medianoche en una torre de vigilancia cercana antes de dirigirme al campamento. Antes de que pudiera acercarme, me llamó la atención un grupo de granjeros que huían de unas criaturas realmente horribles. Jamás he visto nada parecido... Me recordaron a los chak, o a los oni de Cantha. Pero... algo tenían esas bestias que me hicieron pensar.

Tras acabar con ellas, fue fácil conectar su abrupta llegada con un campamento de cazadores igual de misteriosos. Me aproximé con cuidado y, tras valerme de las sombras (así como de algunos arbustos estratégicamente posicionados), los espié para obtener información. Se llaman a sí mismos el "Resguardo Astral", y el nombre de esa norn malhumorada es Arina, que debía de ser su líder. Entonces los norn hicieron sonar un gran cuerno que reunió a todo el grupo. La caza había empezado.

Los seguí fuera del campamento, pero observé con horror cómo en el aire se abría una gran fisura. Fijo en el centro había un gigantesco y sinuoso ojo. Carnosas y viles criaturas salieron de ahí y atacaron. El Resguardo Astral se convirtió en presa, y muchos murieron o se vieron obligados a huir. Los que no se encontraron con garras y colmillos, fueron arrastrados al interior de la fisura. Después, emergió una bestia aún más grande, deseosa de acabar con los cazadores. Intervine en la lucha y reté a la criatura. Pero a mí también me arrastró al interior de la fisura.

El infierno desatado

El infierno desatado.jpg

Aclarar mi mente en ese lugar era como pescar una canica transparente en una cantimplora llena de agua. Tenía la mente nublada. Me dolía la cabeza. Al respirar me ardían los pulmones. Pude escuchar a Arina en la distancia, reuniendo a los otros miembros del Resguardo Astral que se habían visto arrastrados a este misterioso reino.

Mientras recorría aquel lugar tan desconocido y amenazador, me vi asaltado por una voz atronadora. Antes de poder darme ni cuenta, me encontraba ante un monstruo vil y enorme. Merodeó en torno a mí por unos instantes, claramente jugando con lo que se suponía que era su comida. Sentía curiosidad por mi llegada, subrayando que había "viajado desde Tyria" para llegar... al lugar que fuera aquel.

Mientras la inmensa bestia danzaba a mi alrededor, sin atisbo de miedo alguno, otra voz me punzó los oídos. Según ella, el demonio de alas gruesas se llamaba "Cerus". Ese tal Cerus no me gustaba nada.

No acostumbro a fiarme de voces misteriosas de origen desconocido, sobre todo después de lo sucedido en la Hondonada de Gyala, pero cuando esta me dijo que corriese, decidí hacerle caso. Sé admitir una derrota. Morir en ese lugar tan sangriento a manos de Cerus, con esas alas tan carnosas, no era una opción. Me escondí tras los cascotes y los escombros para escapar de mi perseguidor, pero, antes de entrar a valorar mi inminente muerte, una llamada del equipo de comunicaciones se hizo oír a través de la bruma y el caos. Sonaba a Taimi, pero tampoco lo tenía claro. En ese momento, se abrió otro portal justo delante de mí y allá que me fui, para escapar de aquel trágico agujero infernal.

Cuando emergí en Tyria, estaba en el suelo. "¿Dentro, quizá?", pensé... Dos figuras se erguían ante mí, observando: Zojja, a quien no había visto en... años... y él. Un mursaat. Mabon. Se me heló la sangre.

La voz de Lázaro resonaba en mi cabeza. ¿Otro mursaat? ¿Aquí, en Tyria? Mi instinto me decía que luchase, que huyese, quizá, pero Zojja y otro norn llamado Frode me disuadieron. Me dijeron que ese tal Mabon era un aliado y, de algún modo, siento que todo lo que es para mí verdad va a dar un vuelco.

Cuando la visión de túnel desapareció, pude oír el chisporroteo de las llamas cerca y gritos. Fuera donde fuera aquel lugar al que había ido a parar, la lucha estaba fuera. Mabon partió en busca de los "otros brujos", agitando un incesante hervidero de preguntas en mi mente. Zojja y Frode me guiaban mientras avanzábamos. Teníamos que afrontar una lucha antes de poder seguir hablando.

Mientras combatíamos para abrirnos paso escaleras arriba, nos fuimos encontrando aún más de esas criaturas. Frode las llamaba Kryptis —una facción de demonios de un lugar llamado Nayos (que parece ser otro de los nombres que recibe el reino demoníaco). Emergieron aún más fisuras, y Zojja me hizo entrega de un peculiar dispositivo que llamó el Corazón de lo Oscuro. Me dijo que tenía la capacidad de sellar fisuras. Lo cogí sin dudar ni un instante; tampoco había otra opción.

Seguimos avanzando hasta emerger de la fortaleza. Garenhoff... No, Elona... Fragmentos de lugares salpicaban el horizonte ante mí, alzándose en el cielo. Otra voz desconocida rompió mi concentración. Un enano real, de carne y hueso (no hecho de piedra) y llamado Lyhr, de quien pronto supe que era uno de esos brujos, pedía ayuda desde las alturas. Me agencié una escamaceleste y alcé el vuelo.

Con la ayuda de Mabon, logramos eliminar el resto de las amenazas de los Kryptis. En un instante de respiro, de repente me convertí en el centro de todas las atenciones: nadie me conocía. Haciendo gala de una asombrosa paciencia, Mabon trató de guiarme a través de su viaje hasta el presente.

Esto es el Resguardo Astral. Protegen el Tribunal de los Brujos. Ah, y hay demonios. Muchos demonios.

Madre de las estrellas

Archipiélago Vistacielo pantalla de carga.jpg

Sin dudar ni un instante, mis nuevos "amigos" del Resguardo Astral me pusieron manos a la obra en esta extraña guerra milenaria contra los kryptis. Aún me estoy ajustando a la revelación de esta información (justo cuando estoy intentando combatir las ganas de llamar a una flota de aeronaves y resolver ya toda esta odisea). Pero... elijo confiar en el Resguardo Astral. Por ahora, al menos. Tengo muchas caras nuevas que aprenderme, y Zojja parece muy tensa en mi presencia. No hemos hablado desde que fue herida en Maguuma; no sabía que había abandonado los confines de Rata Sum desde que volvió para curarse, pero supongo que tocará mantener una conversación intensa. Además, supongo que complicaría las cosas si Logan decidiera alzar el vuelo con un puñado de efectivos del Pacto o de los Serafines.

Todo el mundo estaba ocupado localizando a Dagda e Isgarren, los otros dos "brujos" desaparecido. El último de ellos, además, es líder de esta organización. Total, que me reuní con Frode en uno de los puestos avanzados del Resguardo Astral para ver cómo podía ayudar. Me informó de una de sus divisiones más implicadas: los Cazadores de Fisuras. Liderada por un tipo llamado Rian, tienen las misión de encontrar y abrir fisuras de los kryptis para desafiar a los demonios que se escondan en su interior, mientras que el resto del Resguardo Astral intenta dar con sus desaparecidos. Rian me enseñó a usar el Corazón de los Oscuro, el dispositivo que Zojja me dio en la batalla anterior y que usamos para cerrar fisuras en la Baliza de las Eras. Al parecer, lo fabricó una bruja kodan llamada Tristeza Latente, que, desde entonces, ha abandonado el Resguardo Astral (por lo que dicen, en términos precarios). Siempre que canalizo el poder del dispositivo, entrañas oleadas de emociones parecen guiarme a avanzar. Aunque no puedo describir por qué, ya siento una fuerte conexión con él.

Frode también me presentó a una de sus soldados de confianza, una estridente asura llamada Uenno que colaboró en mi entretenimiento. Me mandó a una de las tiendas médicas del Resguardo Astral, donde me pusieron a prueba para ver si pesaba sobre mí algún tipo de posesión (pasar tiempo en Nayos parece ser motivo de sospecha y, a decir verdad, con toda la razón). Esa... voz en mi cabeza me urgía a mantener el pico cerrado y, dado que me ayudó a escapar de Cerus, le hice caso. Sea quien sea Peitha, no sé cuáles serán sus motivaciones, pero desconozco el Resguardo Astral tanto como ella. Mientras no me haga arrancarme los ojos o hablar en lenguas extrañas, la mantendré bajo mi protección, por peligrosa que pueda resultar. Después de todo, no ha hecho nada para hacerme daño hasta ahora (lo que hace que me pique aún más la curiosidad acerca de sus motivaciones). Tengo la mente un poco quemada después de todo lo que he soportado a lo largo de los años. Y, si quiero jugar la baza correcta, a lo mejor puedo reunir más información sobre Cerus y los kryptis.

Tras sintonizar mi dispositivo de comunicación con las fluctuaciones externas del Resguardo Astral (alejándome aún más de la posibilidad de contactar con mis aliados en casa), ayudé a Rian a reprimir a algunos de los krytpis y a sellar fisuras antes de que Zojja y Mabon me llamaran de vuelta al campamento: Dagda ha aparecido, y la cosa no pinta nada bien. Me dirijo a reunirme con mis nuevos aliados en las islas fracturadas y en expansión del archipiélago para dar con ella.

***

Estos fractales en concreto, tal y como me los han descrito a mí, son una absoluta maravilla. Isgarren y los brujos llevan usándolos siglos para probar las múltiples posibilidades que el futuro pueda deparar en un intento por predecir futuras amenazas. Cuando la magia de Isgarren se fracturó al finalizar el ciclo de los dragones, estas minirrealidades se desprendieron de la Niebla y se manifestaron sobre Tyria. Guardan muchas similitudes con los fractales monitorizados por Dessa, por lo que yo sé: Dessa se da de forma natural en la Niebla y estos se han formado deliberadamente, pero los habitantes que viven en ellos son de carne y hueso. Ellos no forman parte de la Niebla. Están vivos, y no puedo ni imaginarme el miedo que estarán sintiendo. El Resguardo Astral hace lo que puede por contener las amenazas locales, pero no sé si alguien tiene claro qué hacer con los habitantes. Lo único que sé es que su miedo es muy potente para los kryptis. Les están dando caza, y mantener a esos habitantes a salvo debería ser una de las principales prioridades del Resguardo.

Por suerte, eso sí, Zojja y los demás pudieron esclarecer la ubicación de Dagda en uno de esos fractales: un observatorio abandonado en la zona interior de una de las islas flotantes. Frode y Uenno vigilaron la entrada mientras Zojja y yo nos aventuramos dentro. Un pequeño grupo, para no abrumar a Dagda ni en las peores circunstancias. Antes de que alcanzáramos a la bruja Ceri, uno de los aprendices de Dagda nos tendió una emboscada en la cueva. Había... desaparecido. Estaba totalmente poseída por un kryptis. Sin esperanza de apaciguar a la bestia en su interior, la muerte fue la única clemencia que Ceri pudo brindarle. Zojja se tomó un instante para llorar la pérdida antes de que siguiéramos avanzando, claramente afectada por despedirse de su "familia de adopción", como ella decía. Aquí tenía toda su vida: nuevos amigos, un mentor... Me siento como alguien ajeno contemplando todo esto.

***

Madre de las estrellas.jpg

Hallamos a Dagda, una jotun de otra era de la historia tyriana, en el interior del observatorio. Zojja la describió como "la bruja de lo Celestial". Mi presencia puso a Dagda inmediatamente a la defensiva. Gruñó de miedo, asegurando que había ido a matarla como a "tantos otros". Al parecer, mi reputación de campeón de un dragón anciano me precedía. Para ella, yo era tan impredecible como Drakkar o los Marcados de Kralkatorrik. Hostil y sin sentimientos. Eso es lo que ella veía, y yo... nunca me había encontrado con esa clase de hostilidad.

Dagda estaba claramente luchando contra alguien o algo, y mi llegada exacerbó su rabia. Zojja intentó hacer pasar mi participación como benévola, pero estaba claro que hablar las cosas no iba a funcionar mientras ella estuviera lidiando con la voz que debía seguir atormentándola en su propia mente. Zojja impuso una barrera sobre la arena para atraparla dentro mientras yo intentaba expulsar a la amenaza que ocupaba la mente de Dagda. Se resistió con el poder del propio cosmos, invocando todo tipo de entidades de otro mundo a lo largo de una interminable lucha.

Tras un combate brutal no contra uno, sino contra toda una horda de demonios (liderada por alguien que se hacía llamar Vanda, según me susurró Peitha), Dagda recobró la cordura. A pesar de haberla purificado y de mi participación en liberarla de esa posesión, su disposición hacia mí no cambió. Zojja trató de convencer a Dagda de que podía confiar en mí, que no era una fuerza de la naturaleza incontrolable, pero nada. No vale con que se ganen mi confianza; yo tengo que ganarme la suya.

Lyhr mencionó que el Resguardo Astral me había estado observando a raíz de vigilar a todas las anomalías mágicas. Podía ser por curiosidad, pero también podía ser por miedo. Supongo que yo también me tendría miedo si estuviera observando pasivamente. He ayudado a matar a dragones, incluso a un dios. Pero todo ello plantea una pregunta: ¿por qué nadie intervino? ¿Pensarían en algún momento en acabar conmigo por el bien de Tyria?

Secrets of the Obscure- Acto 2.png Secrets of the Obscure: Acto 2


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Voces procedentes de más allá del velo

Archipiélago Vistacielo pantalla de carga.jpg

Mientras Dagda —que aún se pone en guardia cada vez que me acerco— se centraba en recuperarse, yo ayudé a Rian a eliminar a más kryptis de todo el archipiélago. Con Dagda purificada y casi lista para la batalla, nuestro próximo objetivo principal es ayudar a Lyhr a dar con su otra mitad. Al parecer —y que conste que escribo esto solo para asegurarme de haber entendido el concepto— puede dividir su conciencia en dos. Se trata de una táctica salvaje que le permite protegerse mejor de la posesión de los krytpis. Aunque una de las mitades esté en peligro y desaparecida ahora mismo, al menos la otra está lista y dispuesta a ayudar. Los brujos no solo son prácticamente inmortales, sino que poseen habilidades mágicas únicas distintas a todo lo que yo haya visto (y creo que prefiero no haber presenciado cosas así, de hecho).

Mientras andaba por el campamento, Frode me presentó a dos miembros más del Resguardo Astral que nos ayudarán en los días venideros: R'tchikk, una skritt asombrosamente locuaz, y Gladio, antiguo miembro de las legiones charr. R'tchikk profesaba una profunda admiración por mis logros del pasado, lo que me otorga al menos un aliado en condiciones en esta faceta tan mística y desconocida del mundo. Ella y Gladio resultaron ser una agradable distracción; de quienes me han presentado desde que llegué, tal vez sean los que me han demostrado más calidez.

Volví a los "fractales" de los brujos para dar con fisuras y buscar pistas del "Lyhr malo" (así es cómo ha dado R'tchikk en llamar a la parte más cascarrabias del enano, muy acertadamente) mientras el resto del equipo hacía planes para avanzar hacia la torre del brujo, dado que esa marcha era nuestro siguiente objetivo. Mientras recorría las islas, sin embargo, una voz que no pertenecía a Peitha resonó en mi cabeza y me dejó inmóvil. Pertenecía a un kryptis llamado Eparch, el "Rey de Medianoche", quien, al parecer, anda a la caza de Isgarren. La voz era tan amenazadora que incluso Peitha se estremeció. Las palabras de esta, no obstante, enseguida se impusieron a las suyas apartándolo del centro de atención. Peitha me advirtió que no pronunciara el nombre de Eparch demasiado en alto para no atraer su atención. De nuevo, y tal vez en contra de mi propio instinto, creo que le haré caso.

***

R'tchikk me instó a acampar, donde el grupo al completo se estaba armando de valor para marchar a la torre del brujo. Habíamos localizado al "Lyhr malo", pero nos quedaba mucha lucha por delante para darle caza. El "Lyhr bueno" (su mitad recomendable) y Mabon tendrían que forjar una llave para desarticular los mecanismo de defensa de la torre.

Justo cuando el grupo se preparaba para partir, Frode se volvió hacia Dagda para preguntar por una llamada de socorro que Zojja y ella habían respondido en mi ausencia. Otro miembro del Resguardo Astral había sufrido una posesión con funestos resultados: Dagda tuvo que confinarlo en una celda para aislar la amenaza, pero no antes de que lograra apuñalarse en el muslo. Peitha aprovechó la oportunidad para recordarme mi lugar en este mundo: una forastera en un lugar que no me es familiar y donde tengo pocos amigos. Si desvelase mi... conexión con Peitha, Dagda, con quien ya estoy en términos peliagudos, se negaría totalmente a hablar conmigo antes de que tuviese la ocasión de explicarme. Imposible racionalizar mi situación con un equipo de acción dedicado en exclusiva a combatir a un enemigo demoníaco,

Llegados a este punto, no sé lo que Peitha quiere, pero tengo muy claro que no desea que muera, o no estaría ahora mismo dejando constancia de todas mis impresiones.

La faceta extraviada

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Tras hablar con todo el mundo en el campamento, nuestros siguientes pasos estaban claros: Mabon y Lyhr tenían que realizar un ritual que les permitiera forjar una llave para acceder al patio de la torre del brujo. Desde ahí, Mabon tendrá que lanzar un encantamiento para permitir el paso a la torre en sí. Sin Isgarren para calmarlo, sin embargo, se hacen necesarias medidas más extremas.

Puedo ayudar a una de las dos cosas: a forjar la llave o a reunir esencias de las inmediaciones de los fractales. Cualquier cosa que nos permita acumular una buena cantidad de energía mágica y emocional para sustentar los rituales de Isgarren. Solo debo decidir qué ruta tomar.

***

Tras reunir todas las energías que necesitábamos, Zojja me dijo que todos los preparativos estaban listos. Supongo que estoy a punto de averiguar a qué venía tanta agitación.

***

Tal y como predije, la faceta extraviada de la conciencia de Lyhr estaba más allá de las puertas de la torre del brujo —cómo sorteó esas defensas mientras estaba poseído y mientras nosotros estábamos atrapados fuera es otro misterio que tal vez nunca descifre. Tras despejar de kryptis el patio interior y defender a Mabon mientras lanzaba un poderoso hechizo para inhabilitar las defensas de la torre, pudimos ayuda a Lyhr a estabilizar su otra mitad. Con Lyhr ya unido y otro brujo de nuestro lado, nuestras probabilidades de éxito han aumentado.

Estamos preparados para adentrarnos en este "montón de ladrillos con personalidad propia", como Lyhr llama cariñosamente a la torre. Aunque me intriga saber lo que habrá al otro lado del portal, sé que nos toparemos con desafíos aún mayores cuanto más nos acerquemos a la frontera que separa Tyria de lo que hay más allá.

Torre de los secretos

Torre de los Secretos pantalla de carga.jpg

La torre del brujo no se parece a ningún lugar que haya visitado dentro de las fronteras de Tyria. Parecía mucho más pequeña desde abajo. Y pensar que este lugar ha estado flotando sobre la costa de Garenhoff todo este tiempo, observando silenciosamente cómo librábamos una guerra contra los dragones ancianos... Todavía me pregunto por qué no intervendrían, pero eso es una pregunta para Isgarren, para cuando todo esté ya dicho y hecho.

Al igual que el "Lyhr malo" consiguió superar subrepticiamente los mecanismos de defensa de la torre, también lo hicieron los kryptis. Mabon y Zojja se llevaron a un pequeño grupo para despejar un ala, mientras que Lyhr y Dagda lideraban otro. Nos reagrupamos fuera de la Sala de la Confluencia, el corazón de la torre del brujo, una vez que el perímetro estuvo asegurado. Con la magia de la cima de la torre funcionando de nuevo, pudimos viajar a Amnytas y colaborar con el Resguardo Astral en el frente.

Mabon lideró a los brujos en un arcaico ritual para conseguir acceder a la Sala de la Confluencia recitando un encantamiento denominado Luna sin Luz. Como no estaba Isgarren, le pidieron a Zojja que interviniese para ayudarles en el ritual. Al principio parecía reticente, pero tanto Dagda como Mabon la animaron a dar un paso al frente. Nunca la había visto tan fuera de su elemento ni tan insegura de sí misma; estoy acostumbrado a su imagen de golemante legendaria hipercompetente y desafiantemente segura de sí misma. Esta es una faceta de ella totalmente nueva para mí. Cuanto más la veo operar en este extraño Resguardo Astral, más me doy cuenta de lo mucho que ha madurado. Aquí tiene una vida totalmente nueva, un hogar. Estoy empezando a comprender lo mucho que el Resguardo Astral significa para ella... y cuánto significa ella para la institución.

En cuanto comenzaron a abrir la cámara y a insuflar de nuevo vida en la torre, los kryptis emergieron como una plaga. Los mantuvimos a raya mientras Zojja y los brujos canalizaban el hechizo. Ya hacia el final, Zojja profirió un grito ahogado de dolor provocado por la intensificación de la magia, pero, una vez eliminados los kryptis, todo había acabado. La torre se abrió de par en par y nos dejó acceder a su cámara más profunda. Mabon se volvió hacia nosotros en un momento de debilidad para indicarnos que su capacidad para plantarles cara estaba mermando. Yo llevo combatiendo la voz de Peitha que oigo en mi cabeza desde que llegué, pero no he sido objeto de ataques como Dagda o Mabon.

Nos miró y adoptó un tono fatídico que no parecía propio del mursaat calculador que conozco desde que llevo ayudando al Resguardo Astral. "Cuando llegue el momento, no quiero duda alguna". Hasta a Lyhr le llamó la atención la naturaleza de su críptico mensaje. Antes de partir rumbo a Amnytas en busca de Isgarren, Mabon le hizo prometer a Frode que velaría por todos entretanto.

***

Con Mabon rumbo a Amnytas y la torre asegurada, el Resguardo Astral se apoderó de las salas y pasillos y se ocuparon de la restauración. Yo colaboré en diversas tareas, pero lo más importante es que ayudé a Dagda a localizar las llaves del bastión que supondría la restabilización del sistema de portales de la torre y nos haría recuperar acceso directo a Amnytas. Hasta Peitha se quedó impresionada y expresó curiosidad y un cierto grado de sorpresa por la fascinación de Eparch con la torre de Isgarren. Me da la impresión de que tienen alguna historia en común. De un modo similar, yo me estremezco imaginándome lo que pensaría Aurene sobre este lugar, con sus grandes columnas y sus portales celestiales. Peitha preguntó por nuestro vínculo entre vástago y campeón, con el vacío aún presente en mis entrañas que se hace patente con solo mencionar su nombre. Sentía una sorprendente curiosidad por saber de nuestra relación, y me pareció detectar incluso un atisbo de celos en su voz.

Me pregunto si Aurene sabrá siquiera lo que hay aquí. Puede que alguna idea tenga, habiendo servido como filtro para todo el ecosistema mágico del planeta. Justo como Soo-Won probablemente hiciera antes que ella, dado que los brujos conectan supuestamente con el ecosistema para extraer su inmenso poder. Me gusta pensar que algún día conocerá en persona a los brujos como parte de su eterna responsabilidad de proteger Tyria. Y con la amenaza de los kryptis despejada en el futuro, es posible que pudieran trabajar en equipo con ese objetivo.

Una vez completados los preparativos y las llaves del bastión seguras en poder de Dagda, pudimos restablecer el transporte a Amnytas mediante portales. Antes de marcharme, Lyhr me dio las gracias por todo lo que había hecho para apoyarlos en su lucha contra los kryptis, otorgándome un nuevo título al amparo del Resguardo Astral: hallacaminos. Dice que se les concede a individuos que han ayudado a Isgarren y al Tribunal de los Brujos a lo largo del tiempo; un título honorífico, podría decirse. Hace mucho que no soy comandante de nada, así que hallacaminos me parece un título de lo más adecuado, al menos mientras esté aquí ayudando al Resguardo. Pase lo que pase con el mundo después de todo esto —los dragones y ahora los kryptis—, Tyria necesita a gente que alce la antorcha e ilumine el avance.

Pero volvamos a la guerra que nos ocupa: ahora me dirijo a Amnytas. Es hora de presenciar el sangriento frente con mis propios ojos. Isgarren sigue desaparecido y, tras escuchar el lúgubre mensaje de Mabon, me da la sensación de que lo peor está por llegar.

Y, oye, Dagda no me ha lanzado por la ventana después de que me hayan concedido mi título. Supongo que ya no cree que sea un asesino de dragones sediento de sangre.

El destino de Mabon

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Con la torre del brujo reocupada y prosperando de nuevo, Zojja me pidió que me reuniese con ella y Frode en la sala de mando antes de partir rumbo a Amnytas. Me presentaron a Zizel y Galrath, representantes del Bastión de lo Natural y el Bastión de la Fuerza. Desde que partió Mabon, muchos lo han visto entre los bastiones y actuando... de un modo inusual. Sospechan que es posible que lleve un tiempo combatiendo la posesión para ayudarnos a avanzar. Su tiempo podría estar agotándose.

Para ayudar a Zizel a seguir el rastro de Mabon, teníamos que localizar picos de energía kryptis por donde los bastiones. La mejor forma de hacerlo es abriendo y sellando fisuras, y desvelando nubes de consciencia que deberían facilitarnos llegar adonde esté Mabon, sea cual sea el escondite donde está guarecido para librarnos de su sufrimiento.

***

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Amnytas. Este increíble lugar se ha cernido sobre Tyria, flotando en el cielo y observando cómo se desarrolla la historia en ella. Cada bastión representa una escuela de pensamiento mágica diferente en la que los brujos comparten sus conocimientos ancestrales con el Resguardo Astral. Por desgracia, los kryptis han asolado el lugar. El Resguardo pende de un hilo, con fisuras demoníacas abriéndose por todo el santuario mientras algo... más grande se agita en las nubes sobre la aguja del mundo.

Por suerte, mi trabajo abriendo y sellando fisuras ha ayudado a Zizel a localizar a Mabon. Exponiendo las energías corrompidas a base de aniquilar kryptis, Zizel consiguió dar con el rastro de Mabon. Cuando me dijo que lo habían encontrado, le noté a Zojja en la voz que la cosa no pintaba bien. Voy derecho al Bastión de la Fuerza para reunirme con el resto del grupo y rescatar a nuestro camarada.

***

Me reuní con Frode, Dagda, Zojja, Galrath y Zizel en el exterior del bastión. Reinaba un sentir sombrío e intenso. Galrath lideró el camino hacia el interior; la severidad de su tono ya daba idea de lo que nos encontraríamos.

Caímos en una emboscada de los kryptis, ¡todo había sido una trampa! Zojja se adelantó corriendo mientras estábamos distraídos, desesperada por llegar hasta Mabon. Cuando Dagda quiso llamarla, ya habíamos perdido de vista a Zojja. Por desgracia, los kryptis nos mantuvieron ocupados y nos impidieron seguirla.

Luchamos para abrirnos camino por las salas hasta que dimos con ambos. Mabon flotaba en el aire; unas oscuras energías se habían apoderado de su cuerpo. Zojja gritó su nombre, pero, al acercarnos, otro kryptis emergió de él, como si se hubiera apoderado de su mismísima alma antes de manifestarse ante nosotros. Luchamos y prevalecimos.

Zojja hizo el llamamiento y Mabon dirigió sus últimas palabras a todos cuantos estábamos a sus espaldas: "No habéis muerto en ese lugar". Contuvimos a la bestia, pero no sin sacrificar a nuestro aliado: sus almas estaban unidas entre sí y cada una de ellas mantenía a las demás con vida. No dudamos, tal y como nos pidió nuestro camarada, pese a lo difícil que era.

Zojja se derrumbó al perder a otro mentor. Forjó vínculos con esta gente mucho antes de mi llegada a Amnytas. Podía distinguir perfectamente la agonía de sus gritos. Se separó del grupo. El resto de nosotros nos reunimos en torno a su cuerpo. Lo conocí por poco tiempo, pero en este breve periodo logró dejar en mí su huella. Había sido una persona claramente querida para esta gente.

Dagda se acercó a Zojja en una pequeña y tranquila alcoba. Se sentaron juntas unos instantes para llorar la muerte de un amigo. En ese momento de ternura, vi lo que escondía la emoción de Zojja. Amistades separadas a la fuerza prematuramente. Lecciones que nunca pudieron concluir. Futuros cercenados en un abrir y cerrar de ojos. Primero, Snaff. Ahora, Mabon.

Dagda le aseguró que la muerte de Mabon no afectaría a su lugar en el mundo, en el Resguardo Astral. Incluso hizo alusión a algo... más grande. Más permanente. Un nuevo comienzo. Querían que entrase a formar parte del Tribunal de los Brujos.

Hasta yo me sentí atacada por las palabras de Dagda. Las consecuencias... ¿Volvería a ver a nuestros amigos? Zojja necesitaba claramente tiempo para procesarlo, eran demasiadas cosas pasando a la vez. Dagda y yo hablamos breve y discretamente y me reiteró que el hogar de Zojja está aquí. Ahora. Ya ha dejado atrás su pasado.

Zizel y Galrath regresaron a la torre del brujo para informar a los demás de las noticias, mientras Frode y Dagda permanecían cerca del cadáver de Mabon por respeto a su compañero. Antes de marcharme, Peitha captó el rastro de algo o alguien en el aire. Se negó a decirme lo que estaba pensando, pero estaba claro que aquella presencia, fuera lo que fuese, silenció su perenne carácter bromista. A medida que nos aproximamos a Isgarren, esa tensión no hará más que aumentar. Aún cuestionando los principios morales de Peitha, creo que le incomoda pensar en lo que está por venir.

Secrets of the Obscure- Acto 3.png Secrets of the Obscure: Acto 3


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En las entrañas de lo oscuro

La torre del brujo pantalla de carga.jpg

Nos queda un hechicero que encontrar: Isgarren, un ser de fábula. Hasta yo había escuchado los rumores. La aldea de Garenhoff lo veneraba sin darse ni cuenta de quién o qué era. Pero, por lo que yo sé ahora, todo lo que la gente de ese pequeño lugar ha imaginado de él y de su torre no eran más que convenientes ilusiones. Isgarren no es una especie de brujo paternal que protege su insignificante poblacho favorito. Sus preocupaciones son globales. Y tiene una personalidad... complicada. Aún no lo conozco en persona, pero tengo muchas preguntas para cuando lo haga.

Me reagrupé con el Resguardo Astral, en el que aún reinaba la solemnidad tras la muerte de Mabon. Frode no está animando a seguir avanzando, a pesar de la desesperada necesidad de todos por guardar luto. Me preocupa especialmente Zojja. Aunque apenas he vislumbrado un atisbo de su vida aquí arriba, veo que Mabon ha sido una parte importante de ella.

No lo conocí mucho, asó que lo mejor que puedo hacer para honrar su memoria es luchas por seguir adelante. Pero, antes de embarcarnos, tengo que ver cómo está mi amiga.

***

Me aproximé a Zojja en un momento de vulnerabilidad. Años de lucha continuada y una trágica pérdida, todo emergió con claridad en un momento bajo la falsa ilusión de la privacidad. Todo ha salido a la luz ahora, desde los primeros días de Zojja en el Filo del Destino a su época de recuperación en Rata Sum, hasta llegar al presente. Todas las cartas sobre la mesa. Nunca habíamos... hablado así. Ni siquiera antes de su lesión en Maguuma.

Había sufrido un trauma y ya no gozaba de consideración especial entre los asura. La habían dejado de lado; era una científica cuyo tiempo de gloria ya había pasado y que solo se mencionaba de pasada en las clases de historia. He pensado de vez en cuando en ella durante todos estos años y habría aprovechado sin dudar la menor ocasión de verla. Pero... perdí la noción del tiempo. Tuve que lidiar con problemas mayores. Simplemente, no sabía lo que ella necesitaba... o quería. Ni yo ni ninguno de nosotros. Tras la vaina infecciosa, Zojja tuvo que aislarse. Se escondió de Logan. De todos nosotros. No estaba preparada para hablar. No hasta ahora. Sanar lleva su tiempo.

El Resguardo Astral es su hogar ahora, eso lo tengo claro. No fue el abandono lo que la condujo a ellos, sino la búsqueda de un nuevo punto de partida. Necesitaba dar con un nuevo sendero con gente nueva que no viera en ella meramente sus logros del pasado o Filo del Destino. Quería gente que la viera por lo que es y lo que ofrecía. Mabon vio la chispa en ella, pero su muerte amenazó con extinguirla.

Los brujos, en cambio, ven su potencial. Mabon no era el único que así pensaba. Y ahora ella debe tomar una importante decisión.

Dagda le ha ofrecido un lugar en el Tribunal de los Brujos. El grupo quiere claramente que ella se quede, pero... esa elección conlleva graves consecuencias. Cuando alguien "asciende" para convertirse en brujo, pierde recuerdos de su vida pasada. No necesariamente todos, pero olvidas lugares, eventos y gente que en su día te fue cercana. Se nota que Zojja quiere dar ese paso, pero también que igual no está preparada para desprenderse de lo vivido hasta ahora. Preguntó por Taimi que, entre todos sus camaradas, sería quien tuviera mucho que decir sobre esto.

Cuando no tuvimos otro remedio que matar a Ceri, dijo que ella (y, por extensión, el Resguardo Astral) era su "familia encontrada". Esta gente la ayudó realmente a curarse de sus heridas físicas y mentales de un modo que sus contemporáneos fueron incapaces de hacer. Ni sus amigos. El resguardo Astral le brindó una salida de las trampas políticas y su menguante reputación en Rata Sum. Zojja necesitaba dar carpetazo a lo ocurrido en Maguuma, y el Resguardo fue la mejor opción que pudo encontrar.

Le dije que la apoyaría independientemente de lo que decidiera, y que confiaría plenamente en todo caso. Sea quien sea después de esto, seguiré considerándola mi amiga.

La dejé a solas con sus pensamientos. Cuando salí del cuartel, me topé con Dagda, que merodeaba por allí. Abandonó su tono hostil y me trató como una persona preocupada por una amiga mutua. No sabíamos muy bien qué hacer para consolar a Zojja. Yo intenté reconfortarla, subrayando el peso de la decisión que le había impuesto a nuestra querida Zojja. Fue la interacción más amable que hemos tenido hasta la fecha. Aunque espero que no sea la última.

***

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La búsqueda de Isgarren está totalmente activa y continúan acechando las sombras en el cielo. Puse rumbo a Amnytas, donde Rian me presentó a su esposa, Kamilla, otra cazadora de fisuras. Ha estado trabajando mano a mano con el Resguardo Astral para descubrir encantamientos únicos del Corazón de lo Oscuro. Después de trabajar con ella para probar el dispositivo usando potentes emociones destiladas con el objetivo de atraer a kryptis poderosos, seguí respaldando al Resguardo en su lucha por proteger los bastiones de los kryptis.

Después de ayudar a repeler a los kryptis, Zizel contactó conmigo. Un extraño pálpito llamó su atención hacia el Bastión de lo Oscuro, pero no era capaz de determinar lo que lo habría llamado acudir en esa dirección. Me pidió que investigase. El misterioso origen de esta atracción lo dejó perplejo; no era capaz de discernir si se había originado de un kryptis o de Isgarren, pero allí es donde pienso dirigirme.

***

Cuando llegué al Bastión de lo Oscuro, encontré a R'tchikk y a Gladio aguardándome fuera. Zizel les había pedido que me guiaran. De manera similar a la corazonada que nos había guiado hasta este lugar, Gladio sentía una extraña presencia en el interior, pero no era capaz de identificar con exactitud qué nos esperaba.

Era... Mabon. Más exactamente, su esencia. Aunque estuviera muerto, yo no podía descartar por completo la posibilidad de que una magia más profunda estuviera en juego en ese enclave. Entramos, curiosos y ansiosos por afrontar lo que nos había atraído hasta allí.

El silencio reinaba en el bastión. R'tchikk lamentó cómo habían cambiado aquellos pasillos, en su día bulliciosos, mientras nos acercábamos a la sala principal, ahora invadida por una plomiza melancolía que pesaba en el aire y llenaba los pulmones. Gladio nos guio[sic] hacia delante, siguiendo un rastro que el resto de nosotros no éramos capaces de detectar. Nos enfrentamos a montones de kryptis mientras rebuscábamos entre escombros hasta dar finalmente con un... peculiar artefacto. Al recogerlo, tuve una visión. ¿O fue un recuerdo, quizá?

Reconocí la voz de Mabon de inmediato. Sonaba sepulcral y agotada, como si acabase de librar un combate interminable. Una segunda figura se cernía sobre él: Isgarren. Su nombre invadió mi mente al verlo por primera vez. Tenía a Mabon, que estaba presto a claudicar, inmovilizado en el suelo. Isgarren le provocaba, poniendo en duda su naturaleza mursaat, preguntándole por qué no contraatacaba. Pero Mabon no se inmutó. Estaba dispuesto a morir a manos de Isgarren.

R'tchikk y Gladio me sacaron de mi ensimismamiento para traerme de vuelta a la realidad antes de que pudiera ver el resultado. Los kryptis habían interrumpido aquel instante mágico. Tras despejar la zona, mis compañeros me preguntaron lo que había visto al coger el artefacto. Les conté lo que pude, que Isgarren y Mabon habían sido en su día enemigos, y deduje que, fuera de cuando fuese aquel recuerdo, sería probablemente anterior a la ascensión de Mabon. Sonaba más crudo. La vida no había sido amable con él hasta ese punto de su vida.

R'tchikk no parecía muy sorprendida, al vivir diariamente rodeada de magia arcaica. Partió con Gladio para informar a Zizel de lo que había visto. Yo dudé un instante, asimilando lo que acababa de presenciar. Hasta Peitha se percató de la creciente tensión que se respiraba; el aura de Isgarren va tomando fuerza a medida que nos acercamos al clímax de la guerra. Cuando hablamos, se dejaba entrever cierta brusquedad. Parecía preocupada. Con ese mismo ánimo, nos comunicó una segunda revelación: Cerus, esa descomunal bestia que me persiguió en Nayos, es su hermano. Quería desenfundar mi arma y atacarla, pero sabía lo poco que eso me reportaría contra mi... inquisitivo pasajero. Cerus me había rodeado, según ella, y llevaba persiguiéndome todo este tiempo, aguardando el momento de atacar.

Se acerca el momento de encontrar a Isgarren y plantar cara a Cerus. Cuando me reúna con mis amigos en Amnytas, trazaremos nuestro próximo plan.

La aguja del mundo

Amnytas pantalla de carga.jpg

Mientras procesaba la inoportuna revelación de Peitha, volví como pude a Amnytas huyendo de la sofocante inquietud del bastión. Pero, justo al poco, Zojja me llamó.

Han avistado a Isgarren en el Bastión de lo Celestial, la puerta de acceso a la aguja del mundo. Y no hay tiempo que perder.

***

No tengo muy claro qué vamos a encontrarnos dentro. Dagda estuvo a punto de sucumbir a su posesión. Mabon sí que cayó en la suya, una pérdida que sigue pesando sobre el Resguardo Astral. Los kryptis se están haciendo más poderosos por momentos y se nos acaba el tiempo para lidiar con esta amenaza. Si no rescatamos pronto a Isgarren, es posible que sufra un destino peor que nuestro querido Mabon. Eso sería catastrófico no solo para el Resguardo Astral o el Tribunal de los Brujos, sino para toda Tyria. Sin Isgarren, ¿quién sabe qué será lo siguiente que nos venga de la Niebla? Y lo que es peor: ¿qué clase de amenaza supondría Isgarren corrompido?

Nos reagrupamos en uno de los anillos flotantes del bastión. Dagda y Zojja se quedaron con Zizel, que intentaba escuchar algo que indicase movimiento. Los kryptis estaban aguardando para atacar, así que avanzamos para conseguir ventaja.

Al entrar en la aguja, Peitha adoptó un tono defensivo: "El velo se está rasgando", me dijo. Zojja nos escuchó a pesar de que tratamos de preservar la discreción. Me preguntó si estaba bien, asumiendo que estaba hablando yo solo. Así, logré ocultar la existencia de Peitha un poco más. Con las tensiones ya en un punto crítico, no me puedo arriesgar a ponerme en peligro por que podrían prescindir de mí para la acción... o algo peor. Lo malo es que no sé cuánto tiempo podré seguir manteniendo este engaño.

Zojja estaba a punto de dar un sermón cuando se vio interrumpida por una emboscada krypits. Es probable que esta lucha no se enfríe hasta que algo haya concluido. Lo que pasa es que no sé si eso va a ir en nuestro favor.

Tras enfrentarnos a oleada tras oleada de kryptis, Peitha me aconsejó pensar en un recuerdo particularmente querido, algo a lo que aferrarse en los momento venideros. Pensé en mi hogar. Mis amigos. Aurene... Pero Zojja, que llevaba pendiente de mí desde hacía unos instantes, saltó. ¿Había "algunos de ellos" en este lugar? Y, antes de que pudiera encauzar la situación, Peitha irrumpió.

A Zojja se le erizó la piel, pero, antes de que nadie más pudiera procesar aquella revelación, hizo acto de presencia una figura aún más importante: Isgarren.

***

Isgarren, el comisario. Un ser de leyenda, reducido a hostilidad e impaciencia. Lo que invadía su consciencia, fuera lo que fuese, era maligno, pues ni Lyhr ni Dagda fueron capaces de romper el glaciar de hielo que cubría su mente. Incluso Dagda, normalmente tan estoica, se quedó impactada al verlo.

Isgarren gruñó al grupo antes de retirarse al corazón del bastión. Nos aguardaba una batalla brutal. Lo perseguimos y acorralamos en una pequeña abertura. Irradiaba un poder titilante, como si solo estuviera expuesta parte de su consciencia. Una manifestación destilada de su amargura, mientras íbamos tumbando un pensamiento irascible tras otro.

Dagda trataba de calmar su espíritu, pero las meras palabras no liberaban a Isgarren de las garras demoníacas. Me lanzó a los pies la muerte de Mabon a modo de desafío. "Hallacaminos", dijo, pronunciándolo como veneno goteando de su boca, al igual que ya había hecho Dagda en nuestro primer encuentro.

Luchamos. Grotescos cúmulos de energía kryptis surgieron de Isgarren mientras nos enfrentábamos. Tratamos de reprimir esa corrupción antes de que pudiera reinfectarlo, provocando que sus pensamientos volvieran al lodo y la impaciencia. Según se desarrollaba el conflicto, Isgarren iba avanzando cada vez más hacia el interior del bastión. Lyhr y Dagda estaban mortificados viendo en lo que se había convertido. Lo que quiera o quien quiera que hubiera estrechado sus zarpas sobre el alma de Isgarren, las había clavado bien profundas. Y las palabras que profería se calvaban como flechas. Para tratar de hacerle entrar en razón, teníamos que exponer sus vulnerabilidades, desmantelar todos sus hastiados pensamientos e ideales hasta que no quedara refugio en el que pudiera esconderse. Tiene errores que asumir, consecuencias que afrontar y un demonio que matar.

Isgarren acabó por apartarse, retirándose más al interior del anillo. El grupo siguió avanzando, luchando contra sus propios corazones rotos. Isgarren dirigía con tino sus palabras. A mí, a Mabon... Dagda señaló que, en tiempos normales, era de naturaleza crítica, pero que esto excedía con mucho sus peores días. Lyhr mantuvo la compostura, vigilando la situación y subrayando que Isgarren se dirigía al corazón de Amnytas: la aguja del mundo. Lo único que mantenía a raya una invasión a gran escala de los kryptis.

Perseguimos a Isgarren hasta la siguiente abertura. Su atención se volvió enteramente hacia mí, acusándome de causar únicamente dolor aquí, como había hecho en toda Tyria. Toda una vida de perjuicios que empezó con Zhaitan y que había llegado hasta aquel momento. Isgarren solo veía en mí una amenaza. Cuando yo "reaccioné" y "salí en desbandada" rumbo abajo, aseguraba que él había protegido este mundo del de arriba. Pero yo sé perfectamente que su ego inflado no es más que eso. Puede que él nos protegiese de los kryptis, pero yo fui quien impedí que los dragones ancianos arrasaran con el mundo entero. Manifestaciones tóxicas y vulgares se desgajaron de su esencia y se revolvieron contra nosotros, en un intento del subconsciente de Isgarren por defender sus elecciones. Llevaban demasiado tiempo enconadas, y era necesario recordar debidamente a Isgarren lo que está en juego. Nuestro mutuo hogar, el que cada uno de nosotros había jurado proteger a su modo. El suyo, más antiguo.

Desgastado y agotado de plantar cara a nuestra benevolencia combativa, Isgarren volvió a huir de nosotros. Sin embargo, no le dimos respiro y lo acorralamos al poco. Con pocas opciones ya para huir, Isgarren se quedó inmóvil. Su furioso espíritu aún bullía, pero algo... extraño ocurrió (más extraño aún que lo acontecido anteriormente). Cuando derrotamos a los krytpis que parecían alimentarse de Isgarren, estos liberaron esencia de unidad, desvelando que, en el interior de nuestro rival, quedaba al menos un atisbo de verdad. Nos había oído.

Isgarren entendió que el único modo de avanzar era hacerlo juntos, con el Resguardo Astral. Conmigo, incluso. Cuando le arrojé esta esencia a él, a su manifestación, se vio propulsado hacia delante. Su gélido exterior comenzó a resquebrajarse, dejando asomar un atisbo del verdadero Isgarren. Avanzó a duras penas, acercándose un paso más a la aguja.

En cuanto el escudo cayó, la voz de Cerus resonó procedente de Isgarren y el brujo se apartó, esta vez para protegernos. Un portal a la aguja del mundo se abrió en su lugar.

***

Lo seguimos hasta lo más alto de Amnytas, la cima de la aguja del mundo. Todos se mantenían firmes, dispuestos a defender su hogar. Con ganas de mantener Tyria a salvo. El grupo se desplegó para combatir a los kryptis, mientras Zojja y yo, a petición de Dagda, manteníamos a Isgarren ocupado para que ella, junto a Lhyr, pudiera intentar expulsar a Cerus de su mente.

Iban asomando atisbos del verdadero Isgarren según luchábamos, pero esos momentos de moralidad quedaban sofocados cuando Cerus apretó su yugo. Una oleada de energía sobrecogió al grupo, dejando inconscientes a la mayoría de nuestros aliados. Solo quedamos en pie Dagda, Lhyr y yo.

Nos aproximamos lentamente a él, pero, antes de que pudiéramos asestar el golpe final, Cerus cambió su plan de ataque y abrió una fisura justo delante de nosotros. Isgarren y yo no pudimos evitar caer a su interior.

Traición

El infierno desatado.jpg

Volví a despertar en aquel lugar abyecto. La cabeza parecía que me iba a estallar de dolor mientras intenta orientarme. Isgarren estaba desplomado en el suelo, ahí cerca, moribundo pero aún aguantando vivo. La voz de Peitha resonó en mis oídos, pero mi atención se volvió hacia el demonio que teníamos delante: Cerus.

Cerus se movía en torno a nosotros, burlándose mientras se iba acercando, del mismo modo en que la torpe bestia había tratado de matarme con anterioridad. Celebraba su inminente victoria: volvería a Nayos con el preciado botín de Eparch, Isgarren, y un premio para sí mismo. El campeón de un dragón anciano. El azote de Tyria. Le goteaba de las fauces saliva teñida de sangre, babeando de pura anticipación. La lucha había acabado.

Mientras Cerus se regodeaba, Isgarren me llamó a su lado. Con las pocas fuerzas que le quedaban, lanzó sobre mí un encantamiento antes de que Cerus se diera cuenta. Sin embargo, ese derroche de energía dejó a Isgarren inconsciente. Con Isgarren incapacitado, la atención del demonio se volvió hacia mí. Esta vez, no dejaría que me escapase vivo.

Luchamos ferozmente, pero no parecía una batalla ganable. Caí al suelo, con la amenaza de muerte de nuevo pendiendo sobre mi cabeza. Antes de que Cerus pudiese asestar el golpe final, una risita sarcástica perturbó su concentración. Sabía de quién de[sic] trataba antes de que apareciese de entre las sombras.

Se me heló la sangre. ¿Era eso lo que Peitha quería, servirme en bandeja a su hermano? Ambos de[sic] burlaron de mí mientras bailaban, con Peitha maniobrando entre su hermano y yo. Durante un breve instante, tuve la certitud de que ella se preparaba para robarle la presa a su hermano. Una potente sensación de arrepentimiento invadió mi mente: debí de habérselo contado a Zojja. O a cualquiera. Pero ya era demasiado tarde.

La cosa es que Peitha no me levantó la mano. En cuanto se posicionó entre nosotros, sacó a la luz la tiranía de Cerus y Eparch. Ya se había hartado de sus traiciones. De su desdén por su propia gente.

Peitha me gruñó para que me pusiera en pie. Incluso con alguien de su categoría en mi bando, nos aguardaba un combate brutal. Mientras tratábamos de mantener a raya los golpes de Cerus, intercambiaron pullas verbales. Peitha había abandonado a su rey y yo me había metido de cabeza en una destructiva rivalidad entre hermanos. Por lo que pude dilucidar, Eparch había causado tanto daño a Nayos como Cerus y él a Tyria.

La batalla prosiguió y, finalmente, logramos debilitar a Cerus lo suficiente como para que Peitha me pidiese asestar el golpe final. "No merecía soñar", rugió, y yo cercené la vida del cuerpo de su hermano.

Isgarren despertó, pero no pareció espantado al ver a nuestra nueva "amiga". Supongo que es difícil desconcertar a alguien que ha vivido milenios y combatido a demonios tanto tiempo como él.

***

Con Cerus muerto, Peitha insistió en que nos pusiéramos en camino. Eparch estaría sin duda vigilando y podría tendernos una emboscada en cualquier momento. Seguí sus pasos sin dudar ni un instante.

Cuando emergimos del portal, volvíamos a estar envueltos por el opulento abrazo de la torre del brujo. La voz de Zojja fue la primera en abrirse paso entre la muchedumbre. Corrió a mi lado, inspeccionándome para ver si tenía algún tipo de herida. De forma similar, el Resguardo Astral se arremolinó en torno a Isgarren, todos deseosos de recuperar a su líder, pero la mirada de Dagda se fijó de inmediato en Peitha. Por una vez, alguien que no era yo le provocaba una reacción aún mayor.

Peitha, no obstante, no se inmutó. Si acaso, pareció valorar la naturaleza reflexiva de la jotun. Antes de que ambas llegaran a las manos, Isgarren se interpuso en toda posibilidad de una inminente escalada. Ahora estaba en casa y no toleraría un drama de ese calibre. Compartiendo la curiosidad de Dagda, Isgarren se volvió hacia Peitha. Tenía preguntas que exigían respuestas.

Mientras Peitha e Isgarren se dirigían a un lugar más privado para hablar de sus cosas, Zojja me apartó a un lado. Por fin había hecho una elección. La elección.

Me dijo lo mucho que le había costado asimilar algunas ideas: ¿no estaría dejando a sus amigos —los vestigios de Filo del Destino, los institutos y la Guardia de la Eternidad— atrás si elegía ascender? ¿Me abandonaría después de habernos reencontrado tantos años en la distancia? Hice lo único que podía: apoyarla. Elija lo que elija, esta es su familia ahora. Esta es su gente. Y, en todo caso, yo tengo mi propia senda que recorrer. Sea cual sea la versión de Zojja que me encuentre al otro lado, la apoyaré igualmente.

Contuvo las lágrimas cuando Dagda se acercó; Isgarren y Peitha me habían llamado. Zojja asintió alentándome a proseguir. Ella estaría bien.

Volví a unirme al grupo. Peitha e Isgarren ya andaban a la gresca. Peitha nos contó que la situación en Nayos había empeorado y que era peor de lo que pudiéramos imaginar. Mientras se libraba una guerra contra los kryptis en Amnytas, otro conflicto se ha estado cocinando en las madrigueras de Nayos durante milenios. Puede que los kryptis sean un poco espinosos para los estándares de etiqueta de Tyria, pero Eparch es otro tipo de bestia. Ha reducido a su gente a ganado, devorando sus cuerpos y almas para su beneficio. Incluso con Cerus fuera del panorama, hasta el último momento no pudimos arrebatarle la victoria de sus fauces.

Peitha era la realeza de los kryptis. Y necesitaba nuestra ayuda en la lucha contra su líder corrupto.

Isgarren se mostró totalmente estratégico, casi hasta un punto cínico, respecto a su petición. Planteaba que permitir a Eparch llevar a la ruina su mundo podría quizá ser la salvación del nuestro, pero Peitha descartó ese enfoque. Insistía en que Eparch simplemente vendría cuando estuviera harto, vigorizado y listo para la conquista. Y aprecia mucho nuestro mundo. Isgarren analizó la situación antes de, finalmente, preguntarme mi opinión.

Peitha había estado en mi mente todo el viaje y, aunque cuestioné su fidelidad hasta el momento en el que se alzó contra Cerus, no me había hecho daño ni una sola vez. Me protegió de los cuchicheos de Eparch, me guio[sic] en combate. Aunque sea kryptis y puede que no sepamos su motivaciones, no hemos visto de lo que es capaz Eparch. Y no conviene que esté aquí.

Me ofrecí a acompañar a Peitha a su mundo de origen. Isgarren, al principio dudoso, acabó mostrándose de acuerdo. El Resguardo Astral tiene que recuperarse antes de poder prestar cualquier tipo de ayuda significativa, pero en cuanto Peitha esté lista, me uniré a ella en Nayos.

En cuanto concluyó nuestro consejo de guerra improvisado, me hice a un lado para hablar con mi aliada multidimensional. En un primer momento, seríamos solo Peitha y yo quienes nos embarcaríamos en su misión; temía que llevar muchos efectivos de Isgarren demasiado rápidamente amenazaría la sociedad superior de los kryptis, así que yo seré su campeón mientras reunimos apoyo desde dentro.

Antes de ser arrastrado a la fisura de los Campos de Gendarran, cuestioné lo que sucedió a continuación. Con los dragones ancianos muertos y Aurene asentándose en su nuevo rol, yo... no sabía. No sabía lo que quería o lo que el mundo quería de mí. Supongo que Zojja y yo compartíamos conflictos similares. Sin embargo, ahora siento que el mundo se ha resquebrajado y abierto de par en par. Con el descubrimiento del Resguardo Astral, me di cuenta de que había todo un ámbito de Tyria que yo desconocía. Que la gente desconoce. Y con la llegada de los kryptis, es posible que vayamos a ver emerger de la Niebla nuevas amenazas en su lugar más frecuentemente.

Tyria tiene que tomar cartas en el asunto. Hemos experimentado una mejoría temporal desde la aniquilación de los dragones ancianos, y no ha habido últimamente rastro de ningún dios descontrolado. Tenemos que reconstruir y sanar. Ahora que hemos hecho volver a los krytpis a Nayos, tenemos tiempo para pensárnoslo todo. Por ahora, al menos. Solo espero que Isgarren decida informa al resto del mundo de esta oscura amenaza antes de que sea demasiado tarde.

Peitha ha sugerido que yo haga las rondas y me reúna con mis aliados, que disfrute de un instante para respirar un poco. Porque, en cuanto ella esté lista, pondremos rumbo a Nayos.

Zona interior de Nayos- Territorio de Heitor.png A través del Velo


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Coacción

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En cuanto me recuperé de la batalla con Cerus en Nayos, la conocida voz de Peitha resonaba en mi cabeza, urgiéndome a volver a la torre del brujo. Cuando llegué, los encontré a ella y a Isgarren hablando de un reciente pico de actividad kryptis. Era el momento de unirme a esa batalla. Isgarren expresó ciertas reservas sobre que el Resguardo Astral se adentrara en el corazón de Nayos, pero Peitha propuso que un pequeño contingente sería preferible para aclimatar a los kryptis a nuestra presencia. Aún no tengo muy claro los objetivos de Peitha, pero acabar con Eparch parece una causa suficientemente digna.

Mientras Peitha e Isgarren se encargaban de los últimos preparativos, Frode me apartó para darme la oportunidad de reconectar con una vieja amiga. Zojja, cuyo estatus ya era a todos los efectos el de un brujo, había perdido la mayor parte de su memoria, tal y como se esperaba. Apenas... fue capaz de reconocerme. Saber que había aceptado ese sacrificio voluntariamente tampoco le facilitaba las cosas. Apenas habíamos retomado el contacto después de tanto tiempo sin vernos, y poco tiempo después la había vuelto a perder. Ahora apenas soy poco más que una de las muchas personas que conoce. Pero es lo que ella quería y se impone respetar su elección.

Para bien o para mal, no tenía mucho tiempo para lamentar la amistad perdida, porque Isgarren se preparaba para abrir un portal; había surgido una fisura en el patio, que escupía kryptis a la torre del brujo. Incapaces de sellarla desde el exterior con el Corazón de lo Oscuro, no nos quedaba otra opción que atravesarla e intentar sellarla desde su origen, dentro de Nayos.

***

Entre bocanadas dolorosas, volví a encontrarme respirando el denso aire del reino demoníaco. Apenas tuve unos segundos para maravillarme del precioso entorno (nada como los horrores que había visto combatiendo a Cerus) antes de adentrarme en la batalla. Zojja me ordenó recoger la esencia de los krytpis que habíamos derrotado con el objetivo de usarla para alimentar el Corazón de lo Oscuro y sellar la fisura.

***

Isgarren y Zojja se precipitaron a cruzar de nuevo la fisura que se cerraba en dirección a la torre del brujo mientras Peitha abría su propio portal. Me guio a otro enclave más en el interior de Nayos, cerca de un campamento en ciernes del Resguardo Astral en una zona envuelta en una especie de niebla mágica. Mantenido en secreto y a salvo por Peitha tras su rescate, seguían viviendo después de todo este tiempo. Al aproximarnos, descubrimos que los kryptis fieles a Eparch estaban asaltando el lugar. Liderando la defensa, Arina luchaba junto a un curtido grupo de supervivientes del Resguardo, así como con el dedicado aliado kryptis de Peitha, Ramses. Unimos esfuerzos y arrasamos con la presencia enemiga del campamento.

Tras nuestra breve presentación cuando Cerus me arrastró a Nayos por primera vez, fue un alivio encontrar a Arina con vida, tanto por su bien como por el de Frode. Resulta que ambas habían logrado zafarse de ese caos antes de que Cerus las localizara y, trabajando juntas, habían conseguido sobrevivir y levantar un pequeño campamento no lejos de lo que resultaría ser nuestro próximo objetivo: la Puerta de Heitor. Peitha y Ramses habían localizado a Arina y su grupo hacía unos días y me llamaron para iniciar el avance.

Aunque aún no tengo muy claras las motivaciones de Peitha, su historia sigue demostrando ser... sincera. Arina confía en ella. Ramses seguramente daría la vida por ella. No sé qué lucha nos aguarda, pero creo que estamos en el bando correcto.

Los supervivientes

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Heitor —antiguo[sic] camarada de Cerus y "primo"[sic] de Peitha (por lo que he podido entender, las dinámicas familiares kryptis son puramente ornamentales)— tiene la fortaleza bajo su control y nos impide llegar a Eparch. Nada entra ni sale de su dominio mientras la puerta siga cerrada. Peitha parecía abierta a la posibilidad de que Heitor se uniese a nuestra causa, pero Arina cerró por completo esa vía de conversaciones, con el convencimiento de que sería una situación de matar o morir. En todo caso, tenemos que cruzar la Puerta de Heitor si queremos tener la ocasión de plantar cara al Rey de Medianoche.

***

En primer lugar, teníamos que establecer nuestra posición en Nayos. Para conseguirlo, nos propusimos minar las fuerzas de Heitor en la región derrotando patrullas kryptis y eliminando a sus líderes.

En los bosques de la zona interior de Nayos, Ramses se enteró de que estaban tratando de coaccionar a alguien. Tras derrotar a un grupo de atacantes, dimos con una kryptis llamada Irja, acongojada y confusa. Le expliqué que estábamos con las fuerzas de Peitha y la dirigimos al campamento del Resguardo Astral. Sorprendida de que acudiéramos en su ayuda, y sin terminar de fiarse de los no kryptis, aceptó dirigirse a la seguridad del campamento de Arina; después de todo, no era más que una presa para los cazadores de Eparch.

***

Con los leales suficientemente debilitados, regresé al campamento por mi propio pie. Irja había llegado, y Ramses y yo tratamos de hacerla sentir cómoda en la medida de lo posible. Sin embargo, mi comodidad no entraba en los planes de Peitha, que organizó una reunión para planificar nuestro asalto a Heitor y las fuerzas de su fortaleza. Era el momento de tomar cartas en el asunto.

Puerta de Heitor

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Cuando Peitha, Arina, Ramses y yo nos reunimos para hablar del ataque a la Puerta de Heitor, Ramses transmitió las nuevas de que, a pesar de nuestros esfuerzos anteriores, Irja había desaparecido del campamento. Seguramente asustada de nosotros, tyrianos, huyó de nuevo a la espesura.

Nada más salir de la grotesca fortaleza, nos recibió el implacable embate de las fuerzas de Heitor. Tras la derrota de estas, Arina se veía con ganas de avanzar y plantar cara a Heitor por sí misma, pero nuestros aliados kryptis permanecieron unos instantes mientras Ramses ofrecía una oración por los caídos.

Dentro de la fortaleza, nos aproximamos a los aposentos de Heitor, donde una voz familiar gritaba de dolor. Irja no había huido: había caído prisionera. Irrumpiendo en la estancia, por fin nos vimos cara a cara con nuestro enemigo. Peitha intercambió comentarios hirientes con Heitor mientras Irja observaba, cautiva e inmovilizada por el miedo.

Nos lanzamos a atacar. Al principio, parecía que Heitor iba a sucumbir enseguida. De repente, consumió a Irja, absorbiendo su esencia mientras ella se revolvía y gritaba agonizando. Ramses profirió un grito de horror y Peitha gruñó de rabia. No habría un desenlace pacífico y, de pronto, la ambición de Peitha resultó clara y justa.

Heitor, desatada, se aferró desesperadamente a su alianza con Eparch hasta su poco ceremoniosa muerte.

Peitha se alejó furiosa y frustrada, pidiéndonos que buscáramos supervivientes, pero solo hallamos cadáveres. Cuando volví a unirme a Peitha en el exterior, acordamos reagruparnos cuando fuera el momento adecuado para adentrarnos más en la zona interior de Nayos. Los rumores de lo que podía aguardarnos allí eran inquietantes: fanáticos, leales, inocentes aprisionaos, generales despiadados... Pero cada vez está más claro que Peitha lucha por el bien de su gente contra un reino tirano y cada vez más traicionero.

Zona interior de Nayos- inmediaciones de Nyedra.png El Reino de los Sueños


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El Consejo de Guerra

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Se ha disipado el muro de niebla tóxica que bloqueaba el camino más allá de la Puerta de Heitor. Ya podemos seguir adelante con el plan.

Peitha me pidió que asistiera a un consejo de guerra y me reuniese con "una de las mascotas de Isgarren" en el campamento del Resguardo Astral de la zona interior de Nayos. El misterioso animal resultó ser Galrath y, cuando comenzó el consejo de guerra de Peitha, no tardó en rugir; Isgarren se había negado a ofrecer todo el apoyo del Resguardo Astral en su guerra contra Eparch. Ramses protestó, pero Galrath insistió en que el Resguardo Astral estaba aún recuperándose del ataque de los kryptis en Amnytas y que la batalla de Peitha no era para ellos. Sin embargo, el brujo permitiría que se uniesen voluntarios a Peitha, cada cual por su cuenta y riesgo. Con más pruebas de la capacidad de Peitha para mantener a los kryptis fuera de Tyria, sería posible convencer a Isgarren de que ofreciese el apoyo total del Resguardo Astral.

Peitha puso fin a las discusiones y desveló sus planes de derrocar a Eparch. Para acometerlos, debía localizar a una poderosa mente táctica, un héroe de los kryptis, y persuadirlo de que se uniera a su causa: el general Nephus.

Antiguamente segundo al mando de Eparch, Nephus se había mostrado disconforme con el modo en que Eparch y su reina, Labris, gobernaban sobre su gente. Como antiguo general y líder de su pueblo, Nephus inspiraba demasiado respeto y lealtad para condenarlo a la ejecución. En vez de eso, lo habían mandado al exilio, a vivir entre la gente de a pie de la zona interior de Nayos. En opinión de Peitha, convencer a Nephus de que se uniera a su causa podría inspirar a las masas a seguir su ejemplo y rebelarse contra el Rey de Medianoche. Pero había que atacar antes de que Eparch o Labris pudiesen reaccionar.

Con el plan en marcha, acompañé a Arina a conocer a algunos de los nuevos voluntarios del Resguardo Astral. Según nos aproximábamos, reconocí al comandante Emund, que hizo un llamamiento a las tropas para que prestasen atención. Inesperadamente, era Frode quien las lideraba. Volvía a estar junto a su hija, Arina. Llevaban separados desde la primera vez que espié el campamento de esta a las afueras de Arco del León, antes de mi primer encuentro con Cerus. Todo se antojaba un recuerdo lejano, esos tiempos en los que supe por primera vez de la existencia de la torre del brujo y el Resguardo Astral.

Pese a estar juntos, mantuvieron una actitud totalmente profesional delante de las tropas. Percibiendo su emoción desbordada, puse fin a nuestra conversación con el fin de darles un instante para ponerse brevemente al corriente de sus vidas. Pronto llegaría el momento de poner en marcha el plan de Peitha y de partir para adentrarnos más en la zona interior de Nayos.

***

Partí rumbo al territorio salvaje de las inmediaciones de Nyedra, abriéndome paso a través de leales a Eparch y creando distracciones mientras los exploradores de Ramses iban tras el general Nephus. Durante mi misión, Galrath contactó de improviso conmigo para que nos reuniéramos en el vivac avanzado.

Me habló de la existencia de artefactos antiguos que describen técnicas de lucha olvidadas. Galrath creía que podían sernos de utilidad para combatir a los kryptis como parte del arsenal del Resguardo Astral, así que propuso que tratara de localizarlos.

Peiné las inmediaciones de Nyedra hasta lograr finalmente reunir todos los artefactos antiguos. Al llevárselos a Galrath, este me dio su bendición para experimentar con las nuevas técnicas de lucha que en ellos se describían. Está por ver si todo esto me ha hecho ganar credibilidad para convencerlos tanto a Isgarren como a él de que el Resguardo Astral se comprometa a combatir en la guerra.

Con estas ancestrales técnicas de lucha en mi arsenal, seguí enfrentándome a las fuerzas leales de la zona.

Al final, Ramses contactó conmigo; sus exploradores habían localizado al escurridizo general Nephus en algún punto de Nyedra. Tenemos que llegar hasta él antes de que los leales invadan por completo la zona interior de Nayos.

Mano forzada

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Me reuní con Ramses a las afueras de Nyedra. Avanzamos dejando atrás moradas y templos kryptis y nos enfrentamos a guardias leales en las calles. Finalmente, acabamos llegando donde estaba Peitha y la seguimos rumbo al último enclave conocido del general, siempre dejando a nuestro paso una estela de murmullos de la gente de Nyedra.

Según nos adentrábamos más y más en la ciudad, salían más guardias a plantarnos cara, pero estos soldados eran leales a Nephus. Justo cuando parecía que iba a originarse una batalla, nuestro elusivo objetivo emergió de entre las sombras.

Aunque los guardias de Nephus se preocupaban por su seguridad, el propio general irradiaba una calmada autoridad. Planteó que quien estaba en peligro era Peitha, no él. Pero Peitha se negaba a marcharse sin que el general escuchara su propuesta. En vez de buscar un lugar tranquilo y seguro para hablar, el general Nephus ordenó a Peitha hablar allí mismo, en las calles de Nyedra, delante de todos los kryptis a modo de público.

Peitha aprovechó la presencia de espectadores en su favor. Su discurso ganaba fuerza cuando se dirigía a las propias masas. Bien podría haber convencido a la gente de Nyedra de que se uniera a ella en ese mismo momento, pero uno de los guardias de Nephus dio la voz de alarma: la reina Labris y su guardia real habían llegado. Se mascaba la tensión. Peitha urgió a los testigos a unirse a ella y luchar, pero el general Nephus, en un intento por permanecer neutral y evitar una matanza de los suyos, les ordenó no levantar armas contra las fuerzas de la reina.

Sin otra opción que defendernos, Peitha, Ramses y yo resistimos el ataque inicial de la reina Labris, combatiendo a la guardia real hasta llegar a un punto muerto. Labris ordenó un alto a sus fuerzas y propuso negociar con el general Nephus, que aceptó.

La reina kryptis, tan majestuosa como amenazante, planteó su propuesta: a cambio de que Peitha, Ramses y yo quedáramos bajo su custodia, se mostraría más clemente con Nephus y su gente, amén de dejar tranquila Nyedra con su bendición y la del rey Eparch.

Al principio, Nephus parecía receptivo a la propuesta. Pero, poco a poco, fuimos testigos de cómo iba acumulándose su ira contra la reina. Acabó jurando lealtad a Peitha y renunciando a Labris y Eparch. Esta súbita decisión fue toda una declaración de guerra y Nayos se sumió en el caos.

La reina Labris ordenó avanzar al frente a su guardia real, prendiendo la chispa de un enfrentamiento sin cuartel de kryptis contra kryptis. La gente de Nyedra se unió al general Nephus y, con nuestros efectivos combinados, batimos a las fuerzas adversarias y, finalmente, destruimos a la guardia real que hacía las veces de séquito de Labris. Llegado ese punto, la reina se retiró bajo la protección de su círculo de élite.

Peitha le dio las gracias al general Nephus. Este contestó, controlando firmemente su ira, que habían forzado su mano. Instó a Peitha a compensar la violencia y la miseria que su hermano y su tío habían infligido a los kryptis. "Estás en deuda con nuestra gente. Tu familia está en deuda con nosotros", afirmó mientras se alejaba. "Tráenos algo que no sea muerte".

Por desgracia, esa petición tendría que esperar; tanto Peitha como él eran conscientes de que habría que lidiar con Labris. Más derramamiento de sangre aguardaba en el horizonte. Pero me siento preparado para la próxima batalla contra la reina.

Marcha de Marearrasa

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Quedé en verme con el general Nephus a las afueras de Marcha de Marearrasa, un enclave sagrado que la reina Labris y su menguante ejército usaban como base de operaciones. El general había intentado permanecer neutral a toda costa y sentía que Peitha lo había metido en un conflicto que ponía en peligro la vida de montones de kryptis inocentes. Pese a todo, era consciente de que se trataba de una oportunidad sin precedentes para borrar a Labris y su ejército del terreno de juego. Peitha lo había puesto en disposición de aprovechar la ocasión.

Nephus dividió nuestras fuerzas y mandó a Peitha, Arina y Ramses a atacar la posición de la reina desde los flancos mientras él y yo liderábamos un ataque frontal directo. Insinuó que ya se había batido en Marcha de Marearrasa en el pasado y fuimos testigos de cómo desplegaba con destreza diversas tácticas para despejar nuestro camino hasta la reina.

Llegamos a las catedralicias murallas de Marcha de Marearrasa y nos reagrupamos con nuestros aliados, arrasando con las últimas líneas de defensa de Labris. Sin atisbo de escapatoria, la reina descendió la gran escalinata para plantarnos cara. A juzgar por su regia y desafiante actitud, nadie hubiera dicho que estaba sobrepasada y acorralada.

Aseguró que Peitha llevaría a los kryptis a la extinción y que la líder de la rebelión carecía de la fuerza de voluntad y la convicción necesarias para gobernar a su gente. El silencio reinó por un instante, roto finalmente por una sencilla risa de Peitha que quebró la fachada aparentemente inamovible de la reina.

Tras intercambiar pullas, Peitha miró a Nephus, que nos ordenó sombríamente avanzar para plantar cara y ejecutar a la reina.

Labris luchó valerosamente. Y perdió. Estaba furiosa, casi al borde de la locura. Pero todo fue en vano. Nephus ordenó su muerte.

Sin embargo, Peitha tenía otros planes.

Viendo la ocasión de ganarse a los kryptis con una demostración de fuerza, aplazó la ejecución de la reina. Era el momento de mostrarle al pueblo de Nayos que Peitha podía ganar, que Labris y Eparch no eran invencibles. Contaba con un interesante recurso en la tirana y debilitada Labris. Ahora, solo necesitaba público...

***

Como Peitha planeaba llevar a rastras a la derrotada reina Labris hasta el Coliseo del Rey de Medianoche y mostrarles a los kryptis el poder de su rebelión, el general Nephus no tardó en llamarme a su presencia. Aunque había albergado sus reservas respecto al proceder elegido por Peitha, ahora creía que todo aquello debía representarse delante del mayor público posible; si ese iba a ser el plan, había que hacerlo a lo grande.

El general me envió en busca de una kryptis anciana, Tecla, la Venerable, a quien encontraría en el vivac avanzado. Al parecer conocía una red de balizas dispuestas por toda la zona interior de Nayos. Podrían usarse para llamar a la gente de la zona interior de Nayos, atraerla al Coliseo y brindarle a Peitha un ingente público que le diera apoyo.

Activé las balizas tan rápido como pude mientras Peitha y nuestros aliados marchaban en Nyedra. Con una ingente muchedumbre como espectadores y la desafiante reina Labris ahora convertida en una débil prisionera, Peitha estaba a punto de alistar a la inmensa mayoría de los kryptis a su causa.

***

Mientras la multitud llenaba el Coliseo, Peitha me llamó a su lado para que presenciara su discurso. Llegué justo en el momento en que hacía desfilar a la abatida reina ante las masas reunidas. La líder rebelde habló con convicción, asegurando no solo que Eparch y sus leales podían ser derrotados, sino que, a diferencia de la presente monarquía, ella estaba dispuesta a mostrar clemencia a los vencidos.

"Hijos de Nayos", comenzó, antes de llamar la atención sobre la derrotada reina Labris y el debilitado ejército de Eparch.

El Rey de Medianoche debió de percibir el poder de la posición de Peitha, sentir su amenaza a través del Velo y cómo estaba volviendo a los kryptis en su contra. En ese momento se formó una fisura y la poderosa y calmada voz de Eparch invadió el Coliseo.

El rey, una bestia inmensa y ancestral, se abrió paso, atrayendo todas las miradas hacia su aterradora forma. Eparch casi pareció ignorar la presencia de Peitha y preguntó directamente a la muchedumbre reunida si su advenediza sobrina se había ganado realmente la confianza del pueblo.

La arena se quedó muda.

Eparch se volvió entonces hacia la líder rebelde y la reina prisionera. Aunque había guardado la calma hasta ese momento, ahora podía escuchar la furia fuertemente reprimida en cada una de sus palabras. Pronunció una única propuesta de negociación: liberar a Labris a cambio de que Tyria se salvase. A Peitha se le permitiría vivir en el exilio.

No está muy claro si Peitha confiaba en la buena fe de la oferta. Lo que sí que está claro es que Labris sí se la creyó. Incluso en su debilitado estado, no pensaba permitir que Peitha la usase como moneda de cambio para socavar todo lo que Eparch y ella habían construido.

La desafiante reina se sacrificó por la causa de su venerado esposo, forzándolo a imbuirse de los últimos resquicios de su esencia mientras el resto de nosotros contemplábamos aquello con horror.

El caos se apoderó del público; algunos declaraban lealtad a Peitha, otros a Eparch. El resto huyeron aterrados. Hasta el rey se quedó de piedra con la maniobra de su reina. Rugiendo enfurecido, juró devorar a todo aquel que se opusiera a él y desafió a quien se pusiera del lado de Peitha a enfrentarse a él en la ciudadela de Zakiros.

El plan de Peitha de inspirar a un ejército y derrocar al rey quedó totalmente desbaratado. No nos quedó más opción que retirarnos, reagruparnos y reflexionar sobre las consecuencias de un día desastroso. ¿Será el dispar ejército de Peitha suficiente para invadir la ciudadela fortificada de Eparch y desafiarlo con toda su furia desplegada? ¿Podemos contar con el Resguardo Astral? Está por ver si el alzamiento rebelde podrá superar este paso en falso. Yo ayudaré como buenamente pueda, pero no creo que baste para llevar a Peitha a la victoria.

Zona interior de Nayos- Ciudadela de Zakiros.png El Rey de Medianoche


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Medidas desesperadas

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El Rey de Medianoche se refugia en Zakiros, consolidando sus fuerzas y reforzando sus fortificaciones. Dado el sacrificio de Labris y la ira de Eparch, no esperaba paciencia por su parte. Hasta el general Nephus parecía perplejo por la retirada de Eparch. Perplejo... y receloso. Es difícil saber lo que nos aguarda en Zakiros cuando ataquemos. Si es que atacamos.

Se mascaba tensión en la vivac avanzado y Ramses me pidió que interviniese. Cuando llegué, Nephus y Frode estaban a punto de lanzarse el uno a la yugular del otro; intervine antes de que llegasen a las manos. Frode aseguraba que, sin refuerzos, era demasiado arriesgado invadir Zakiros y que sería una necedad por nuestra parte hacerlo sin ellos. Nephus argumentaba que las tropas estaban muy dispersas, que el frente estaba a punto de venirse abajo y que sería absurdo esperar a tropas que tal vez nunca se materializasen. Desgraciadamente, Galrath había vuelto a la torre del brujo sin dejar indicación alguna de si recomendaría al Resguardo Astral unirse plenamente al asalto o no.

Los ánimos volvieron a caldearse, pero, por fortuna, llegó Peitha y exigió que ambos líderes se respetaran. Se mostró de acuerdo con Nephus en que debíamos atacar, y teorizó con que, quizá, la posición de Eparch pudiera ser más débil de lo que parecía. Después de todo, no había pasado a la ofensiva pese a las numerosas oportunidades que había tenido de hacerlo.

Nephus se mostró complacido de que Peitha estuviera de su lado, pero advirtió del peligro de subestimar a Eparch, sobre todo porque percibía que un ejército se estaba congregando en Zakiros. En todo caso, se había tomado una decisión.

El ataque a la ciudadela de Eparch daría comienzo en cuanto resolviéramos algunos de los conflictos menores de la zona interior de Nayos. Así, acudí a la zona para ayudar a las tropas mientras Nephus y Frode elaboraban el plan de combate.

***

Me puse manos a la obra por la zona interior de Nayos, ayudando a los kryptis aliados y a los voluntarios del Resguardo Astral allá donde me topaba con ellos. Con cada escaramuza ganada, liberaba las fuerzas que Nephus y Frode necesitaban para poner en marcha su plan de combate.

Cuando Ramses me alertó de que nuestras fuerzas estaban listas, volví al vivac avanzado a negociar la estrategia. Nephus, Frode, Arina y Peitha aguardaban mi llegada.

***

En la vivac, la planificación estratégica estaba en pleno desarrollo. Según cruzábamos el campamento hablando del plan para dividir nuestras fuerzas entre las torres de Zakiros, una kryptis herida de la enfermería se le echó encima a Peitha. Su proclama, "¡Muerte al falso rey!, ponía de manifiesto sus malévolas intenciones contra la vida de Peitha.

Contuvimos el intento de asesinato inicial, pero se desató el caos. Sobre el pasadizo de paredes de roca llovió un torrente de guijarros, y los guerrilleros leales atacaron desde todos los ángulos. Nosotros contratacamos desesperadamente, manteniendo el tipo contra oleadas de asesino. Cuando cayeron los últimos leales, encontré a Frode y Nephus con Peitha. Al evaluar la situación, Peitha se echó a reír estrepitosamente. Ramses le preguntó por qué, y ella le contestó que qué olía en los despojos de los asesinos. "Miedo", contestó Ramses, casi con incredulidad.

¿Es posible? ¿Se trataba de una maniobra a la desesperada de Eparch? ¿Temía de verdad un ataque a su ciudadela, a pesar del número de efectivos a sus espaldas?

Supongo que pronto lo sabremos; al fin ha llegado el momento de lanzarnos contra la ciudadela del Rey de Medianoche.

Última hora

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Eparch se había retirado a la torre central de Zakiros y en concreto a la sala del trono, ostensiblemente custodiada por su ejército, que aguardaba en la cúspide. Pese a que nuestras fuerzas estaban mermadas, se trataba de nuestra mejor baza para atacar al rey. Nephus ordenó a Dagda, Frode y Arina cubrir nuestros vulnerables flancos fuera de la ciudadela. Yo me uniría a Peitha, Nephus y Ramses en la maniobra final de avance hacia el Trono de Medianoche.

Sin embargo, Arina no había llegado hasta ese punto para dar media vuelta en el último momento, y eso fue precisamente lo que le dijo a Peitha. Peitha cedió y los cinco —un puñado de tyrianos y unos cuantos kryptis rebeldes— comenzamos el ascenso a la torre mientras Frode y Dagda desaparecían cruzando el portal para volver al coliseo.

Luchamos para avanzar rumbo a lo más alto de la aguja central de Zakiros, sin que Peitha, Nephus y Ramses dejaran de percibir la constante presencia del ejército leal aguardándonos.

A medida que nos aproximábamos al ejército, Ramses temió que estuviéramos marchando hacia una muerte segura. Era estremecedor escucharle decir algo así. Peitha confirmó que percibía el abrumado tamaño de las inquietas fuerzas que teníamos en contra. Su plan, al parecer, era intentar ganarse a parte de ellas para nuestro bando. De algún modo.

Ramses la interrumpió con incredulidad, y no puedo decir que no lo entienda. Pero Peitha contestó simplemente: "No hay otro modo".

Cuando estábamos a punto de alcanzar la posición de las fuerzas enemigas, Peitha y los demás kryptis percibieron que algo le ocurría al ejército y apretamos el paso. Nephus dio la orden de entrar y nos apilamos en el interior de la sala en cuestión, esperando ganarnos el favor de nuestros rivales, pero preparados para luchar a muerte. Pero, en vez de ese panorama, nos encontramos ante una enorme sala de relicarios, absolutamente llena de la esencia de kryptis muertos.

No había ejército alguno.

Entendí que lo que Peitha, Ramses y Nephus habían sentido era la esencia vibrante de incontables efectivos de su gente, sacrificados, fuera o no voluntariamente, para alimentar la fuerza de Eparch. Yo ya sabía que Eparch, Labris y sus seguidores habían consumido a muchos de los suyos. Lo había presenciado con Heitor e Irja..., incluso con el sacrificio de Labris en favor del propio Eparch. Pero esto... La magnitud era inimaginable. También me parecía difícil de imaginar el poder que Eparch debía de haber consumido al agotar los relicarios hacía tan solo unos minutos.

Ramses gimió de horror cuando Peitha recordó lo que Labris había dicho sobre aquello de la "fuerza para hacer lo que los kryptis de a pie nunca harían". Lo único que pude hacer es ayudar a Ramses a liberar la esencia de los relicarios, impidiendo así que acabasen consumidos en el futuro, o algo peor. Con cada segundo corriendo en nuestra contra, Peitha pronunció unas palabras rápidas para los muertos y avanzamos sumiso en un funesto silencio. Tras devorar incontables almas kryptis, Eparch aguardaba en la sala del trono que teníamos delante.

Dentro, el Rey de Medianoche se alzaba imponente sobre el Trono de Medianoche, un trono y un título que Peitha se propuso usurpar lanzándose a la guerra antes de que yo siquiera hubiese puesto un pie en Nayos o supiese de la existencia de los kryptis. Flanqueado por los inmensos generales gemelos Alkaeus y Zantharon, Eparch irradiaba control.

No habría negociación alguna: el rey exigía nada menos que la vida de Peitha. Zantharon le ordenó pronuncias sus últimas palabras. Pero las "últimas palabras" de Peitha no complacieron al rey, precisamente.

Gruñendo de rabia ante el insulto a su esposa y reina, Eparch perdió el control. Hambriento aún de más poder, el rey consumió a su general, Alkaeus, preso de una furia ciega y ante nuestra sorpresa. Zantharon, al ver a su hermano asesinado y absorbido por el rey al que había jurado lealtad, se volvió contra Eparch. El caos se apoderó de la sala del trono con los leales profiriendo acusaciones y cambiando de bando mientras el mismísimo Eparch atacaba indiscriminadamente.

Era prácticamente invencible. Por rápido que pudiéramos herir al rey kryptis, la fuerza de la esencia kryptis lo curaba aún a mayor velocidad. Ni tan siquiera Peitha, con todo su vigor, podría plantarle cara. Nuestro ataque estaba a punto de desmoronarse. Nuestra estrategia se venía abajo. Peitha caería derrotada. Eparch reinaría, sin nadie que se interpusiese. Debíamos retirarnos. Retirarnos o morir.

Pero un portal se abrió y de él surgió Isgarren.

El brujo y el Rey de Medianoche, cara a cara por primera vez en siglos, con un ardiente combate desatado a su alrededor. Me dicen que las tornar habían cambiado desde el último encuentro entre ambos; estaba claro que ni siquiera Isgarren era capaz de hacerle daño alguno a Eparch en las actuales circunstancias. O no solo, al menos.

Pero Isgarren no luchaba solo. Combinamos nuestras fuerzas —Isgarren y Peitha, conmigo blandiendo el Corazón de lo Oscuro— para golpear a Eparch con una magia suficientemente fuerte como para impedir su curación.

Con nuestros esfuerzos sumados, con Nephus y Ramses de nuestro lado y con el caos campando a sus anchas en torno al Trono de Medianoche, logramos al fin doblegar a Eparch.

En sus últimos momentos, el rey de los kryptis accedió a que Peitha reinase. Reconoció que ella sería quien tomaría el trono, que sería el nuevo Rey de Medianoche. Sabiendo su suerte sellada, Eparch no recurrió a gritar desafiante, para nuestra sorpresa, sino que urgió a Peitha a consumirlo. Para adueñarse de su poder y usarlo, como él había hecho, con el fin de liderar a los kryptis desde su posición de fuerza.

No vislumbré el menor atisbo de duda. Peitha elevó a Eparch por los aires y, acto seguido, haciendo gala de su poderío y su fuerza de voluntad, lo destruyó en pedazos. Me pregunto si se planteó, siquiera por un instante, consumir su poder. Probablemente nunca lo sabré.

Tras una tumultuosa campaña de triunfos y sinsabores, alianzas y desgastes, el Trono de Medianoche y el título de Rey de Medianoche eran ahora de Peitha. Isgarren había aguardado hasta el último momento posible para intervenir, pero el caso es que había acabado haciéndolo y, pese a que el general Nephus se aseguró de manifestar su frustración, los juicios más sensatos prevalecieron. Acordaron que Peitha pondría las cosas en orden y le haría una visita a Isgarren próximamente.

Nos despedimos brevemente de nuestros aliados kryptis, sabiendo que pronto volveríamos a vernos en la torre del brujo.

Soberana de Nayos

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Con Peitha en el Trono de Medianoche, una nueva era vio la luz en el Reino de los Sueños.

Yo volví a la torre del brujo, donde una delegación de Nayos, entre cuyos integrantes se encontraba la propia rey, se reuniría con Isgarren y los cabecillas del Resguardo Astral. De camino, me encontré con Arina, que había querido quedarse fuera. Había entrado a echar un breve vistazo a los delegados kryptis reunidos en el interior, pero parecía totalmente conforme con dejar que su padre y los brujos se ocupasen de cuestiones políticas. Estaba preparada para tomarse un merecido descanso.

Me dirigí adonde estaban los delegados y me topé con Peitha y Galrath, nada menos, intercambiando pullas, pero de buen ánimo. Más aún me sorprendió la presencia de Zantharon, el general superviviente de Eparch, que acudía como parte de la delegación nayosiana a pesar de estar recién incorporado a las filas de Peitha en el último segundo tras presenciar la muerte de su hermano. Me hubiera sorprendido menos que lo ejecutaran, pero ahí estaba. comportándose como si su presencia fuera lo más natural del mundo.

Escuché atentamente mientras Dagda exponía los términos acordados: todas las incursiones de los kryptis de Tyria debían cesar de inmediato, el Resguardo Astral mantendría un cierto grado de presencia en Nayos, se otorgaría amnistía a los kryptis y Peitha sería reconocida como la legítima soberana de Nayos.

Me preguntaba Cómo se sentiría Peitha respecto a ciertas cosas de las expuestas, pero estaba claro que ya estaba al tanto y aceptó todo formalmente sin chistar. Isgarren advirtió muy seriamente de que cualquier futura hostilidad no acabría en negociaciones, y luego me pidieron que hiciera una breve declaración a los delegados reunidos.

Una vez resueltas esas formalidades, Peitha anunció que Ramses se había ganado un puesto como embajador de Nayos en la torre del brujo, lo que complació a todos los involucrados, incluido el propio Ramses.

Yo tuve ocasión de socializar un poco, momento que Peitha e Isgarren aprovecharon para hacer corrillo conmigo y agradecerme todo lo que había hecho por Tyria, la torre del brujo y Nayos. Desde aprender de los brujos (¡y de Zojja!) y defender los bastiones codo con codo con el Resguardo Astral a aliarme con Peitha y llevar la lucha al Reino de los Sueños. Ha sido tanto lo vivido desde que sufrí esa primera derrota ante Cerus y escuché la insólita voz de Peitha resonar en mi cabeza por primera vez que cuesta siquiera entender lo lejos que hemos llegado.

La guerra con Eparch, la lucha de Peitha por salvar al pueblo kryptis de la destrucción, ha tocado fin. Y también el conflicto de siglos que mantuvo Isgarren con el gobernante de Nayos sediento de poder con el que en su día pensó aliarse. Tyria ha quedado liberara[sic] de la amenaza kryptis. Pero quedan incertidumbres... y una saludable dosis de precaución. ¿Será capaz Peitha de mantener la paz? ¿O la sentencia de Eparch sobre que los demonios siempre deben alimentarse resultará ser cierta? ¿Desvelará Isgarren la existencia del Resguardo Astral o de sus nuevos aliados kryptis? ¿O volverá a caer en los viejos hábitos?

Como poco, tal vez la alianza entre Nayos y la torre del brujo podría servir de ejemplo a los líderes de las naciones de Tyria, si fuera posible convencer a Isgarren de revelarla. ¿Tiene acaso futuro una alianza así? Tal vez lo averigüe pronto...